“Vamos mal, pero honestamente”

Resulta sumamente comprometido efectuar una sucinta síntesis sobre el resultado de la gestión del Gobierno Nacional desde su asunción hasta la actualidad. Para ello, se ha procurado imprimirle al presente comentario, la mayor objetividad posible.

En ese orden, la mayoría de los ciudadanos considera que el rumbo elegido por el Gobierno Nacional tal vez no sea el correcto o acertado, pero a pesar de los impedimentos exhibidos en la realidad de los hechos como: mayor inseguridad social; presencia de una inflación acosadora; falta de creación de nuevas fuentes laborales, etc. la credibilidad de la Sociedad hacia nuestros políticos continúa decayendo en forma estrepitosa.

A pesar de lo señalado, existe una virtud superior que se destaca y se convierte en “el haz de espada” del Gobierno Nacional. Esa probidad, plasmada en hechos de gestión, se denomina honestidad. Dicho valor moral positivo no debería ser ponderado porque ya existe en la conducta inherente a la persona humana y no se tendría que destacar porque la clase política la debería contener sin considerarla como un atributo superior, sino producto de la naturaleza humana.

En ese sentido, la gente común considera que, si bien, no nos va bien a los ciudadanos argentinos, a pesar del traspaso de fortísimas turbulencias en momentos difíciles, sabemos que los atravesamos pero junto al gobierno en forma honesta.

En ese análisis, se aprecia que la corrupción exhibida públicamente como contar dinero estadounidense delante de las cámaras televisivas y-o introducir bolsones de dinero en un convento produce mayúsculo malestar y sangrientas lastimaduras en la gente que, de no presentarse situaciones similares o al menos no percibirlas, fortalece al gobierno ya que se lo considera que -tal vez-, puede ser más honesto que el anterior. Sólo la historia se encargará de corroborar estas apreciaciones, porque para la mayoría del colectivo “todos los gobernantes son iguales”.

No obstante ello, el hecho de resaltar la honestidad como un valor supremo sobre las demás, jerarquiza a los representantes del Pueblo. Cuando existen buenas intenciones del Gobierno para con el Pueblo, alejadas de toda conveniencia política, la tendencia generalizada se traduce siempre en apoyar al honesto. Se parte de la incredibilidad popular para encuadrarse en un estado de creencia permanente donde éstos son mejores que aquellos porque -al menos- éstos son honestos y no nos roban. Y esta sencilla ecuación, nada más que exaltar y disponer de esta noble virtud (honestidad) la cual conduce a cualquier candidato a la victoria. Si lo señalado puede interpretarse que se está subestimando un pensamiento, creo sinceramente que no es así. Esta ecuación de mayor honestidad, mayor credibilidad: Mayor apoyo y crédito de la gente, ha resultado una cuestión esencial en la vida política Argentina. O sea, se interpreta que puede ser un ser humano incapaz, incompetente para el cargo público pero si es honesto como persona, lo demás puede mejorarse. No somos quiénes para juzgar a nadie o si este análisis resulta procedente o no, sólo se procuró reflejar lo que la realidad exhibe en los hechos.

Miguel A. Knecht

DNI 14.727.625

Miguel A. Knecht


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