Camino Abierto: el último refugio de la alegría

Este espacio de contención del área de Salud Mental del hospital, está a pocos meses de cumplir 10 años. Las historias se cruzan en un camino de contención.

Camino Abierto, el refugio del área de Salud Mental en Bariloche

Camino Abierto: el último refugio de la alegría

Rosa está contenta. Se percibe en sus ojos marrones, que brillan detrás de unos anteojos que cubren una parte importante de su rostro, pequeño. Está concentrada, en un rincón del salón, dedicada a confeccionar remolinos de papel, mientras sus compañeras hacen máscaras multicolores y una carroza para el desfile por un nuevo aniversario de Bariloche, que se aproxima. Todos escuchan atentos las recomendaciones de los coordinadores del taller. Rosa lucha desde hace años contra la depresión. Ese fantasma que la atormenta y se transforma en una mochila que, muchas veces, pesa demasiado. Rosa hace 8 años que asiste regularmente al centro comunitario Camino Abierto, que depende del área de Salud Mental. Allí, encontró un espacio de contención, de acompañamiento. Rosa ya no se siente sola.

“Rosita es nuestra literata”, destaca, orgullosa, Patricia Franco, coordinadora del centro Camino Abierto, que cumplirá 10 años de trabajo, en febrero del año próximo. Es el único centro en la ciudad que atiende y contiene a personas con sufrimientos mentales.

Rosa escribe poemas. “Escribo pensando en mis cosas, en mis lágrimas, en mis sombras, en mi camino, en mi llanto, mi amor, mi tristeza, la justicia”, explica la mujer. Hace varios años que perdió a un familiar muy querido. “Nunca lo pude superar”, cuenta.

“Acá me siento acompañada, siento contención, porque sufro de depresión”, relata, pausadamente. “Necesito paz”, remata.

Lili se desespera cuando no encuentra a Angie dispuesta a recibir los papeles blancos impregnados con engrudo. Angie va cubriendo la estructura de lo que será la carroza, que simboliza a Camino Abierto. Son dos partes que en los próximos días se unirán para formar una pequeña casa.

Angie está feliz. Muestra orgullosa una máscara de papel que le hizo a su hijo. “Es kiko”, indica y muestra los cachetes pintados de rojo, que sobresalen.

Rosa encontró compañía y contención.
Chino Leiva

El taller de máscaras lo coordina el reconocido artista plástico Kike Mayer. “¿Te animás a pegarlo?”, le pregunta Kike, que tiene las palmas de las manos cubiertas con engrudo, a un joven que hace tres meses que concurre a Camino Abierto. Decenas de máscaras cuelgan de un cordel, que cruza de lado a lado el salón donde se trabaja sin pausa. Hay varios tarros de pintura y decenas de pinceles. Moldes de yeso con diferentes rostros se acumulan en un rincón, sobre uno de los mesones. María Teresa pinta con paciencia los bigotes de la máscara que está por terminar, mientras suena “muchachas ojos de papel” del flaco Luis Alberto Spinetta en el salón. Allí, por algunas horas, la alegría le gana la pulseada al sufrimiento y la soledad.

A varios metros, Carmen no para de hablar. Es una referente de Camino Abierto. Cuenta anécdotas todo el tiempo y su risa contagia. Está feliz porque termino una máscara de princesita. “Es para mi nieta”, explica.

Las máscaras se usarán durante el aniversario de Bariloche.
Chino Leiva

Patricia explica que en Camino Abierto trabajan con las leyes de Salud Mental 2440 de la provincia y la norma nacional 26.657. Destaca que las normativas “van de la mano con los derechos humanos”.

Enfatiza que todas las personas “son sujetos de derecho” y el desafío “es no perder derechos”. “Trabajamos con la premisa de no olvidar de ninguna manera que el otro siempre está, ponerme en el lugar del otro, desde una perspectiva inclusiva”, asegura.

Sostiene que cooperación no es lo mismo que ayudar. Y enfatiza que Camino Abierto tiene como objetivos la contención y el cuidado. Funciona desde la mañana hasta la tarde.

Explica que unas 40 personas concurren a diario al lugar, que funciona en la calle Misiones 75. En Camino Abierto se dictan talleres recreativos, deportivos, culturales y laborales. Los usuarios de

Mantenerse durante todos estos años no ha sido fácil. Hubo momentos duros por la falta de recursos y personal. Pero en Camino Abierto nadie afloja.

“Ver este momento, el esfuerzo que ponen es un espacio de alegría”, destaca Patricia. “Somos un equipo y todos tiramos para el mismo lado”. “Todos trabajamos para que las personas se recuperen”, sostiene Patricia.

Indica que en el trabajo de gestión, atención y cuidado demandan un esfuerzo a tiempo completo.

“Me gusta de mi trabajo que seguimos existiendo, que los mismos usuarios vienen con otra persona de la calle, que tal vez vieron llorando”, destaca Patricia. “Estamos haciendo lo que hay que hacer”, afirma.

La prohibición de los manicomios

La ley 2440 en su artículo 1 indica que “la Provincia promueve un sistema de salud que atendiendo a la entidad total y plena del ser humano, garantice el tratamiento y rehabilitación de las personas de cualquier edad con sufrimiento mental”. Y añade en otro párrafo: “La recuperación de la identidad, dignidad y respeto de la persona humana con sufrimiento mental, expresada en términos de su reinserción comunitaria, constituyen el fin último de esta Ley y de todas las acciones que de ella se desprenden”.

La ley fue sancionada en septiembre de 1991 y que prohibió la habilitación y funcionamiento de manicomios, neuropsiquiátricos, o cualquier otro equivalente, público o privado. Concibe a la internación como “último recurso terapéutico y luego del agotamiento de todas las formas y posibilidades terapéuticas previas”. Hoy, hay sectores dentro del Poder Judicial que desde hace un tiempo piden una revisión de la norma.


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