“Almacén de ramos generales, bazar Fernández Diez”

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El 26 de septiembre se celebra el Día del Empleado de Comercio debido a que es una fecha de reivindicación de los derechos de estos trabajadores, y por ello creí pertinente recordar a una familia de las que trabajó en el rubro: los Fernández Diez, inmigrantes españoles arribados a estas tierras a principios del siglo XX.

Los iniciadores de tan grande familia fueron los bisabuelos Leandro Fernández de Caso y María Noriega Fernández. De este matrimonio nacieron Nemesio y Bonifacio. Bonifacio se casó con Manuela Diez y engrandecieron el clan: Honorino, Celestino, Antonio, Abundio, Leandro, Nides, Orencio y Teo.

Orencio nació, al igual que sus hermanos, en Armada, pueblito de la provincia española de León, y arribó a la Argentina a los 20 años. Se radicó definitivamente en Neuquén, en donde junto a su hermano Leandro instalarían un almacén de Ramos Generales llamado
L. Fernández Diez y Hnos. SRL, conocida en el Neuquén de ayer como “el almacén de los Diez y Fernández”. El negocio estaba ubicado en calle San Martín 766 de la ciudad neuquina, y en el patio del comercio jugaba a los “bolos” con sus hermanos y amigos, juego y deporte muy popular en su León natal.

La actividad comercial se desarrolló durante cuarenta años y al decir de sus hijos fue hecha con honestidad y sacrificio, tanto que su labor siempre fue reconocida por amigos y clientes. Su comercio era de grandes dimensiones y muy surtido: “almacén de ramos generales, ferretería, bazar, corralón”. Según nuestra entrevistada, “era difícil que el cliente pidiera algo que allí no hubiera”. La jornada laboral era dura y la atención personalizada. Los productos se vendían sueltos, en bolsitas de papel madera atadas con hilo de algodón. El cansancio siempre los encontraba al cerrar las puertas del negocio.

Eran las épocas en donde todos se conocían y se pagaba a fin de mes: la palabra era un documento. Aun existía la ya célebre y siempre recordada libreta, donde se anotaba lo que debían los vecinos. Era una relación de mucha responsabilidad y respeto, y en general nadie compraba más de lo que podía pagar a fin de mes. La mercadería llegaba y se retiraba del ferrocarril en jardinera durante los primeros años, y con el correr del tiempo en camión. El edificio no era de propiedad familiar sino de un vecino, casi dueño de toda la manzana: don Francisco Armas, que también era comerciante pero de semillas, fardos de pasto y elementos de ese rubro.

Leandro en 1939 se casó con Mercedes López y tuvieron tres hijos: Esther, Roberto y Susana. Orencio se casó con Asunción Ramírez y tuvieron también tres hijos: Luciano, Luis y Ana María. Una hermana de Asunción Ramírez, Salvadora, se casó con Lázaro Martín, otro recordado comerciante. El almacén de Martín y el de los Fernández Diez estaban a escasos 100 metros de distancia sobre la misma calle San Martín. “Dato de color: jamás tuvieron ningún problema entre ellos a pesar de ser competencia, pues el ramo era el mismo. Eran cuñados con mi papá, pero el respeto y el afecto eran destacables”, dice Ana María, quien nos proporcionó la historia.

Historias tan comunes como entrañables del Neuquén de ayer que aún susurran por nuestras calles.

¡Feliz día, empleados de comercio!

Beatriz Carolina Chávez

DNI 6.251.256

Beatriz Carolina Chávez

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