Un analgésico inesperado para el gobierno

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La CGT de tres cabezas es una criatura débil. Se adivinaba cuando se selló el acuerdo por la unidad, en el comienzo del gobierno de Macri: más de un centenar de gremios le dieron la espalda al trío Daer-Acuña-Schmid. Muchos permanecen así hasta hoy.

Junto a eso, la teoría de que los sindicatos lideraban el proceso de renovación del peronismo quedó en estado de sospecha. La conducción actual de la CGT tiene demasiados problemas para sumarse uno de la más compleja solución.

El desborde del final es un analgésico inesperado para el gobierno. Pero sería oportuno que registre la tensión social creciente. Llevará inevitablemente al paro, guste o no.


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