“El legado del crucero General Belgrano”

Pocos días después del hundimiento del crucero Belgrano –2 de mayo de 1982–, el diario norteamericano “The New York Times” publicó una foto que inmortalizaba el naufragio. Aquellos fueron días de mucha desinformación. De hecho el siniestro vivido por el crucero con sus 1093 tripulantes no fue confirmado en el momento y a los familiares de los marinos perdidos en el mar se los mantuvo mucho tiempo esperanzados con el rumor de que un submarino soviético los había rescatado.

Sin duda la foto tenía un altísimo valor periodístico e histórico: se trataba del momento en el que prácticamente fallecían la mitad de todos los argentinos caídos durante toda la guerra. También significaba el fin de las negociaciones diplomáticas.

Como era de esperarse, la instantánea causó revuelo entre los militares argentinos que ocupaban el poder y no pocos fueron sus intentos por aplazar la publicación. ¿La foto era real o un montaje? ¿Quién la sacó? ¿Cómo es posible que el enemigo la tuviese? Conocedores de la materia sabían que su publicación tendría un impacto demoledor en la opinión pública, especialmente entre quienes aún apoyaban la guerra en curso. Después de todo, la acción psicológica y la propaganda son tan importantes en la batalla como las balas.

Domingo 2 de mayo de 1982. Minutos después de las 16 el viejo crucero es atacado por dos torpedos disparados desde un moderno submarino nuclear que lo había seguido dos días sin ser detectado. El cielo estaba cubierto. El barco iba en dirección hacia el continente, fuera de la zona de guerra, y no representaba amenaza alguna para la flota inglesa. El primero de los explosivos prácticamente cortó 15 metros del frente del barco. Muchos todavía recuerdan cómo ese terrible estampido dejó al Belgrano en segundos sin proa, deteniéndolo casi por completo… pocos minutos después la segunda detonación extirpó las entrañas de la nave dejándola sin motores, electricidad ni timón, completamente a la deriva. Su destino estaba sellado. La enorme máquina comenzó lentamente a recostarse sobre uno de sus lados. Sus hombres se dispusieron a abandonar el buque sin saber que quizá aún les esperaba lo peor: sortear largos y oscuros pasillos llenos de gritos, heridos, humo asfixiante y un vapor tan caliente que les fundía la ropa con la piel; alcanzar las cubiertas altas, llegar a la balsa salvavidas asignada o nadar hasta alguna sin congelarse en el intento y, por último, flotar a la deriva en uno de los mares más hostiles del mundo por más de 24 horas para ser rescatados.

Como tantos otros, el teniente Martín Sgut alcanzó una balsa y mientras acomodaba a un compañero moribundo encontró en uno de sus bolsillos una cámara de 35 milímetros. Como pudo entonces, y apostando a que el artefacto efectivamente funcionaría entre tanta tragedia y agua salada, sacó la célebre secuencia de fotos, a ciegas. Días más tarde, ya a salvo en Puerto Belgrano, entregó a sus superiores el material confidencial desconociendo que un camarada de armas duplicaría los negativos para lucrar con el naufragio.

En 1984 Sgut ganó en EE. UU. las acciones legales contra “The New York Times”, “Newsweek”, “Associated Press” y la agencia Gamma-Liasson en pos de que sus derechos de autor sean reconocidos, y del oficial de inteligencia naval que duplicó y vendió los negativos se sabe que fue condenado y expulsado de la fuerza recién en 1994.

Como se dijo, en el hundimiento falleció la mitad del total de argentinos que murieron durante el conflicto. No todos eran militares, como por ejemplo los dos hermanos que tenían a cargo la cantina del barco que eligieron voluntariamente acompañar a la tripulación a la guerra. Así, el Belgrano conjuga ser el mayor rescate naval de la historia
–más de 700 sobrevivientes–, con el coraje, entrega, valor, profesionalismo, improvisación y valentía de sus marinos, a pesar de quienes hayan lucrado con la historia.

Ojalá la conmemoración de este suceso nos sirva para entender que hoy Malvinas es mucho más que unas islas y una guerra: es futuro y es el lugar en donde vive el pulso de una nación que desde hace más de 180 años se esfuerza por revertir una violenta usurpación.

A 35 años de lo acontecido la memoria de los tripulantes del Belgrano, cuyas vidas quedaron en el tiempo suspendidas para ser eterno presente, merece que el homenaje sea acción: Néstor Vivier, Isaías Quilahueque, Tulio Lacroix y Mario Flores ¡presentes!

Mario Flores Monje

Comisión de familiares de caídos de Neuquén

DNI 28.789.220

“Ojalá la conmemoración de este suceso nos sirva para entender que hoy Malvinas es mucho más que unas islas y una guerra”.

Mario Flores Monje

Comisión de familiares de caídos de Neuquén

DNI 28.789.220

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“Ojalá la conmemoración de este suceso nos sirva para entender que hoy Malvinas es mucho más que unas islas y una guerra”.

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