Con Trump, otra vez la opción por China

A Luis Caputo se le atribuye el rápido y exitoso acuerdo con los holdouts, una de las primeras iniciativas de Mauricio Macri apenas llegado al gobierno, ya hace algo más de un año. El flamante ministro de Finanzas, que comparte aquel resultado con Alfonso Prat Gay (en el gobierno se ignora este detalle) va por un nuevo registro de velocidad: acaba de anunciar el cierre de un préstamo con bancos internacionales por 6.000 millones de dólares y anticipó que en estos días buscará tomar entre 3.000 y 5.000 millones de dólares más de deuda en el mercado internacional, con lo que la Argentina, según las cuentas del mismo Caputo, estaría cubriendo un 65% de sus necesidades de financiamiento adicional para este año. La idea es demostrar que la meta de reducción del déficit es factible y que se demandarán menos dólares de lo previsto incluso en el presupuesto, como promete el entusiasta ministro Nicolás Dujovne. Pero por sobre todo que la Argentina está lista para la asunción de Donald Trump.

El mundo ha girado al revés y una de las principales novedades de la llegada de Trump a Washington es que China podría volver a ocupar el lugar central de la agenda internacional argentina. Una doble paradoja que presenta la política local.

Esta semana parte a Davos la delegación oficial que participará del Foro Económico Mundial, que integran cuatro ministros y una decena de empresarios. El interés por “vender Argentina” es natural, pero nada parece más importante que el contacto que mantendrán la canciller Malcorra y el ministro de Producción Cabrera con funcionarios chinos para encauzar la relación comercial, cruzada por las recientes denuncias por dumping presentadas por la Argentina ante la OMC y la decisión, demorada, de reconocer a China como economía de mercado.

El gobierno ha dado continuidad a los acuerdos firmados con Beijing a mediados del 2014 por Cristina Kirchner –ratificados a libro cerrado por el Congreso y resistidos entonces por Macri– que elevaron la relación al nivel de asociación estratégica integral y según los cuales China tiene beneficios en emprendimientos energéticos, industriales y agropecuarios, se garantiza contrataciones directas, ventajas impositivas y de abastecimiento y hasta la importación de mano de obra (aunque el gobierno dice que se aseguró que será siempre local).

El volumen de la relación con China es equivalente a la de todo el resto de la agenda internacional argentina. Hay más de u$s 20.000 millones de inversiones en danza, entre los proyectos de las represas en Santa Cruz, las centrales nucleares Atucha III y IV y los créditos de Eximbank para el financiamiento de obras de infraestructura en San Juan, Jujuy, La Rioja y Neuquén, más el fondeo del plan Procrear.

El comercio global de China retrocedió un 6,8% en el 2016 y sus exportaciones cayeron en diciembre un 6,1%. Muchos economistas advierten que un Estados Unidos más cerrado para China representa un riesgo para países como la Argentina. “Será una etapa de altísima conflictividad, no ideológica, sino competitiva”, le dijo ayer a Río Negro el embajador en Beijing Diego Guelar, quien fue representante también ante Washington y conoce ambos lados del mostrador.

Macri tiene previsto viajar a China en mayo para un encuentro con el presidente Xi Jinping, con quien ya se reunió en septiembre en la cumbre del G20 en Hangzhou. “Celebro que hayan vuelto al mundo”, dijo Xi entonces por el regreso de la Argentina a los mercados internacionales. La frase podría ser hoy resignificada.

“Celebro que hayan vuelto al mundo”, dijo entonces Xi Jinping por el regreso de la Argentina a los mercados. La frase podría ser hoy resignificada.

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“Celebro que hayan vuelto al mundo”, dijo entonces Xi Jinping por el regreso de la Argentina a los mercados. La frase podría ser hoy resignificada.

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