“El hombre que cae”

Recuerdo esa tarde en que me caía. No encontré ese día alguna razón de querer dejarte. Sólo ese dolor del hombre que cae. Recuerdo esa tarde del sueño perdido.

Un correr al cielo, golpeando en las rocas, cayéndome al suelo.

Sólo ese consuelo de que un simple golpe no detenga el vuelo.

La caída es santa, me vuelve más cierto el golpe que toca dentro de mi alma.

Recuerdo esa tarde, rodeado de abismo, temblando de miedo, sentí que moría en el triste suelo de un mundo perdido sin luz en la mira.

Mientras yo caía vi, entre las mentiras, tus ojos cansados que no se rendían.

Por eso camino. Quizás esta vida no entienda mi sueño, y por más que caiga no podrá un tropiezo detener el vuelo.

Roberto Savasta

DNI 14.251.572

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