“Paros que están bien, paros que están mal”

Los trabajadores han conseguido durante muchos años de lucha hacer que los paros sean medidas que pertenecen a su derechos. La historia dice que la primera huelga registrada fue hecha por los trabajadores de Ramsés III en el 1166 a. C. Los orígenes en los cuales se fundamentan los derechos sindicales y condiciones de trabajo se remontan a la Revolución Francesa de 1798, y hasta principios del siglo XIX. En nuestro país el artículo 14 bis de la constitución habla específicamente del derecho a huelga, por lo cual se debería considerar legal toda acción que se tome en tal sentido por parte de los trabajadores legalmente organizados, o no.

Cuando un obrero o su organización dictaminan llegar a una huelga se debe a factores donde principalmente se debate lo económico, aunque también se pueden debatir infraestructuras, condiciones laborales y hasta factores de poder.

En Río Negro, y desde hace mínimamente 23 años, existe una huelga imperdible casi todos los años, y se trata de los docentes que trabajan en el ámbito estatal. Pocos son los años en los que no se encuentra al trabajador docente parando y reclamando. Está muy claro, y en todo el país, que un docente no gana ni por asomo el salario que debería proponerle el Estado a quien se indica como “el responsable de la educación del futuro de un país”. La educación, como incorporación de saberes, lamentablemente no es tomada muy seriamente por los gobiernos, nacionales o provinciales; de otra manera no se entiende cómo un diputado provincial puede ganar de bolsillo hasta 5 veces lo que gana un docente, y esto no habla mal del diputado, sino de cómo ve el Estado al docente, o al enfermero, o médico de un hospital, con respecto a una figura política.

Todos sabemos que hoy las entidades bancarias, cuya función es hacer funcionar el sistema económico de un país, también están parando y reclamando la apertura de paritarias. Ningún trabajador de estas instituciones ha recibido un apercibimiento económico por estas acciones, o sea, a nadie se le recortó su salario por parar reclamando sus derechos… Pero a todos los maestros y profesores que paran en Río Negro se les han descontado sumas muy importantes en sus magros salarios, y la pregunta que me viene a la cabeza es: ¿hay huelgas buenas y huelgas malas? Si un diputado, un ministro o un secretario de Estado falta a su trabajo, ¿le descuentan algo? Si un trabajador para y ese paro es acatado por la mayoría de los trabajadores, entonces no se trata de una pelea política, como muchos quieren hacerla ver, es porque la realidad económica de este trabajador es muy mala. Pero si encima se le descuentan días de paro, entonces ¿qué deben hacer?

La Provincia dice “No tenemos un peso para darles”, y el maestro va al aula en el mejor de los casos con un salario que llega en un turno a $ 15.000. Y un diputado va a “trabajar” por un salario mínimo de $ 60.000… Y si el diputado no baja al recinto o no se presenta a trabajar no pasa nada; lo mismo con un ministro o secretarios. No hay planillas de recorte de salarios para los que cobran cuatro veces o más que un maestro, pero si el maestro falta o hace huelga entonces es un “traidor a la patria” porque deja a nuestros hijos sin educación, y le descontamos, y a otra cosa mariposa.

No se trata de este gobierno, el anterior o el anterior, sino de políticas de Estado que deberían ser revisadas muy minuciosamente si realmente queremos una población “bien educada” y un mejor futuro, sabiendo también que tampoco el buen salario hace al buen maestro, porque cuando una sociedad deja de lado a sus principales puntales –educación, salud, justicia– entonces entran por la ventana aquellos que por la puerta nunca lo hubieran hecho.

Jorge L. Fernández Avello

DNI 12.862.056

“Está claro, y en todo el país, que un docente no gana ni por asomo el salario que debería proponerle el Estado a quien se indica como ‘el responsable de la educación del futuro de un país’”.

Jorge L. Fernández Avello

DNI 12.862.056

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“Está claro, y en todo el país, que un docente no gana ni por asomo el salario que debería proponerle el Estado a quien se indica como ‘el responsable de la educación del futuro de un país’”.

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