“El que roba un Calvino”

La mujer que roba una remera es una mechera y, si es descubierta, va presa ante el festejo general. El hombre que roba una carnicería es un delincuente y el carnicero que lo atropella y mata es un héroe popular. Un chico que roba un celular es un chorro y, si es atrapado, será molido a golpes por una multitud enfurecida que justificará su violencia esgrimiendo que están hartos de los ladrones.

El periodista Néstor Tkaczek detalla sin tapujos ni vergüenza en su columna de este diario, el 20 de septiembre, como durante toda su vida robó libros y es un “intelectual” porque robó un libro de Calvino y no un par de zapatillas (?).

Tratar de dilucidar cómo funciona la discriminación del robo de una mercadería u otra en la cabeza de este periodista, para que en un caso sea un hecho condenable y en el otro una picardía, sería un ejercicio arduo.

Yo también fui estudiante y vivía tentado por cosas que no podía comprar. Pero no me las robé. Me las aguanté.

Viviendo en una época donde hay libreros que deben transformarse en acróbatas de las ofertas para poder pagar las cuentas porque sus ventas bajaron estrepitosamente y donde muchas librerías están cerrando sus puertas, la anécdota del señor Tkaczek suena bastante desubicada.

A lo largo de 40 años en nuestra librería hemos descubierto muchas veces cómo nos robaban mercadería y eso ha generado situaciones de mucha violencia, rabia e impotencia, sobre todo cuando descubrimos al ladrón. Los libreros estamos para comerciar con los libros que compramos y vendemos, no para estar vigilando que venga un vivillo a robarnos lo que sustenta a nuestra familia y las de nuestros empleados.

Néstor Tkaczek, usted puede redactar con lirismo su anécdota y buscar complicidad con un guiño a sus lectores, pero en concreto el que roba roba. Vanagloriarse de eso públicamente es impúdico.

Santiago Rivas

DNI 26.357.193

Santiago Rivas

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