“¿Sultanes o estadistas?”

Cuánta razón teníamos en el 2001 cuando desde el grupo Vahlor proponíamos las candidaturas independientes para poder competir en política. Fuimos visionarios a juzgar lo que pasa con la mayoría de los partidos que se han vuelto unipersonales o que no cumplen con su razón de ser.

Los partidos políticos pasaron a ser meros sellos que le permiten a tal o cual candidato participar en la contienda electoral en forma legal. Así vemos con qué facilidad se arman partidos de un día para otro, como si fuera fácil juntar las afiliaciones mínimas necesarias para su armado. Si no nos gusta el que estamos, formamos otro donde seamos la cabeza, el protagonista, y seguimos atornillados a la política.

Al no haber estructuras partidarias que generen nuevos dirigentes a través de la capacitación para el ejercicio político de sus afiliados, tenemos los mismos dirigentes que se suceden unos a otros en cargos de dirección en todos los gobiernos que usted se imagine, no sólo en la política sino en organizaciones de la vida civil por ejemplo, juntas vecinales, partidos políticos, clubes, federaciones.

Así vemos como resultado sultanatos tanto en las provincias como en nuestra ciudad capital. Vemos la sumisión de los funcionarios de gobierno ante la autoridad ejercida por el político que ingenuamente votaron los vecinos. Aquellos que lograron llegar a través de “el fin justifica los medios” nada han cambiado de esta triste realidad y se acostumbraron a recibir órdenes del sultán de turno para no perder su empleo.

No es ésta la democracia que queremos. Queremos políticos que escuchen a sus representados, que los hagan partícipes de las decisiones trascendentales en la vida de la ciudad y que dejen de lado la soberbia y la arrogancia. Queremos políticos que abran el juego a nuevos protagonistas, a nuevas ideas. Queremos políticos que no se sientan los dueños de los pequeños feudos que fabricaron y que les permiten “hacer carrera”, vivir de la política como fuente de trabajo.

Me pregunto, si los cargos de gobierno fueran “cargas públicas”, ¿habría el mismo interés en participar con la vocación de servicio que se necesita para hacerlo?

Parte importante de este problema es que nuestra sociedad es muy apática con respecto a la participación ciudadana, y es hora de cambiar. No sigamos siendo el rebaño de corderos gobernados por lobos. Participe, piense, proponga. Construyamos una alternativa más participativa, generosa y honesta.

Ricardo Dougall

DNI 10.532.537

Ricardo Dougall

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