El conflicto Mapuche

Por estos días se divulgan a través de los medios relatos de historiadores, opiniones en las redes sociales y programas televisivos sobre esta no tan nueva situación llamada “conflicto mapuche”. Las diferentes posturas no hacen más que reavivar nuevas grietas, brechas sociales donde todos, sin excepción, pretenden obtener sus propios beneficios instalando, con mentiras incluidas, reivindicaciones, entre otras cosas por las tierras, que no son tales y que además están fundamentadas por el contexto histórico que desmiente que los mapuches sean pueblos originarios.

Hoy la situación pasa por el hecho de que hasta el momento ningún gobierno asumió con responsabilidad la solución y expusieron a la República Argentina, con su Constitución, sus leyes, su bandera y su himno al desprecio de un grupo llamado RAM. Éste no es más que la expresión de la barbarie de un grupo de facinerosos, delincuentes, violentos, provocadores, usurpadores, conducidos por Jones Huala, un xenófobo requerido por la Justicia de Chile que propone la lucha armada, alienta la rebelión social, sostiene que la violencia es legítima y pretende expulsar a los latifundios, a los capitales, y recuperar tierras para crear un Estado mapuche, proyecto secesionista que entre otros apoya en forma descarada la diputada Victoria Donda.

En Chile este mismo grupo incendió cantidades importantes de camiones, templos de distintas religiones, incluyendo casas, donde también asesinaron a sus moradores, y hoy continúa intimidando a la población con idéntica metodología anticipando la llegada del papa en su gira por Sudamérica.

En nuestro país, podemos destacar hechos importantes como el que involucra a Santiago Maldonado y a Rafael Nahuel con ribetes poco claros, mucha confusión y con finales inciertos, ya que se continúa con la práctica de las capuchas, los palos, bombas molotov, armas de guerra y las marchas con reacciones muy violentas contra los monumentos, el personal y las estructuras de las instituciones públicas.

El pretendido diálogo para separar a las verdaderas familias mapuches, a las cuales les fueron cedidas tierras por Julio A. Roca en 1899 –con 200 lotes de 625 ha cada una– y por el gobierno nacional en 1902, impone que el actual gobierno salvaguarde el Estado y evite la violencia que siempre nos lleva al fracaso, pero que se trate a estos grupos radicalizados con todo el peso del imperio de la ley. Permitirles que se continúen desarrollando nos llevará a estar inmersos en una odisea al mejor estilo de Colombia con las FARC.

Silvano Giacolla Caruso

DNI 8.119.343

Silvano Giacolla Caruso

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