Distracciones públicas, corrupciones privadas

mirando al sur

Los avances en las causas judiciales en que se investigan hechos de corrupción que involucran a los más altos funcionarios del último gobierno nacional y las evidencias abrumadoras de que algo no estaba bien en las cabinas de comando y las trastiendas, pasillos e intimidades del poder durante la “década ganada” producen curiosas reacciones en muchos adherentes a la “causa kirchnerista” y gente que se siente -o se sintió- identificada con sus políticas.

Hay una reacción refleja que se explica en quienes están más involucrados o comprometidos en la anterior gestión: se responde denunciando persecución política y manipulación de la justicia. Y mientras se siguen revelando negocios y negociados realizados en el ejercicio de funciones oficiales, otorgamiento de beneficios, desvío de fondos, enriquecimientos patrimoniales difíciles de justificar, desplazamientos de abultadas sumas de dinero “en negro”, evasiones impositivas flagrantes, la respuesta es ¨¿por qué ahora?¨, ¨¿por qué los mismos jueces que fueron complacientes, ‘durmieron’ expedientes y causas abiertas, están ahora tan ávidos de avanzar en los procesos?

Una variante de esta reacción defensiva es la actitud vergonzante: “está bien, admiten a regañadientes, hubo hechos de corrupción, pero se utilizan para invalidar todo lo que los gobiernos de Néstor y Cristina hicieron de bueno y dejaron de positivo”. Al no separar la paja del trigo, de tal modo, se termina justificando el enriquecimiento ilícito y el apartamiento de la legalidad.

Durante los últimos seis meses llegó a casi una veintena el número de ex altos funcionarios que fueron procesados y deben dar explicaciones ante la Justicia por diferentes causas: incluyen a la ex Presidenta, al ex vicepresidente Amado Boudou, a los ex ministros Julio De Vido, Aníbal Fernández, Jorge Capitanich, a los ex secretarios Ricardo Jaime y Guillermo Moreno, entre otros. Mientras tanto, allí tenemos a Lázaro Báez y José López en la cárcel luego de ser pescados ‘in fraganti’ sin poder explicar convincentemente sus usos y costumbres -como empresario el primero, como funcionario el segundo-, y los millones de dólares atesorados en las cajas de seguridad de la familia Kirchner.

Eso no invalida todo lo que ocurrió entre 2003 y 2015, con sus luces y sus sombras, sus avances y retrocesos. Simplemente, va completando el cuadro y permite que la sociedad vea aquellas partes de la historia que se le perdieron o escamotearon. Llega entonces la segunda reacción: “se está queriendo distraer, sostienen algunos, con la corrupción pasada los padecimientos y noticias ingratas del presente”: el tarifazo y el ajuste económico, la pobreza persistente, etc, etc…

Hay, evidentemente, una relación directa entre corrupción y distracción. Para que unos pudieran actuar transgrediendo las leyes y a espaldas del escrutinio público “robando para la Corona”, otros –muchos- tuvieron que mirar para otro lado. Se trata de algo así: vivimos durante años haciendo la vista gorda a un manejo discrecional del poder que devino en prevaricato. Esta figura jurídica, poco utilizada, define una situación en la que un funcionario público hace mal uso de sus potestades incumpliendo la ley o lesionando derechos de otras personas.

Quienes participaron del gobierno o lo defendieron, miraron para otro lado porque creían estar haciendo cosas más importantes y, siguiendo mal a Maquiavelo, creían que “el fin justificaba los medios”, o repitiendo el dicho popular, justificaban diciendo que “robaban pero hacían”. El kirchnerismo le introdujo una variante a este conformismo: “robaron pero repartieron”. El conjunto de la sociedad, mayoritariamente, también avaló que así se gobernara el país, refrendando con el voto ese rumbo, mientras hubiera consumo, tarifas subsidiadas, asistencia a los pobres y fútbol para todos. Eso sí que fue “distracción”.

Ahora, descorrido el velo de inmunidades e impunidad, todo va saliendo a la luz más tarde o más temprano. Y es menospreciar el raciocinio y sentido común de la gente suponer que conocer las estafas y prevaricatos que se han cometido es perder el tiempo o evadirse de los problemas actuales. Está en manos de los fiscales investigar, y de los jueces esclarecer y sancionar la corrupción de los últimos años; de los organismos de control prevenir la corrupción que puede seguir ocurriendo y de la sociedad en su conjunto, a través de sus más diversas expresiones representativas, permanecer alerta, separar la paja del trigo y no hacerse la distraída.

Durante los últimos seis meses llegó a casi una veintena el número de ex altos funcionarios procesados que deben dar explicaciones ante la Justicia por diferentes causas.

Hay una relación corrupción-distracción. Para que unos pudieran actuar transgrediendo las leyes, a espaldas del escrutinio público, muchos tuvieron que mirar para otro lado.

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Durante los últimos seis meses llegó a casi una veintena el número de ex altos funcionarios procesados que deben dar explicaciones ante la Justicia por diferentes causas.
Hay una relación corrupción-distracción. Para que unos pudieran actuar transgrediendo las leyes, a espaldas del escrutinio público, muchos tuvieron que mirar para otro lado.

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