Opinión: Trance inevitable

“La Semana en Bariloche” en la mirada del periodista Daniel Marzal que analiza la contingencia y la respuesta de la ciudad.

Datos

La alteración de la vida cotidiana que produce una nevada con tan pocos antecedentes como la del último viernes es el magma ideal para que afloren tantos gestos solidarios como insensibilidades y abusos. Para peor, la emergencia llegó sobre la apertura de la temporada alta invernal, con el efecto “vidriera” a pleno y la ciudad colmada de turistas.
La evidencia primera fue que Bariloche está lejos de contar con la infraestructura básica indispensable para sobreponerse a una nevada de 40 centímetros, con fuerte helada posterior.
Pero así como los gobiernos son ni más ni menos que un emergente de la sociedad que los elige, la calidad de las previsiones “oficiales” no difieren en mucho de las adoptadas por cada familia.
Por ejemplo, ante la falta de hábito son cada vez menos los que tienen cadenas para colocar en sus autos o cuentan con alternativas para sobrellevar un corte eléctrico prolongado.
Las mayores quejas y molestias apuntaron, por lejos, al funcionamiento del aeropuerto, a la terminal de ómnibus, y a la falta de energía, que en algunos barrios se prolongó más de cuatro días. Las falencias del transporte urbano no se quedaron atrás.
Los polemistas más enconados reclamaron con enojo por el soterramiento de los cables y la poda masiva de los árboles que amenazan las líneas. Exigieron más máquinas de limpieza de calles y el castigo inmediato a los que cobran sobreprecios.
Pero la búsqueda de culpables es en el fondo un ejercicio estéril. La cantidad de nieve superó cualquier previsión y es esperable que lo inusual y extraño genere zozobra.
Un empresario turístico dijo que los contratiempos que padeció la ciudad eran lógicos y que el problema es la falta de hábito. “Si nevara así cuatro o cinco veces por año, esto no pasaría más”, conjeturó.
En parte la respuesta insuficiente ante las demandas tiene que ver con la escasez de recursos, que existe y nada indica que en lo inmediato deje de existir.
Pero hay cosas que no dependen tanto del dinero, como lo es brindar una comunicación clara, precisa y completa de lo que pasa y lo que se recomienda hacer. Un déficit que, en este caso, compartieron por igual el municipio, la CEB, la empresa de transporte urbano, las líneas aéreas y los operadores del aeropuerto.

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios