“No quiero asistir a los funerales de la República”

“No tiene ya interés ni es oportuno en consecuencia hacer referencia al contenido del llamado paquete, pero sin embargo no puedo dejar de expresar mi alarma ante la desmesurada extensión de los poderes presidenciales, que hace muy tenue la ya tenue división de poderes. Por eso digo, parafraseando a un personaje argentino que admiro mucho, que no quiero asistir a los funerales de la República”. Con estas palabras don Jaime Francisco De Nevares se retiró de la Convención Constituyente de 1994 denunciando, con la contundencia que la sencillez y franqueza discursiva que lo caracterizan puede permitir, que la reforma propuesta ponía en riesgo al sistema republicano.

Aunque muchos lo citaron y lo citan, parece que pocos se han dado cuenta de que el denominado Pacto de Olivos y la aprobación a libro cerrado del Núcleo de Coincidencias Básicas efectivamente mataron a la República.

Con el argumento de atenuar el presidencialismo, la oposición acompañó el proyecto reeleccionista del oficialismo. Lejos de atenuarse, el poder presidencial se incrementó. Los decretos de necesidad y urgencia, el veto parcial de las leyes, la delegación legislativa y una jefatura de Gabinete absolutamente dependiente consolidaron el hiperpresidencialismo. No puede sorprendernos entonces el desprestigio inmenso del Congreso de la Nación, ni que haya jueces que de la pasividad más asombrosa pasaron a una hiperactividad extraordinaria o que los gobernadores provinciales estén sometidos al poder central. No puede sorprendernos el enriquecimiento exacerbado de funcionarios públicos de todos los niveles y el consecuente y sostenido empobrecimiento de las masas populares. No puede sorprendernos porque hubo quien avisó que iban a matar a la República pero no se entendió o no se quiso entender aquel mensaje.

Es de una inmensa hipocresía que quienes son parte formal de la escenografía republicana montada pretendan honrar a De Nevares poniéndole su nombre a una plaza o a una calle, construyéndole monumentos o haciendo actos para recodar su obra. No veo en la clase dirigente tradicional voluntad política para recuperar aquella República que los “espacios políticos” a los que pertenecen destruyeron con el exclusivo fin de proteger sus intereses personales y partidarios.

Sufrimos hoy, a 22 años de la sanción de la “reforma”, las consecuencias de aquel espurio acuerdo votado sin debate por una convención reformadora plagada de oportunismos y huérfana de patriotismo.

El denominado Pacto de Olivos tiene nombre y apellido, no lo olvidemos y tengamos presente quiénes son los herederos políticos de sus mentores. Lograron lo que querían, se repartieron el poder con el objetivo de sostener el modelo de dependencia que se profundiza día a día.

El famoso “relato”, estrategia común del oficialismo y los opositores pactistas, no tiene otra intención que adormecer cualquier alternativa de reacción real y efectiva.

De Nevares completó aquella parte de su discurso afirmando: “Alguien dijo que la historia será implacable al juzgar aciertos y errores. Yo agregaría: ¡cuánto más aplicable será a quienes han realizado una verdadera subversión en el orden constitucional! No quería caer bajo este juicio implacable de mi patria, aún más que de la historia”.

Carlos Alberto Moraña

DNI 11.837.360

“Es de una inmensa hipocresía que quienes son parte formal de la escenografía republicana montada pretendan honrar a De Nevares poniéndole su nombre a una plaza o a una calle”.

Carlos Alberto Moraña

DNI 11.837.360

Neuquén

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“Es de una inmensa hipocresía que quienes son parte formal de la escenografía republicana montada pretendan honrar a De Nevares poniéndole su nombre a una plaza o a una calle”.

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