Muralismo y política, las dos pasiones de Juan Urquiaga

El pintor y muralista bonaerense se instaló hace diez años en la ciudad y desde ese entonces viene llenando las paredes cipoleñas de su arte. Tras fundar el centro cultural Casa Gris, hoy lo ocupa un nuevo proyecto: Saulo Bar, en la biblioteca Rivadavia.

En Cipolletti, como se resalta frecuentemente, no existen muchos espacios para difundir el arte. Tanto a nivel municipal como privado, las posibilidades de exponer pinturas o de presentar una obra de teatro son limitadas. El muralismo, como componente de las artes visuales, justamente requiere de grandes espacios para exponer, por lo que los muros toman relevancia para los artistas que se ocupan de ello, mezclando un gran elemento político en el despliegue.

Juan Urquiaga es profesor de arte y desde el 2007 vive en la ciudad. Tras la fundación del centro cultural Casa Gris, acompañado por su colega Silvana Solari, da los últimos toques a su nuevo espacio: Saulo Bar, que devolverá la vida a aquella sala aprovechada por Las Ovejas Descarriadas que a principios del 2000 realizaba interesantes espectáculos en esta sala anexa de la biblioteca Bernardino Rivadavia.

Urquiaga nació en la ciudad de Tres Arroyos, a mitad de camino entre Azul y Bahía Blanca. Allí, su madre lo inscribió en un taller de arte que dictaban dos escultores italianos que habían llegado al continente a principios de siglo para construir las molduras y esculturas que se hacían en los frentes de las casas por aquellas épocas. “La que tuvo la visión fue mi vieja, que veía las caritas de barro que yo hacía y pegaba en la pared del patio que daba a la chimenea para que se cocinen”, recordó. El taller era un ambiente de inmigrantes anarquistas que lo forjó en este arte como “un servicio al pueblo”, según lo definió. “Ellos despertaron mi pasión, yo entraba ahí y sentía el olor y para mí era como un hogar”, reflexionó.

Tras finalizar el colegio secundario se instaló en la capital para cursar sus estudios superiores en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, que en aquel entonces era valuada como el mejor lugar para convertirse en artista. En ese espacio tuvo a grandes maestros del arte como profesores. Así aprendió dibujo con Osvaldo Attila, pintura con Aníbal Carreño, Georgina Labró, César Fioravanti, entre otros. Sin embargo, lo que más valoró de esa casa de estudios fue lo que aprendió “de los compañeros, porque estás al lado de potenciales grandes artistas”, reconoció.

Juan sostiene que su arte “está siempre ligado a la política” y que, además, “la tradición del mural latinoamericano es documental, político e histórico, y en algún punto contestatario”. Aseguró que adhiere a esta corriente y se identifica con la escuela que inició en el país Ricardo Carpani.

El maestro muralista es creador de muchas imágenes se siguen asociando con la militancia política y sindical de los años 60 y 70 y que acompañaron a tapas de libros, ilustraciones de revistas, cubiertas de discos y volantes o periódicos de la izquierda peronista. “Siempre me interesó el arte al servicio del pueblo. Yo entiendo al arte como un elemento transformador de la sociedad en muchísimos aspectos”, consideró.

“Los artistas tenemos un desafío de trascender a la muerte. Ella me va a vencer pero yo le voy a dejar una parte mía que no va a poder intervenir: mi obra”.

Juan Urquiaga, maestro muralista.

Multiplicar espacios para el arte

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“Los artistas tenemos un desafío de trascender a la muerte. Ella me va a vencer pero yo le voy a dejar una parte mía que no va a poder intervenir: mi obra”.
Desde el 2007 vive en Cipolletti y derivó aquí “por amor”, contó, ya que en Buenos Aires conoció a una cipoleña y “para estar cerca de ella” abrió una fábrica de maniquíes en la ciudad. Años más tarde inauguraría el centro cultural Casa Gris, que actualmente se encuentra en una etapa de reubicación. Apoyándose en la ley de Mecenazgo que impusó el gobierno provincial, algunos empresarios como Aldo Buffolo realizarán aportes que deducirán luego de sus impuestos. “Me encantaría refaccionar y poner a cero un gran galpón, con talleres y un gran espacio de exposición en altura, para grandes obras”, imaginó para el futuro de Casa Gris.
Hoy se encuentra puliendo un nuevo espacio que inaugurará en la sala Saulo Benavente, anexo de la biblioteca Rivadavia. Allí comenzará dentro de un mes a funcionar Saulo Bar, donde habrá espectáculos, sector de exposición y bar. De esa forma buscará continuar con la intención de Casa Gris, donde “se podían encontrar determinadas personas que no tienen otro lugar en la ciudad y se quedaban hasta altas horas”, explicó.

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