El caso del profesor de canotaje que quemó a un chico está en foja cero

Pasó más de un año del bochornoso episodio en el Club Santafesino, donde tres adultos , incluyendo al profesor de la Escuela de Canotaje del club, quemaron con un hierro caliente a un menor de edad. Estamos ante una triste realidad: los tres remeros declarados responsables (culpables) están en libertad. Importan las lesiones físicas, que fueron consideradas graves por la justicia, sin embargo, es más importante el impacto psicológico en un niño-adolescente que fue humillado delante de sus compañeros. Mientras era sostenido por la fuerza por dos adultos (el profesor a cargo del grupo y el padre de otro de los alumnos de remo), le marcaron brutalmente con un atizador de fuego calentado entre las brasas. Las marcas y cicatrices quedarán para toda la vida, en su cuerpo y en su aparato psíquico. Se está recuperando con el apoyo de sus padres, familia, amigos y tratamiento psicológico.

Estos profesores tienen antecedentes de haber realizado broma-daño a otros menores del grupo, por ejemplo, comer pasto, arrastrarse y comer tierra, golpes con toallas en genitales, etc,. Por temor y vergüenza, de no “ser verdaderos machos”, no contaron nada a nadie.

Las bromas y el hostigamiento de éstos peligrosos sujetos continuaron por Whatsapp, donde el profesor se mofaba de lo ocurrido enviando fotos de fuegos encendidos y sugestivas de la tortura y zonas afectadas.

Las autoridades del Club Santafesino respondieron ante el aberrante hecho diciendo que fue un “relato salvaje”, intentando transformar en culpables a la víctima y a sus familiares. Sus autoridades y el docente merecen el repudio general de la sociedad, pues el niño quedó solo, abandonado por los adultos y sin atención médica hasta que llamó a su madre. Real vergüenza de una institución “respetable” de nuestra ciudad.

Si el club ofrece Escuela de Canotaje debe garantizar la práctica con docentes idóneos, que trabajen respetando y siendo responsables de los alumnos a su cargo. Necesitamos docentes con preparación pedagógica y con principios éticos y morales.

Necesitamos instituciones que se responsabilicen de las actividades educativas que se desarrollan en su ámbito.

La jueza Carina Alvarez dispuso el encarcelamiento cautelar inicial por “lesiones graves agravadas por el concurso de dos o más personas y ensañamiento”. Sostuvo que el menor presenta quemaduras y que la afectación extensa es evidente y no se requiere ningún tipo de ciencia médica más que sentido común para determinar con elementos que a simple vista demuestran el sufrimiento que padeció el menor, extraordinario e innecesario. A los pocos días, quedaron todos libres.

Gracias al apoyo fundamental de la Escuela Jean Piaget, el niño adolescente pudo completar el ciclo escolar sin asistir a clase con la presencia de autoridades y profesores en su domicilio.

Deseamos resaltar el importante apoyo que recibió la víctima y sus familiares, con gran contención del grupo “102” que funciona en el Hospital Castro Rendón de forma excelente.

Luego de algunos meses, la justicia los declaró responsables (culpables) y dictó sentencias, pero apelaron por pedido de los Dres. Inaudi y Pandolfi, abogados defensores de los imputados. El Tribunal de Impugnación de Neuquén en diciembre de 2016, dispuso la realización de un nuevo juicio por vicios en la sentencia.

Me pregunto cómo actuarían estas personas, miembros representativos de nuestra sociedad, funcionario público, legislador, docente universitario reconocido, si hubiera pasado lo mismo con alguno de sus hijos o nietos. También me pregunto si es necesario humillar, hasta con saña a los padres de la víctima durante las audiencias, como ha sucedido en éste caso. Intentan cumplir su objetivo a cualquier costo sin importar la verdad ni el sufrimiento humano.

Persiste luego de un año una sensación de indignación creciente, de impotencia personal y social, una sensación de impunidad y de respuesta lenta institucional.

Si, estimados lectores, luego de más de un año de un hecho aberrante y claro volvemos a fojas cero. ¿Qué nos pasa como Individuos y como Sociedad que perdimos la capacidad de asombro y reacción?. Nos insensibilizamos y vemos lo anormal pero frecuente, como normal. No podemos confiar en que nuestros menores estén seguros ni aún en actividades programadas por instituciones reconocidas como serias por la sociedad.

Deseamos que ningún niño-adolescente vuelva a sufrir agresiones provocadas por el encargado de cuidarlo en la práctica deportiva, ni en ninguna otra circunstancia.

Confiamos en la justicia de nuestra provincia por lo que seguiremos luchando para defender los derechos de un menor humillado y una familia con gran sufrimiento.

Armando Kremer

DNI 4.492.678

Armando Kremer

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