El caso Micaela y el grooming

El término “grooming” proviene del verbo inglés “groom” que tiene que ver con las conductas de acicalamiento, de preparación, que ejerce el autor sobre la víctima. En términos vulgares sería el “engatusamiento” que lleva adelante una persona adulta para ganarse la confianza de los chicos utilizando diversas técnicas, tácticas, por lo general de seducción, de provocación, de engaño, de inducción, logrando empatía a través de lo que denominamos la “ingeniería social”, es decir, un estudio exhaustivo de los distintos perfiles en redes sociales de los chicos para la obtención de información que les permita acceder más fácilmente y así lograr su objetivo.

En la actualidad, es un flagelo invisibilizado por nuestra sociedad. Un relevamiento con la consultora Managment and Fit nos arrojó que el 70% de los argentinos desconocen su significado. Desde la ONG encargada de trabajar este delito en el país, Grooming Argentina, hablamos de una nueva modalidad del abuso sexual infantil, sin contacto físico, con la incorporación de las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC).

El grooming es un delito en nuestro país desde diciembre del 2013, donde se incorpora a nuestro Código Penal a través de la norma 26904 en el capítulo II de los “delitos contra la integridad sexual”, en los términos previstos por el artículo 131º; vale decir que la primera y única respuesta que le debemos dar es la denuncia.

Como institución trabajamos en los tres momentos: antes, durante y después, pero tenemos como eje fundamental la prevención, concientizando a la sociedad acerca del uso responsable y seguro de las TIC, adoptando medidas efectivas en materia de ciberseguridad, trabajando en normas y difusión de pautas seguras de actuación como métodos claves para proporcionar a todos, chicos/as y adultos, fortaleciendo la convivencia digital, adoptando herramientas y recursos intrafamiliares que armonicen las miradas, tanto de los chicos como la de los adultos encargados, también en los entornos digitales, bajo la premisa de la “familia conectada”.

Hace poco vivimos un punto de inflexión respecto de nuestra lucha contra el grooming en el país.

Por un lado, en Bahía Blanca conocimos la sentencia condenatoria a prisión perpetua de Jhonatan Luna, quien se camufló bajo perfiles apócrifos para capturar y asesinar a Micaela Ortega, una nena de 12 años, mostrando una de las diversas mutaciones que tiene el grooming, como herramienta y medio de captación para cometer cualquier delito contra la integridad sexual, culminando con el peor escenario que presenta este flagelo: un crimen. En otro de los juicios, desde nuestra institución y luego de dos años de acompañamiento a la familia, pudimos llevar al banquillo de los acusados a un docente de Música, quien acosaba a una adolescente de 14 años vía Whatsapp, también con sentencia condenatoria.

Estos dos hitos reflejan que la conciencia de estos nuevos tipos penales en nuestra sociedad está avanzando y que también debemos desmitificar y romper con la idea de que los ataques siempre provienen de usuarios que se camuflan y mienten en su perfil, bajo el pseudoanonimato.

El debate más profundo que como sociedad nos debemos dar tiene que ver con la edad en la que involucramos a nuestros hijos en redes sociales y les damos esa responsabilidad, dado que la franja etaria más vulnerable que observamos se encuentra entre los 12 y 14 años, donde 8 de cada 10 víctimas son nenas.

Vemos que hoy los chicos que son “nativos digitales” tienen incorporada la comprensión, la destreza y la utilización de internet –y en particular las redes sociales y otros medios– muy por encima de sus padres y otros adultos, pero carecen de percepción de riesgos, por lo que los denomino “huérfanos digitales”. El principal desafío pasa por el mundo adulto, los “inmigrantes digitales”, donde predomina la falta de conciencia de los peligros, la escasa experiencia y habilidad del manejo de los dispositivos, la no comprensión de los contenidos nocivos a los que se exponen a diario los chicos, la negligencia y falta de información. Sin dudas la construcción de una ciudadanía digital segura es responsabilidad y compromiso de todos.

*Abogado y director de la ONG Grooming Argentina


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