Una ventana al esquí que los chicos nunca soñaron

Cuando la temporada invernal empieza a despedirse y baja la actividad en el cerro Catedral, las pistas que todavía lucen un manto de nieve se llenan del entusiasmo y la alegría que desparraman los chicos convocados por el programa de esquí escolar.

Desde comienzos de septiembre, los alumnos de quinto grado de todas las escuelas públicas y privadas de gestión social de Bariloche, Dina Huapi y parajes cercanos como Villa Mascardi, Ñirihuau, Corralito, Cerro Alto y Pichi Leufu, acuden al cerro en ciclos de cuatro días por grupo.

Los instructores certifican que los chicos aprenden con rapidez, al punto de que en la última jornada ya frenan, doblan con fluidez y bajan sin dificultad por pistas “intermedias”.

El programa comenzó en 1999 con mucho trabajo voluntario y la participación de clubes y empresas privadas que aportaban lo necesario, más una ayuda del Estado que variaba según los años.

En 2012 “Esquí escolar” estuvo a punto de desaparecer por falta de recursos y desde ese año lo tomó a su cargo el Consejo Provincial de Educación.

“Que los chicos disfruten, ése es el objetivo principal del programa”, aseguró Ayelén Núñez, una de las “profes” responsables de la organización. Dijo que la gran mayoría no conoce Catedral, ni siquiera la base, a pesar de haber nacido en Bariloche.

Aseguró que la experiencia “es importantísima” para los alumnos, que se preparan durante todo el año y que lo viven como una instancia más de aprendizaje. “En esos días el aula son las pistas”, dijo la instructora.

Este año el programa se extenderá siete semanas (hasta la primera de octubre) y abarca a 1.542 chicos. Instructores, docentes y padres son conscientes de que se trata de una iniciativa con fuerte impacto social.

“Son chicos que por una cuestión de costos no tienen forma de acceder al esquí. A muchos después de aprender les queda la inquietud y el entusiasmo. Algunos que anduvieron muy bien fueron becados por los clubes, como es el caso de Wanda, una chica del barrio Los Coihues que empezó con esquí escolar y hoy compite en snowboard”, contó Ayelén. Otros terminaron como trabajadores de los medios de elevación en el cerro.

La instructora refirió también que “es impresionante lo rápido que aprenden”. Los dos primeros días son los más difíciles, hasta que se familiarizan con las habilidades básicas del esquí, y a partir de allí incorporan la técnica con mucha rapidez.

“Bari”, otro de los instructores, explicó que a diferencia del alumno típico (los clientes que pagan por las clases), los chicos de esquí escolar “se despreocupan de los detalles: del guante, del casco. Y con lo mínimo logran lo máximo. Es muy gratificante”.

También destacó que los niños de escuelas periféricas de Bariloche aprenden con mucha facilidad porque “se animan, y porque tienen un registro corporal más amplio que otros, debido al entorno en el que crecieron”.

Presupuesto ajustado

Aunque tiene el sostén de la provincia, el esquí escolar en Bariloche no siempre funcionó igual. En un principio dependía mucho de las donaciones y el voluntariado, hasta que hace tres años adquirió carácter de programa oficial.

El coordinador general, Daniel Fischer, explicó que a diferencia de lo ocurrido en 2015 “este año el gobierno nacional no puso nada y el municipio tampoco, salvo una compensación a los comercios rentadores, mediante una quita en la tasa Tish a razón de 50 pesos por equipo”. Dijo que el presupuesto total ronda los 5 millones de pesos y el grueso es afrontado por la provincia. Además de la remuneración de los “profes”, el gasto principal tiene que ver con les equipos, los pases y el transporte.

Para el acceso a los medios de elevación la colaboración de la empresa Capsa también fue menor a la de otros años, según indicó Fischer. “Esta vez el programa tuvo que pagar todos los pases, a razón de 1.300 pesos por chico -aseguró-. Facilitar el esquí escolar no está previsto como una obligación para la empresa y ésa sería una cláusula para tener en cuenta cuando se firme un nuevo contrato”.

El dato