Ganadería vacuna: números magros y mucho por hacer

Productores y técnicos coinciden en que el potencial de crecimiento en la zona cordillerana es enorme pero también lo son los obstáculos que enfrentan para lograr el cambio deseado.

Límites expresos que tienen que ver con la escala de los emprendimientos rurales, el déficit de políticas públicas y la falta de una verdadera “tradición” ganadera conspiran contra una mayor participación de los productores locales en el mercado de la carne vacuna.

Los establecimientos de la zona cordillerana se pueden clasificar por tamaño y van desde los que manejan rodeos de apenas 10 vacas hasta los “medianos y grandes” que tienen un máximo de 500.

El volumen productivo total de carne bovina está muy lejos de satisfacer la demanda de la ciudad, y ni hablar de “exportar” a otras regiones. De acuerdo a los promedios de consumo nacional, se puede estimar que con sus 140.000 habitantes, sumado al turismo, Bariloche necesita alrededor de 10,5 millones de kilos de carne vacuna por año.

El productor ganadero y vicepresidente de la Sociedad Rural Bariloche, Santiago Nazar, aseguró que los campos de la región apenas alcanzan a cubrir el 10% del consumo barilochense. El terreno para avanzar es inmenso, pero el despegue tarda en llegar.

En el último año el escenario registró cambios importantes con la reapertura del único matadero y frigorífico local (Arroyo SA), que estuvo cerrado durante casi dos años, y también con el corrimiento de la barrera sanitaria, que permite una circulación más fluida del ganado para engorde.

De todos modos, la región todavía no se repuso de la aguda crisis generada en 2011 por la erupción del volcán Puyehue -Cordón Caulle, que obligó a retirar la mayor parte de los vacunos hacia campos no alcanzados por la ceniza.

El veterinario Carlos Robles, del grupo de Sanidad del INTA Bariloche, dijo que “hay buenas perspectivas” para el sector, cualquier plan serio de crecimiento va a demandar “un cambio en el sistema”.

Dijo que para repoblar con bovinos es necesario la incorporación de tecnologías, no sólo para la creación de feed-lots (engorde a corral), sino también para la ganadería extensiva, con mejor aprovechamiento de los mallines y con suplementación alimentaria.

Tanto Robles como Nazar admitieron que uno de los problemas es la “baja eficiencia” en las pariciones. Mientras que en la Pampa Húmeda el índice de vacas que crían un ternero por año no baja del 90%, en Río Negro (provincia completa) baja al 57% y en Bariloche no supera el 38%, según las estadísticas del Senasa.

“Nos debemos un diálogo profundo entre el sector público y privado”, admitió Nazar. Destacó que hay una informalidad muy grande, porque muchos productores no declaran sus rodeos y porque también abunda la carne producida por “el matadero ‘El sauce’”, como se le dice en el ambiente rural a la faena clandestina, “que se hace abajo de un árbol”.

Factores en contra

El “nicho” ideal para desarrollar en la zona es la carne de alta calidad, criada con pastizales naturales. El impulso inicial no requiere grandes inversiones. Nazar dijo que alcanza con “incorporar tecnología barata, sin otro costo que no sea el conocimiento”.

Pero existen otros factores que complican las cosas. Nazar habló por ejemplo del “crecimiento de la fauna silvestre”, como zorros y pumas, sumados a los perros sin dueño, que atacan a las crías del ganado.

Otro problema es el cuatrerismo. Según el dirigente, “los controles son muy pocos” y citó el caso de un productor que hace tres años compró 25 vacas con un crédito y “le arrearon 20 en una noche, que nunca aparecieron”.

Explicó que los ganaderos de la zona prefieren concentrarse en la cría de ovejas, porque tiene mayor rentabilidad, pero debido a los robos y a los predadores algunos ya eligen pasarse a la cría de vacunos.

Para mejorar la productividad en vacunos deberían incorporar pautas nuevas, que a veces sólo dependen de algún detalle. Nazar habló de “elegir la fecha de entore”, y administrar mejor las pasturas.

Una desventaja extra en relación con la producción de ovinos, es que estos últimos aportan ingresos por carne y lana, mientras que el vacuno sólo rinde por la carne, porque “el cuero no vale nada”. Nazar dijo que el procesamiento de los cueros en la región es “otra asignatura pendiente”.

La falta de calidad de gestión impide estimar con exactitud el volumen del sector, porque muchos productores evitan los registros del Senasa y tampoco logran cumplir las exigencias para obtener su inscripción Ruca (Registro Único de la Cadena Alimentaria), que es la credencial indispensable para faenar en frigoríficos habilitados.

Claves para el crecimiento

Si la situación no es todavía peor, según Nazar, es porque el gobierno de Río Negro aplicó en los últimos años un programa ganadero de créditos “que funciona muy bien” y que ha servido para “comprar genética y madres”. Pero igual la ganadería bovina en la zona andina rionegrina está lejos de alcanzar el nivel de Chubut -por ejemplo en Cholila, Esquel y Trevelin- donde hay “más trayectoria de integración y de políticas públicas”.

El dirigente ruralista mencionó entre las líneas de trabajo a priorizar “la apertura de mercados”, ya que la Argentina siempre tuvo políticas muy variables, “que impiden planificar a largo plazo”, y también la integración del sector en “cadenas productivas”, mediante instrumentos como la cooperativa y la unión transitoria de empresas (UTE).

Dijo que Bariloche y la zona cordillerana tiene todo para producir carne orgánica, con precios diferenciados. “La idea es llegar a comercializar con la marca ‘Patagonia´, de la que se habla mucho pero todavía no existe”.

El mercado sería en primer término el turismo y la “gastronomía de excelencia” que ya está instalada a nivel local, para buscar luego otras geografías.

El cuatrerismo es uno de los problemas más graves que enfrentan los productores y se debe a la casi total falta de controles en las zonas rurales.

Menos de 20.000 vacas

El número de cabezas vacunas en Bariloche es muy modesto, pero los conocedores de la actividad dicen que están subestimados porque abundan los productores chicos que permanecen al margen del circuito y de los relevamientos.

Lo único oficial es el anuario del Senasa, que en su última versión da cuenta de que en el oeste rionegrino existen 17.581 vacas, según esta distribución:

Departamento Bariloche: 4.880

Departamento Ñorquinco: 4.201

Departamento Pilcaniyeu: 8.500

Se trata de un stock que está muy lejos de los totales de la provincia y la región, detallados en la columna a la derecha.

En Patagonia Norte

“La idea es llegar a comercializar con la marca Patagonia, de la que se habla mucho pero todavía no existe”.

Santiago Nazar, productor ganadero y dirigente de la Sociedad Rural Bariloche.

“Es necesario la incorporación de tecnologías, no sólo para crear feed-lots, sino también para la ganadería extensiva”.

Carlos Robles, veterinario del INTA.

Datos

El cuatrerismo es uno de los problemas más graves que enfrentan los productores y se debe a la casi total falta de controles en las zonas rurales.
314.296
cabezas de ganado vacuno fueron las censadas en Río Negro según el último anuario del Senasa (2016).
109.700
vacas había en la provincia de Neuquén según el relevamiento anual del Servicio Nacional de Sanidad Animal.
423.996
era la cifra de bovinos que totalizaba la Patagonia Norte (Río Negro y Neuquén) en los registros del Senasa. Chubut pertenece a Patagonia Sur.
“La idea es llegar a comercializar con la marca Patagonia, de la que se habla mucho pero todavía no existe”.
“Es necesario la incorporación de tecnologías, no sólo para crear feed-lots, sino también para la ganadería extensiva”.

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