Natalia Silin, la mujer sinónimo de vitraux

Resultado de una pasión que nació en el 2003, sus lámparas visten comercios, hoteles y casas particulares. Hoy, desde la versatilidad del vidrio, busca hacer productos más accesibles.

Cuando Natalia descubrió el vidrio se entregó por completo. Los colores, las formas, la creatividad la hicieron girar hacia el mundo del vitraux, que colmó rápidamente todos los espacios de su vida y descartó casi por completo aquel gusto por el dibujo que la motivó años atrás a estudiar en Bellas Artes.

Natalia Silin es una referente en vitraux. Sus lámparas (muchísimas, no sabe cuántas porque no es buena para llevar los números de la producción) colmaron los locales de los comercios y hoteles más coquetos de la ciudad pero también se encuentran en casas particulares, porque el boca en boca y la gran vidriera que generan esos comercios para su arte hicieron que cientos de personas quieran tener una en su comedor, su living o su habitación.

De voz serena, risa contagiosa y movimientos delicados cuando trabaja el vidrio, esta barilochense, con dedicación y mucha pasión, supo ganarse un lugar en el mundo del vitralismo y cada día trabaja horas en su taller junto al jardín de su casa en los kilómetros. En voz baja acota: “Puedo estar en el taller todo el día, el privilegio de hacer lo que a uno le gusta no tiene precio”.

El vitralismo

¿Por qué el vitraux? “Me gustó el resultado, tal vez el material no es el más ameno para trabajar, es duro, a veces te lastimás los dedos pero es muy lindo el resultado, el brillo, la transparencia, los colores y tiene muchas posibilidades, es bastante versátil”, detalló al fundamentar su gusto y pasión.

El desembarco de Natalia en el vitralismo data del 2003. Había regresado hacía varios años de estudiar en La Plata, donde hizo la carrera de Plástica con orientación en Dibujo –una preferencia que ahora dejó de lado y a la que ni siquiera por hobby se acerca– y se plegó a la aventura en el rubro gastronómico en la que su familia incursionaba, pero al poco tiempo se dio cuenta de que no era lo suyo. “No sabía qué hacer y justo en una feria me encontré con un vitralista que era de La Plata y estaba viviendo acá, Willy Tagliabue; él daba talleres y me enseñó. En el 2003 empecé con el vitraux”, recordó rodeada de placas de vidrios de colores importados de Estados Unidos en el luminoso taller, colmado de cactus y suculentas, donde se refugia gran parte del día.

“Es un oficio relativamente fácil, hay gente que no sabe y puede aprender porque es una técnica sencilla, el valor agregado es la vuelta que uno le dé desde el diseño. Se pueden hacer un montón de cosas”, contó Natalia, que desde aquel taller que cursó, catorce años atrás, no abandonó nunca la técnica Tiffany que la llevó a crear muchas lámparas con los vidrios de colores opalescentes, “los que más me gustan, por los colores que se logran que son más intensos y tienen más fuerza”.

De lámparas y macetas

Las lámparas que llevan el sello inigualable de Natalia Silin se pueden encontrar en el centro en chocolaterías, cervecerías, cafés. Pero cumplieron su ciclo, ahora está abocada al desarrollo de nuevas creaciones y así llegó en septiembre del año pasado a diseñar macetas y terrarios que por estos días se pueden ver en el local de la calle Moreno donde expone el Colectivo de Diseño, una feria con productos que fusionan lo artesanal con el diseño.

“Siempre me interesó hacer productos que se los pueda llevar todo el mundo. Como las lámparas tienen un costo alto, me parece que está bueno que dentro de lo artístico el vidrio tiene la posibilidad de hacer cosas utilitarias y como cumple la función de decorar y ser algo artístico, le imprimo una vuelta personal porque es una pieza única la que se llevan”, señaló al graficar el momento actual de su producción, donde siempre la premisa es hacer todo el trabajo de manera meticulosa: cortar el vidrio, pulirlo, colocar la cinta de cobre, soldarlo y realizar las terminaciones.

Natalia pasa gran parte de su día en el taller, con “el privilegio de hacer lo que a uno le gusta”.

Ficha técnica

Natalia Silin.

42 años.

Dos hijos: Lara y Juan.

Estudió Plástica en la Facultad de Bellas Artes de La Plata y se vinculó con el vitraux en el 2003.

Su producción incluye lámparas, vidrios en viviendas y comercios, anillos, llaveros, macetas y terrarios, entre otros.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios