“Infierno en la torre: crónica fantástica, resumen”.

Corre el 2029 y en la “pequeña Dubai”, construida en la parte alta de la ciudad, aprobada no por ordenanza municipal sino por dos leyes fundamentales (ley de la Gravedad y ley del Gallinero), se desata un incendio en el hotel más alto del sector.

Aparentemente un conocido adicto a las drogas, en estado deplorable, provocó un principio de incendio en la habitación donde se hospedaba con su pareja.

Los bomberos acuden raudamente tomando por calles alternativas debido a trabajos de bacheo y reparación de caños rotos en la vía más rápida, pero al llegar al lugar se encuentran con que el incendio se desató en el piso 15 y la escalera llega sólo al Nº 7.

Las bocas contra incendios de la vereda no tienen la presión suficiente ya que el día anterior un camión arenero de gran porte que cruzaba el Acceso Norte rumbo a Vaca Muerta rompió el acueducto, el mismo que se había roto en el 2017 dejando sin agua a más de cien mil personas, en este caso superando las ciento cincuenta mil, pues la inmigración de personas que buscan un destino mejor, lejos de las drogas, casinos y prostitución nunca se detuvo.

Recurren entonces a bidones de 20 litros, provistos desinteresadamente por muchas proveedoras de agua “mineral” que existen en la ciudad debido a la mala calidad del agua potable que provee la empresa estatal, y emprenden la subida por las escaleras como recomiendan los ingenieros en seguridad.

A todo esto, se dificulta encarar el vallado de la zona puesto que los efectivos policiales se encuentran realizando tareas en la toma de Parque Industrial y en la zona de Rincón de Emilio apaciguando los ánimos en una toma vip.

El sector permanecía a oscuras no por seguridad sino por un corte programado por la prestataria que estaba instalando un transformador para llevar energía a los nuevos colgados en las nuevas villas.

Afortunadamente, el incendio sólo se circunscribió al piso 15, así es que con sólo 50 bidones se pudo superar el incidente mencionado (dicen que los proveedores luego facturaron el “servicio”…).

Las repercusiones fueron inmediatas. Los vecinos culparon a los bomberos, los bomberos a los funcionarios del gobierno provincial, éstos al Municipio y el Municipio al EPAS (que continúa en la órbita provincial).

Los bloques en el concejo se acusan mutuamente. Falta de equipamiento en bomberos, de reglamentaciones, de presupuesto, de planificación, de “acuerdos políticos”, son los argumentos que esgrimen los concejales. Lo que sobra es soberbia, como en el 2017. Pero como renuevan cada dos años, nadie sabe nada de lo que se hizo en el pasado. Eso sí, las ordenanzas por excepciones continúan vigentes.

Algún vecino memorioso recuerda que la ciudad contaba con un PUA (plan urbano ambiental) que ningún gobierno aplicó por lo menos desde el siglo pasado.

Aparentemente en este plan se mencionaban directrices que hacían a la diagramación de la ciudad en cuanto a extensión, altura de edificios, zonas apropiadas para su construcción, sistemas de seguridad y conectividad vial entre otros importantes aspectos. Tenía la intención de ser “política de Estado” en cuanto a planificación. Esta documentación digitalizada que también se encuentra en amarillentos papeles aún puede consultarse en el archivo municipal. Quizás los concejales lo hagan desde sus despachos a través de sus tablets; también desde la Sindicatura Municipal, Defensoría y Caesyp, mecanismos de control y asesoramiento del Municipio, con participación directa de los vecinos. Dicen que colaborarán con las autoridades en busca de una solución a futuro.

Gracias a la participación ciudadana nos encaminaremos en forma ordenada hacia la “ciudad del millón”. Aún se recuerda el pavoroso incendio que destruyó totalmente una torre de departamentos en Londres, Inglaterra, en junio del 2017.

Ricardo Dougall

DNI 10.532.537

Ricardo Dougall

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