Una mujer quiere vivir con su hija pero un fallo se lo impide

María hace un año que no habla con su hija. El recuerdo del último encuentro en el colegio privado donde concurre la chica en esta ciudad no es bueno. Hace tiempo que María intenta restablecer el vínculo con su hija, pero asegura que la burocracia judicial, funcionarios y la jueza de Familia Marcela Trillini no han facilitado ese objetivo.

María se separó hace varios años del padre biológico de su hija, cuya identidad se mantiene en reserva para protegerla. Formó pareja con un hombre en el 2008, cuando su hija tenía siete años. Con ese hombre convivió hasta marzo del año pasado, cuando la relación se quebró después de una prologada crisis.

María sostuvo, convencida, que ese hombre manipuló a su hija. Afirmó que de esa forma construyó una relación con su hija que, lentamente, la fue distanciando de ella. Mencionó ejemplos de cosas cotidianas. Iban a comprar juntos y a María no la invitaban o hablaban todo el tiempo en inglés y María no podía participar de las conversaciones. “Me decía si quería que mi hija sea como yo, sumisa. Me decía que mi hija era más inteligente que yo y cosas así”, rememoró la mujer. “Nunca pensé que llegaríamos a esta situación. De golpe mi hija se convirtió en una persona que tenía la personalidad de mi ex”, relató, en referencia al hombre que no es padre biológico de la chica.

Cuando se separó de él, y se tuvo que mudar a la casa de familiares, pensó que su hija adolescente se iría a vivir con ella, Pero la chica no quiso. Optó por quedarse con la expareja de María. Allí comenzó la lucha judicial por tratar de recuperar a su hija, que en pocos días más cumplirá 18 años.

Fallo

María imaginó que como madre la Justicia le iba a dar la guarda de su hija. Pero Trillini dictó el 2 de julio de 2015 un fallo que profundizó la separación de la chica y su madre. La jueza ordenó que la adolescente, que había estado 74 días alojada en una institución de Bariloche, quede bajo la guarda de la expareja de su madre (no el padre biológico) por un plazo de seis meses que después prorrogaron.

En el fallo se consignó que la madre advirtió que la chica era “manipulada” por el hombre “desde lo afectivo y lo económico”, ya que afrontaba todos sus gastos. Pero el defensor de Menores Manuel Cafferata avaló la decisión de la chica de no vivir con su madre. Su padre biológico estaba en El Bolsón.

La madre apeló, pero la Cámara de Apelaciones en lo Civil de esta ciudad no hizo lugar al recurso. El nuevo Código Civil que entró en vigencia a mediados del año pasado complicó aún más los deseos de María por recuperar el vínculo con su hija. El derecho del niño a ser escuchado en procesos judiciales que los involucren se transformó en una muralla, porque su hija adolescente no quería estar con ella. Tampoco deseaba verla. Todo se puso cuesta arriba.

María afirmó que intentó con su abogada numerosos recursos, pero todos fueron desestimados.

Burocracia

Hubo un intento de revinculación a partir de algunas entrevistas, pero no hubo avances. La burocracia judicial deterioró aún más la situación. Informes y pericias que tardaban varios meses contribuyeron a dilatar todo. Entre tantas idas y vueltas, la expareja de María reclamó en la Justicia de Familia una cuota alimentaria de $ 32.000 para cubrir los gastos de la chica. El reclamo fue dirigido a María y al padre biológico de la adolescente. Pero la jueza de Familia no hizo lugar al planteo.

María aseguró que tuvo que demostrar que no es una madre violenta, porque su hija adolescente le hizo una denuncia por violencia familiar porque una vez la recriminó por su comportamiento.

Recordó que comenzó a perder a su hija aquel día de marzo del 2015 cuando el hombre que fue su pareja le advirtió que, si cruzaba las rejas de su domicilio, se iba a quedar sin nada. “Y me quedé hasta sin mi hija”, lamentó la mujer. “Siete años me costó irme de al lado de mi ex”. “Lamento de no haberme dado cuenta de la persona que tenía al lado”, reflexionó.

“La Justicia no se da cuenta de que están desprotegiendo a una chica”, sostuvo María. “Nunca llamaron a los testigos ofrecidos por mi parte. Nunca hicieron lugar a los pedidos míos”, afirmó.

“Lo que quiero es que salga a la luz esta situación para que por lo menos los funcionarios judiciales y juezas se vean observados”, puntualizó. “A cualquiera le puede pasar”, señaló.

“Cualquiera puede armar una historia y quedás a merced de un juez”, consignó. En su opinión, “se debería rever el Código Civil, porque está perfecto que se escuche a los chicos pero tiene que haber un equilibrio”. “La Justicia me sacó la autoridad como madre”, dijo.

“Sé que me queda poco tiempo, porque desde los 18 años ya no puedo hacer nada, pero hace mucho tiempo que me dejaron sin voz y quiero que no haya más casos como el de mi hija en la Argentina”, pidió. “La extraño mucho y la quiero. Y siempre la voy a estar esperando más allá de todo lo que pasa”, aseguró su madre.

“No se pueden forzar situaciones”

La jueza de Familia Marcela Trillini informó que tras la sentencia que dictó el 2 de julio del año pasado “dispusimos una serie de informes y pericias”. Explicó que hasta ahora “no hubo una nueva resolución” que modifique la situación de la chica y la relación con sus padres.

El fallo de Trillini, que ordenó que la chica quede bajo la guarda de la expareja de su madre durante seis meses en el domicilio de él, fue confirmado por la Cámara de Apelaciones en lo Civil de Bariloche, que desestimó la apelación de la madre de la adolescente.

La jueza de Familia sostuvo que el objetivo durante esos meses era trabajar sobre los vínculos familiares. Pero explicó que es un tema complejo porque se trata de una adolescente “que tiene su propia impronta” y que demostró “una autonomía progresiva”.

Recordó que se trata de caso de familia ensamblada. Y evaluó que después de tanto tiempo transcurrido, “a esta altura no se pueden forzar situaciones obligando a alguno de los involucrados”. Y no abundó en más detalles porque se trata de una causa donde hay una chica.