Cipolletti: la odisea cotidiana de vivir en silla de ruedas

Las calles, las veredas, el transporte público y los comercios, en general, no cuentan con las condiciones de accesibilidad. Marisel Saez, que convive con una silla de ruedas desde hace 15 años, sabe por qué lo dice: “Son tantas cosas las que tendrían que mejorar”

Un accidente doméstico le causó una lesión medular que le impide el movimiento en sus piernas. Sin pensar lo que pasaría, se subió al techo de su casa a acomodar unas chapas y cayó sentada. “Automáticamente quedé en silla de ruedas”, recordó la mujer.

En ese entonces, tenía dos hijos muy pequeños y al tiempo llegó el tercero. Tuvo que ingeniárselas para seguir adelante. Ellos y los especialistas médicos del hospital Bouquet Roldan, de Neuquén, que colaboraron en su rehabilitación fueron los motores para no bajar los brazos.

“Yo no tengo mayores dificultades. Vivo como cualquiera. El problema no es mío sino del otro, como de la gente que no toma conciencia de un montón de cosas para hacernos la vida más fácil”, expresó. Algunas de esas dificultades son las que se presentan al momento de querer trasladarse en el transporte urbano de pasajeros. Algunos son bajos, pero la mayoría no tiene la rampa necesaria para brindarles el servicio a las personas con movilidad reducida. Y si quiere ir al cine tiene que sentarse en las últimas filas porque al resto de los sectores no puede acceder en sillas de ruedas. Si va a comprar ropa no puede probarsela, y si quiere tomar un cafe también se hace difícil por los espacios reducidos.

Pero las dificultades también se presentan en otros ámbitos, como en el sistema de salud, las mutuales, y el acceso a la vivienda. Marisel recordó que tuvo que esperar mucho tiempo para poder tener su hogar propio.“Son tantas cosas las que tendrían que mejorar, desde el edificio de la municipalidad que no tiene una rampa a las escuelas que no tienen puertas amplias para poder entrar al baño”, remarcó Marisel.