Las lámparas distintivas

Una enorme lámpara que cuelga del techo de la chocolatería Rapa Nui desde hace diez años fue el mayor desafío que Natalia enfrentó. Son siete metros y una réplica exacta de una lámpara en vitraux que luce una chocolatería en Bélgica.

“Cuando me pidieron esa lámpara estaba embarazada, dije que sí y lo llamé a Willy porque era una lámpara muy grande. Trajeron el esqueleto de la lámpara en hierro al jardín y no coincidía nada, habíamos cortado los vidrios, puesto el plomo y tuvimos que empezar a ajustar cada pieza a esa estructura. En el medio la tuve a Lara. Fue un desafío, la obra más importante”.

También llevan su sello y su estilo personal las lámparas que lucen la chocolatería Mamuschka, la cervecería Manush o la heladería Jauja.

En la Asociación de Artesanos (la casita amarilla de la calle Elflein) Natalia vendió una pieza por primera vez en el 2006. Fue “un antes y un después. Era la posibilidad de tener las cosas en un local, que se vean y la mayoría de los trabajos grandes los tuve ahí”, recuerda.

El paso siguiente fue el armado de un grupo con mayor afinidad, con diseñadores y artesanos que ofrecen productos alternativos. “Eso para mí es fundamental, puedo comercializar las cosas y es una organización horizontal, no es una cooperativa pero funcionamos de manera asociativa. La gente aprecia tener el contacto directo con quien produce las cosas que se lleva”. Y concluye: “Para mí es una satisfacción que alguien elija una pieza mía y la lleve”.

La satisfacción de que alguien te elija


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