El eterno debate cambiario

Mirando al sur

Como si no alcanzara el debate sobre el tipo de cambio real entre el gobierno y muchos sectores industriales, una de las escuchas judiciales a Oscar Parrilli (como extitular de la Agencia Federal de Inteligencia) reveló que Cristina Kirchner opinaba hace nueve meses que el dólar debía ubicarse en 20 pesos. Si ese valor fuera ajustado por la inflación minorista de dicho lapso, equivaldría hoy a unos $ 23, o sea, casi 45% más que la actual cotización oficial, algo inferior a $ 16.

Aunque haya sido expuesto en un diálogo telefónico privado, este diagnóstico cambiario de CFK no deja de ser curioso por varios motivos. Uno, porque la expresidenta será sometida a juicio oral debido a que en el tramo final de su gestión el Banco Central vendía “dólares futuro” a $ 10,50 para la misma época en que se registró la escucha judicial, que ahora se dejó trascender públicamente. Otro, porque buena parte de sus dos mandatos se caracterizaron por un fuerte atraso cambiario, camuflado por el cepo y las estadísticas del Indec, a tal punto que la devaluación de enero de 2014 significó una efímera mejora real que se diluyó en pocos meses. Un tercer motivo es que si el BCRA produjera ahora otra abrupta devaluación del peso como en diciembre de 2015 (45%), impulsaría un nuevo salto inflacionario y/o una agudización de la recesión como en la primera mitad del año pasado. En todo caso, este efecto podría contribuir al deseo de CFK de que los industriales “se fundan todos”, expresado en la misma conversación.

Por cierto que la evolución del tipo de cambio real (TCR) difiere según el punto de partida que se adopte como base y la forma de medirlo. Desde hace algunas semanas, por ejemplo, el propio BCRA incluye en su informe diario un índice de tipo de cambio real multilateral (TCRM), basado en la relación del peso argentino con una canasta de monedas. Según este indicador, el TCRM aún mantiene una mejora de 22,7% con respecto a la base del 17 de diciembre de 2015, cuando el gobierno de Mauricio Macri unificó el mercado y eliminó los controles cambiarios. En este resultado influye la revaluación del real brasileño y la devaluación del euro y el yuan chino frente al dólar. En cambio, un índice con la misma base sobre el tipo de cambio real bilateral (TCRB) peso-dólar, elaborado por el Departamento de Economía de la Universidad de Belgrano (UB), que dirige Víctor Becker (ex director del Indec), muestra un retraso real de 21,2%.

A su vez, el Estudio Broda llega a una conclusión similar (un deterioro de 18,5%) al calcular en pesos constantes (de febrero de 2017) el tipo de cambio real bilateral con el dólar ($ 15,58) y compararlo con los picos de $ 19,10 en el mismo mes del 2016 y de $ 17,7 de febrero de 2014 (posdevaluación de Kicillof). Cuando CFK instauró el cepo cambiario, a fin de octubre de 2011, el dólar equivalía a $ 16,3 y ya se ubicaba 21,3% por debajo del promedio histórico de los últimos 20 años, que fue de $ 20,7 (en ambos casos a precios constantes del mes último). Los extremos de esta serie estadística se ubican en $ 15 en diciembre de 2013 y en $ 41,20 a comienzos de 2002, cuando se produjo la devaluación de Duhalde-Remes tras el fin de la convertibilidad, que hoy equivaldría a un dólar de $ 15,20.

En otras palabras, la actual cotización del dólar a valores constantes está más cerca de la convertibilidad que del promedio de las últimas dos décadas.

Más allá de los números, una prueba concreta del dólar barato es el boom de turistas argentinos que viajan al exterior, muchas veces en tours de compras, para aprovechar la diferencia de precios, como ocurre con Chile, Estados Unidos y algunos destinos europeos. A la inversa, esto significa que la Argentina está cara en dólares, lo cual afecta a los exportadores (en especial industriales), a los sectores con mayor competencia de productos importados y también a la inversión extranjera directa (IED) que el gobierno busca atraer.

En este sentido, un informe de los economistas Lisandro Barry y Carlos Quaglio revela que entre enero de 2016 e igual mes de 2017 el gasto neto de las familias en viajes y turismo al exterior rondó los u$s 8.000 millones y que sólo en el bimestre diciembre de 2016- enero 2017 creció nada menos que 75% en comparación con mismo período del año previo. Esta cifra implica, según los autores, un desvío de gastos en otros países que se restan del consumo local y afectan la actividad económica, además de revelar un problema de precios relativos.

Con respecto a la inversión extranjera directa (IED) el trabajo señala que, según la información oficial disponible, la incorporación neta de capital de origen externo ascendió en el 2016 a
u$s 2.523 millones, o sea, menos de un tercio (31%) que la salida de divisas por viajes y turismo a países limítrofes y no limítrofes. Si bien esa cifra es prácticamente igual al promedio de quinquenio 2011/2015 (u$s 2.545 millones por año), está influida por las remesas de utilidades y dividendos al exterior –que el gobierno anterior había impedido a lo largo de casi todo ese período– y que el año último superaron a la IED en algo más de u$s 580 millones.

A estos datos los economistas agregan que desde el fin del cepo cambiario hasta fin de enero pasado hubo una salida neta de capitales del orden de u$s 8.300 millones, pese a que en blanqueo se declararon unos u$s 8.000 millones, de los cuales u$s 3.600 millones habrían vuelto bajo la forma de depósitos en el sistema bancario local.

Si bien el atraso cambiario contribuye a contener la inflación, no se trata de una política oficial deliberada con ese objetivo. Más bien es consecuencia del alto déficit fiscal y del fuerte ingreso de divisas por endeudamiento del sector público (nacional y provincial) para financiarlo. Una parte de esos dólares financieros deben ser adquiridos por el BCRA para evitar que la cotización oficial se desplome, pero la oferta supera a la demanda. A esa oferta se suman la colocación de deuda de empresas privadas y los dólares comerciales de la cosecha récord de trigo, maíz y soja, más algún remanente del blanqueo que finalizará esta semana.

Más que alentar la inversión productiva, este esquema de tipo de cambio bajo debido al alto déficit fiscal impulsa el ingreso de capitales financieros para aprovechar la diferencia entre las altas tasas locales de interés y un dólar virtualmente “planchado”. Nada indica que esta dinámica será modificada antes de las elecciones de octubre. Pero el endeudamiento estatal implica más déficit fiscal a futuro y limita los alcances de la reforma tributaria que promete el gobierno a partir del 2018, precisamente para bajar los costos internos en dólares.

La actual cotización
del dólar a valores constantes está más cerca de la convertibilidad que
del promedio de las últimas dos décadas.

Si bien el atraso cambiario contribuye
a contener la inflación, no se trata de una política oficial deliberada con ese objetivo.

Datos

La actual cotización
del dólar a valores constantes está más cerca de la convertibilidad que
del promedio de las últimas dos décadas.
Si bien el atraso cambiario contribuye
a contener la inflación, no se trata de una política oficial deliberada con ese objetivo.

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