Una escuela sin gas por falta de planos aprobados

Otra escuela sin clases por el retiro del medidor de gas

El CEM 2, el secundario público ubicado en el barrio Melipal, permanece sin clases desde este lunes por la falta de calefacción ante el retiro del medidor de gas.

El gremio de los docentes, Unter, denunció esta situación y afirmó que Camuzzi retiró el medidor porque “detectó pérdidas en las instalaciones”.

Edgardo Straini, secretario general de Unter Bariloche, apuntó a la falta de mantenimiento en las escuelas y relevamiento de las conexiones de gas en los establecimientos de Bariloche, lo que condujo la semana pasada al retiro del medidor en la escuela 267 – que ahora tiene clases rotativas y calefacción eléctrica- y se suma esta semana el CEM 2.

En la órbita municipal desde hace varios meses la Escuela de Arte La Llave también permanece sin gas ante el retiro del medidor. Allí se prometió una obra para mejorar las instalaciones y provisoriamente se sostienen las actividades calefaccionando los espacios con caloventores.

Unter recordó que recientemente se realizó una nueva licitación por el mantenimiento escolar que ganó RG Construcciones y pidió que “incluya el relevamiento y limpieza de todos los artefactos de gas cada establecimiento educativo”.

El gremio reclamó al gobierno que “arbitre los medios necesarios para garantizar el Derecho Social a la Educación de cada niño y niña de la Comunidad Educativa en condiciones dignas”.

También pidieron respuestas por el mal funcionamiento de cinco calefactores en la Escuela Especial Nº19.

La Llave sigue sin gas y pierde 900 alumnos

En la escuela de arte La Llave es imposible quedarse quieto. La falta de calefacción se hace sentir y los alumnos que asisten a los talleres de teatro prefieren equiparse con bufandas y gorros de lana para combatir el invierno cordillerano.

Cansados del frío, los profesores cosieron varios trozos de tela y colocaron una bandera en el frente del edificio para contar los días sin suministro. Un calendario en la puerta da cuenta de más de 120 días a la espera de soluciones.

En marzo Camuzzi retiró el medidor de la escuela y exigió el cambio de caños y calefactores. Las obras se demoraron porque “no había partida presupuestaria”, según reconoció por aquel entonces la subsecretaria de Cultura Ana Gerón.

“Tenemos deserción de alumnos”, reconoció una de las docentes que prefirió no dar su nombre para evitar represalias. Según contó, la carga horaria sigue siendo la misma y tratan de sostener los talleres para que los chicos no pierdan clases.

Los más afectados son los más chicos. Algunos padres optaron por no enviarlos para esquivar resfríos por el ambiente helado. En el último tiempo la matrícula pasó de 1.700 a menos de 800 alumnos.

De nada sirven los caloventores que llevó el municipio. Las paredes tienen agujeros y dejan ver el exterior sin ningún tipo de resguardo para quienes creían que podían refugiarse en la escuela.

“Podríamos estar sin gas hasta diciembre”, comentó la docente acerca de las previsiones que le dieron los encargados de la obra.

El gremio municipal, con sus recaudos, se mostró más optimista. Ernesto Losert, encargado del mantenimiento de los edificios municipales y vocal del Soyem, reconoció que hubo “algún problema administrativo” que generó demoras en el plazo original.

“En 60 días se pudo haber resuelto”, confió y se quejó de una serie de “malas decisiones políticas”. A pesar del traspié inicial, dijo que los trabajos están en el último tramo y que el próximo paso comprenderá una licitación para la compra de once calefactores.

Losert opinó que no se trata de una cuestión de dinero ya que el grueso de la obra fue resuelto. Explicó que un proceso ordinario de compra e instalación no demoraría más de 40 días pero que “hay que meterle ganas”.

El jefe de gabinete del municipio, Pablo Chamatrópulos, explicó que todavía se espera la devolución del medidor y que, una vez que cuenten con el suministro de gas, “no vamos a demorar en trabas burocráticas”.

“La pelota está en la cancha de Camuzzi”, entendió antes de reconocer que la restitución puede llevar semanas o meses.