Danna supera obstáculos para cumplir su sueño

“Me motiva no tener todo a favor”, dice con una sonrisa Danna Pastene. Esa frase la describe por completo dentro y fuera de la pista. Con tan sólo 15 años, ostenta el título de bicampeona nacional de atletismo sub-16 y se encuentra en carrera, su ambiente natural, para integrar el seleccionado argentino en los Juegos Olímpicos de la Juventud del 2018.

Es consciente del esfuerzo en los entrenamientos y las cosas que deja de lado como adolescente para ser una atleta profesional. Pasó por tres fases para quedar entre las cinco mejores fondistas del país, sobre un total de 250, y aguarda dos pruebas más que podrían darle uno de los dos cupos para estar en la Villa Olímpica.

Su desempeño se confunde con las ráfagas de viento que envuelven al Estadio Municipal. Su entrenador, Hernán Ferreyra, le da algunas indicaciones y una vez más vuelve a la pista en una competencia feroz contra el reloj.

“Creo que nací con un don, porque desde mi primera carrera no puedo parar”, reconoce, no de manera altanera, sino por el contrario, como si se tratara de una broma entre amigos.

Sus comienzos se remontan al 2007 cuando, a los seis años, una vecina la invitó a correr por las calles del barrio Nahuel Hue. Las tradicionales Carreras de Calle la hicieron conocida. De hecho hoy es la abanderada de esa competencia barrial.

Su primera prueba la tuvo a los nueve años en Esquel. Allí deslumbró a todos pero su entrenador fue claro: “Volvé cuando seas más grande”. Danna no se olvidó de ese requisito y al cumplir once años se presentó en el Estadio para entrenar.

Hernán no duda un segundo en destacar su “fortaleza mental” y asegura que su bajo perfil desaparece durante las carreras. “Encuentra la unión perfecta”, describe acerca del desempeño que la llevó a colgarse varias medallas.

“Las pruebas que más me gustan son las que tienen obstáculos”, dice sobre el récord que mantiene en los 1.500 metros. Con ese antecedente, a partir del lunes buscará un lugar en el podio de los Juegos Evita, donde al cruzar la meta alzará su mano hasta tocar el cielo y dedicar el triunfo a su mamá “que me mira desde allá arriba”.

“Este deporte me motiva a no bajar los brazos. Soy consciente de todo el esfuerzo que tuve que hacer para llegar a donde estoy”