Abundancia de proyectos, escasez de inauguraciones

Desde que fue creado el parque nacional Nahuel Huapi, la ciudad no registraba la ola de inversiones hoy en danza. Reina, sin embargo, mucha incredulidad sobre su real y pronta concreción.

La inversión en obra pública registra desde hace varios meses una nueva oleada de proyectos que parecen destinados a saldar unas cuantas deudas históricas, pero también se ven jaqueados por la desconfianza, producto de eternas promesas incumplidas.

En el terreno las obras avanzan a plazo lento y los cortes de cintas, en su mayoría, tienen fecha incierta. Sin embargo, pocas veces como ahora se produjo una acumulación de planes de obra cuyos presupuestos sumados superan los 3.500 millones de pesos.

El listado abarca desde la provisión de servicios básicos y construcción de viviendas a la ejecución de complejos de mayor envergadura, de implicancia turística y productiva, como la terminal, el parque tecnológico y el centro de convenciones.

Bariloche fue presentada más de una vez como la puerta de entrada de la Patagonia, como el gran polo turístico de fama mundial o también como un muestrario de lo peor de la desigualdad distributiva, con índices de pobreza escandalosos.

Por todas esas razones -argumento gastado por los dirigentes- la ciudad merecía prioridad especial en las políticas públicas de infraestructura. Pero en los hechos sufrió una postergación crónica y nunca recuperó el ritmo de obras siempre citado como ejemplar, el de los años 30 y 40, cuando nació el parque nacional Nahuel Huapi.

El secretario de Obras Públicas del municipio, Alfredo Milano, cree que una de las causas fue el déficit en la generación de proyectos, que son indispensables para pedir financiamiento en provincia y Nación. “Otro punto clave es la gestión, hay que ser muy perseverante -señaló-. Y con el nuevo gobierno también hay que ser muy prolijo en la ejecución. Hay que cumplir los plazos de obra y aquí en Bariloche falta un poco esa cultura”.

Señaló como dato extra que Bariloche carga con un complejo “problema de jurisdicciones”, que por ejemplo reserva para la provincia varias avenidas urbanas como 12 de Octubre, Juan Manuel de Rosas y Bustillo.

Para Daniel García, presidente de la Cámara de Turismo, también es necesaria una autocrítica sobre la “responsabilidad público/ privada” en la gestión de las obras. “El vecino común también tiene que hacerse cargo de su parte -agregó-. En Bariloche es muy difícil todo. La Mitre se terminó haciendo pero después de un debate larguísimo sobre la calle que queríamos. Y con el hospital pasó lo mismo”.

La ola de obras registra algunos avances firmes y muchos más datos y versiones que quedan sólo en el papel. O ni siquiera eso. Los planificadores, por ejemplo, creen que una de las prioridades es redefinir la trama vial de acceso a la ciudad, que quedó superada por el tiempo y es un pésimo recibimiento para el turista.

Pero concreto no hay nada. Salvo la afirmación reciente del diputado oficialista Sergio Wisky (un equivalente del senador Miguel Pichetto durante el gobierno anterior) quien aseguró que “está previsto” a nivel nacional un nuevo ingreso a Bariloche en “doble vía” desde el puente sobre el Limay.

El ciudadano de a pie sabe bien que de todo lo que se habla (en materia de grandes obras públicas) tiene que dar crédito a un porcentaje mínimo. Y cuando escucha sobre plazos el escepticismo es todavía mayor.

Las obras más requeridas que están a punto de empezar son la construcción de un segundo módulo en la planta depuradora de efluentes cloacales y el colector costanero. También la ampliación de los gasoductos cordillerano y patagónico, esperada desde hace años en toda la región.

Pero la cautela ante las demoras y la sobredosis de anuncios alcanza al mismo presidente Mauricio Macri, quien iba a venir el viernes último para poner en marcha las obras de saneamiento, pero decidió suspender. Entre otras razones, habría influido la imposibilidad de demostrar movimiento efectivo de máquinas y obreros sobre el terreno, condición indispensable del presidente para evitar suspicacias.

Carpetas trajinadas

La queja de cada uno de los intendentes por la dejadez del gobierno precedente en materia de obras de infraestructura es también un clásico. En enero pasado el intendente Gustavo Gennuso dijo que Bariloche “arrastra un atraso de décadas” en ese rubro y se comprometió a revertirlo.

Pero el municipio gasta la mayor parte de sus recursos en sueldos y tiene poco margen para obras. Milano precisó que este año el presupuesto a su cargo es de 70 millones de pesos, con destino casi excluyente en la reparación de calles y obras de pluviales. Para el año que viene su aspiración es tener 200 millones de recursos propios para obras. “Pero para eso todavía tenemos que sentarnos y discutir un poco”, señaló.

El resto del trabajo del responsable de Obras Públicas es llevar proyectos a la Nación y esperar por la aprobación. En muchos casos se trata de reflotar viejas carpetas y proyectos rebotados en ejercicios anteriores.

Todas las fuentes consultadas admiten que el progreso en materia de infraestructura es decisivo para “sentar las bases de una nueva ciudad” y también para apuntalar su economía.

Los proyectos importantes de los últimos años son tan pocos que se los puede citar en un breve párrafo. Bariloche inauguró su primera planta depuradora en 1994 (que a los pocos años quedó chica), estrenó nuevo aeropuerto en 1999 (ya hay un proyecto de ampliación en marcha) y la ruta de Circunvalación en 2005. No mucho más.

Plazos inciertos

Los incumplimientos de los plazos de obra son un mal asumido en todos lados que -muchos dicen- tiene epicentro en Bariloche. La invocadísima demora “por causas climáticas” sirve muchas veces para ocultar retaceo de materiales, de personal o congelamientos en el flujo de fondos.

Los ejemplos más a mano (aunque no los únicos) fueron la ampliación del gasoducto cordillerano y la calle Mitre. La promocionada obra de gas ganó numerosos títulos de prensa durante los años 2014 y 2015 y se la presentó como la solución para los demandantes domiciliarios en espera. La obra nunca se completó al 100% y los frentistas siguen con combustibles alternativos “sin factibilidad” para conectarse a la red.

Ahora está a punto de comenzar una nueva obra para “repotenciar” los gasoductos, que debería dar respuestas a más largo plazo.

La Mitre tenía un plazo de obra de 9 meses. Empezó en enero de 2016 y en mayo de este año (15 meses después) la empresa abandonó los trabajos, todavía inconclusos.

“El vecino también tiene que hacerse cargo. La Mitre se terminó haciendo pero después de un debate larguísimo sobre la calle que queríamos”.

Daniel García, presidente de la Cámara de Turismo.

En cifras

La promocionada obra de gas ganó numerosos títulos de prensa en 2014 y 2015 pero nunca se completó y los frentistas siguen sin poder conectarse a la red.

García: “Servicios y obras para generar empleo”

El presidente de la Cámara de Turismo Daniel García opinó que Bariloche debe hacer cuanto antes las obras postergadas pero también necesita romper la lógica de la deuda constante y anticiparse con “planes directores a diez años”. Mencionó en ese sentido el caso del aeropuerto, que ya necesita un proyecto de readecuación “si el gobierno avanza con esta política de ampliar el mercado de aeronavegación”.

Reconoció que Bariloche enfrenta un grave déficit de servicios básicos que aseguren gas, luz y cloacas a todos sus habitantes.

“Eso es fundamental, pero también hay que pensar en las obras que multiplican, que generan empleo –reflexionó–. Estamos lejos de lo mínimo que necesita la gente para vivir dignamente, pero si no ponemos plata en infraestructura turística el problema va a ser la falta de empleo. Hay que llevar la ciudad a 1,5 o 2 millones de turistas por año, porque eso va a ser trabajo para todos”.

Insiste en que el centro de convenciones, la terminal, el mejoramiento vial y el parque tecnológico son proyectos que van en esa línea.

Milano: la obsesión de mejorar las calles

Si hay algo que influye mucho en el humor de los barilochenses es el estado de las calles. Y en el municipio lo saben bien. El secretario de Obras Públicas, Alfredo Milano, dijo que tiene listo para llevar al gobierno nacional un plan de repavimentación de arterias claves como Bustillo, Pioneros, Costanera, Vicealmirante O’Connor, San Martín, España, Juramento y parte de Onelli, por 650 millones de pesos.

El aporte de la provincia llegaría a través del llamado Plan Castello, con financiamiento internacional. Otro plan es llevar pavimento a las calles de acceso a los barrios y recorridos del transporte urbano.

De las obras que dependen de recursos ajenos, la única que está bajo responsabilidad del municipio es el Promeba de Pampa de Huenuleo, que en la actual etapa incluye cloacas y pluviales para los barrios El Frutillar, Malvinas y Nahuel Hue. La presentación de carpetas para la próxima etapa incluye la extensión de esas redes a los barrios que todavía están excluidos.

La obra de ampliacion de los gasoductos -en la que el municipio no interviene- está licitada con un presupuesto global de 1.700 millones de pesos y no fue incluida en el cuadro anexo porque beneficia a una decena de localidades, no sólo a Bariloche.

El esperado gas

Archivo

Datos

“El vecino también tiene que hacerse cargo. La Mitre se terminó haciendo pero después de un debate larguísimo sobre la calle que queríamos”.
3.641
millones de pesos es el monto global de inversión para 16 obras públicas proyectadas o en licitación o ejecución.
La promocionada obra de gas ganó numerosos títulos de prensa en 2014 y 2015 pero nunca se completó y los frentistas siguen sin poder conectarse a la red.
1.700
millones de pesos cuesta la obra de ampliación de los gasoductos, que beneficiará a una decena de localidades cordilleranas.

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