Marta les da de comer a los presos del Penal 3

Estudió Gastronomía, Comunicación, Psicología y hasta Teología, pero encontró su pasión en el trabajo social de cocinar en la cárcel.

Marta Barrera cree que la cocina es el camino. Aún antes de estudiar gastronomía se abocó a una tarea social desde la pastelería y la cocina. Estuvo en un hogar de niños, en otro de adolescentes en conflicto con la ley y desde hace 4 años es la jefa de la cocina del Penal 3, donde trabaja codo a codo con los internos.

Con su gorro de cocinera blanco, aros de perlas, chaqueta y delantal, esta mujer de 52 años entrega con pasión seis horas cada día para preparar los dos menúes diarios que se ofrecen a unas 120 o 130 personas, entre los 102 internos que hoy tiene la cárcel, los detenidos eventuales de las comisarías y trabajadores penitenciarios de turno.

Marta llega cada día a las 8 de la mañana. En la cocina –que fue renovada hace pocos meses y está en óptimas condiciones– la esperan los internos que colaboran en las tareas. En total son 7 que se van rotando durante el día y que realizan un trabajo voluntario.

“Acá soy su compañera, compartimos entre todos lo que sabemos, consensuamos los menúes que hacemos de una manera equilibrada, tratamos de tener una dieta nutritiva con un plato fuerte para el mediodía y otro más suave para la noche”, cuenta Marta mientras se mueve por la cocina realizando las tareas para el plato del día: hoy es el turno de albóndigas con arroz primavera. Desperdigados en la cocina están los cuatro hombres que hoy colaboran por la mañana.

Cuando Marta llegó a la cocina del Penal, hace 4 años, el panorama era desalentador. “Era un desastre”, recuerda y no solo por las condiciones edilicias que hace pocos meses mejoraron con una remodelación que realizó el Ministerio de Seguridad, sino también porque la comida no era aceptada por los internos: “tenía un alto grado de acidez que provocaba problemas de gastritis, por eso empezamos a cambiar incorporando más verduras y comidas más suaves sin tanta salsa de tomate ni condimentos”.

Hoy se ofrecen menúes distintos cada día. Las dietas son equilibradas y coordinadas desde Viedma por un ingeniero en alimentos. Pueden preparar platos con carne (que llega cada miércoles a la cocina del Penal), pastas, guisos, pollo, pizzas y hasta goulash. “Para las Fiestas tratamos de dejar algo rico para que puedan compartir además de armar la caja con productos navideños”, relató Marta.

En la cocina se tiene en cuenta además a los internos con problemas gástricos, a quienes se prepara por separado su menú. Para la noche queda un interno a cargo de la cocina pero bajo las instrucciones que ella deja y lo mismo ocurre los fines de semana. El reparto de la comida queda a cargo de la celaduría y de allí se transfiere a un encargado de cada sector o pabellón.

La prioridad para la cocinera es ofrecer buena comida. “No puedo tener una población enferma, yo pruebo cada menú antes porque no puedo ofrecer algo que no esté bien”, insistió.

¿Por qué eligió trabajar en la cocina de una cárcel? Para Marta la respuesta es simple: “siempre me interesó al cuestión social”, por eso asegura que en esta cocina se pasan días alegres y otros complejos, dependiendo mucho del estado de ánimo del interno. “Acá no escapa la realidad que tienen, muchos cuentan sus cosas y lo único que yo hago es escuchar, no los juzgo, veo la constancia que tienen. Eso me da satisfacción”, dijo.

En el Penal se preparan dos comidas diarias para los 102 internos, sumados a los detenidos eventuales de las comisarías y el personal penitenciario.

“Veo la constancia que tienen en venir y dicen que vale la pena. Eso me da satisfacción. Yo los escucho, no los juzgo”.

Marta Barrera lleva más de cuatro años a cargo de la cocina del Penal 3.

Marta les da de comer a los presos del Penal 3

Datos

En el Penal se preparan dos comidas diarias para los 102 internos, sumados a los detenidos eventuales de las comisarías y el personal penitenciario.
“Veo la constancia que tienen en venir y dicen que vale la pena. Eso me da satisfacción. Yo los escucho, no los juzgo”.

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