“María Liliana Ligalupi, una maestra de vocación”

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“María Liliana Ligalupi, una maestra de vocación”

Hace unos días celebramos el Día de los Jardines de Infantes y de las Maestras Jardineras. Hoy quiero recordar a María Liliana Ligalupi, una maestra que hizo de su profesión una misión.

Liliana nació el 2 de marzo de 1961 en esta capital neuquina. Sus abuelos integraron el grupo de migrantes que tempranamente se asentaron en esta capital, cuando aún estaba todo por hacerse. Los abuelos maternos estaban radicados en la vecina localidad de General Roca, Río Negro: se llamaban Fernando Paglialunga y Agustina Gregori, ambos nacidos en la Argentina.

Los abuelos paternos, también argentinos, llegaron provenientes de 9 de Julio, provincia de Buenos Aires: Celestina María Tacchi y Humberto Ligalupi. Don Ligalupi, vale la pena recordar, fue encargado del gabinete fotográfico de la Jefatura policial territoriana, que atesoró en su historial numerosas fotos de los primeros pasos de la historia neuquina.

Su labor permitió hilar tramas de la historia en un testigo clave de la etapa neuquina mencionada, como lo fue –y sigue siendo– la Casa de Gobierno, entre tantos otros trabajos. Los papás de Liliana son María Esther Paglialunga y Juan Carlos Ligalupi, nacidos en General Roca y en Neuquén, respectivamente. Sus hermanos son María Cristina y Juan Carlos Ligalupi. Como neuquina fue a jardín y cursó sus estudios primarios y secundarios en nuestra Escuela San Martín, que fuera el primer colegio secundario, en la década del 40. Hoy se llama Instituto de Formación Docente Nº 12.

Posteriormente continuó sus estudios en la Universidad Nacional del Comahue, en el profesorado en Educación Inicial. Una vez recibida, comenzó a trabajar en esta escuela, primero como maestra y luego como directora y como profesora de Residencia, del nivel inicial, en el terciario.

Quienes la recuerdan nos relatan esos momentos de su pasado. Y nos cuentan que trabajó, además, en el Jardín Ardillitas y en El Conejito. Su trabajo en la docencia lo realizó basado, fundamentalmente, en el respeto hacia los niños, un trabajo caracterizado por el compromiso profesional y ético.

Liliana partió siendo muy joven, el 20 de marzo de 2016. Aún tenía mucho más para dar e infundir. Siempre digo y reafirmo que un buen maestro se puede conocer a través de los primeros testimonios, que son sus alumnos; luego en las palabras que sus propias compañeras de trabajo manifiestan sobre su personalidad: una maestra sencilla, de bajo perfil, dulce, comprensiva.

Así era Liliana, así la recuerdan sus colegas; no lo establecen los papeles de una institución, sino las huellas que ella dejó. Su paso por los jardines mencionados muestra a las claras su amor incondicional por la profesión docente. Quiero terminar este sencillo homenaje para Liliana con palabras que escribiera una de sus “seños”:

“Hoy el Jardín tiene tu imagen impregnada en cada objeto; es imposible para quienes compartimos las horas en este lugar no verte en cada juego, en cada libro, en cada espacio que parece anunciar tu retorno. Qué orgullo haber sido parte de tu historia, qué honor haber compartido mañanas y tardes, qué gratitud por haber recibido tus palabras siempre comprensivas y las miradas más benevolentes, la escucha sin juicio”. Una maestra jardinera joven, respetuosa del otro, que enorgullece la labor docente neuquina.

Beatriz Carolina Chávez

DNI 6.251.256

“Así era Liliana, así la recuerdan sus colegas; no lo establecen los papeles de una institución, sino las huellas que ella dejó”.

Beatriz Carolina Chávez

DNI 6.251.256

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“Así era Liliana, así la recuerdan sus colegas; no lo establecen los papeles de una institución, sino las huellas que ella dejó”.

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