El fútbol y sus extremos

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Son los extremos del fútbol. Por un lado, el ascenso argentino. Los cinco minutos de Riestra-Comunicaciones. Ahora sin áreas agrandadas, pero igualmente ridículo. Y la “nueva AFA” del Chiqui Tapia que desaprovechó una gran oportunidad para concretar su promesa de tiempos nuevos y distintos. ¿Hay derecho a la sorpresa? Sucede que el fútbol es uno de las más grandes fábricas de ilusiones. Abrimos cada año ilusionándolos con el milagro del título. O de seguir en Primera. O de ganarle a Boca o a River. O de creer que la AFA fallará en serio. Y creer que el fútbol puede ser un escenario más justo que lo que nos ofrece el mundo real.
Del escenario de nuestro fútbol del ascenso, que incluyó ayer barras bravas de San Telmo atacando a su club, pasamos a las luces de París. Dinero de Qatar. Neymar. Barcelona. Abogados. Comisiones de oro para representantes y también para padres-representantes. Fanáticos que queman camisetas de Ney, furiosos por su “traición”. Diarios que le hacían un monumento y que ahora lo lapidan. Todo eso es en estas horas la trasferencia de 222 millones de euros de Neymar al PSG.
La cifra duplica el récord anterior de Paul Pogba de Juventus al United. Así son los nuevos tiempos. No es fútbol. Es la TV que paga millones y a cambio exige espectáculo. Y son también patrones o directamente países que compran clubes para usarlos como vidriera. El fútbol es una excusa. Y, en el medio, sigue la pelota. Que ya está más que manchada, como bien lo sabe el propio Diego Maradona, ahora amigo de la FIFA. Y amigo también del Riestra que ascendió haciendo trampa a la vista de todos. Su Mano de Dios provocó dudas y polémicas en las primeras horas. Lo de Riestra, en cambio, fue escandaloso al segundo. Creíamos que la nueva AFA se desnudaría apenas iniciada la Super Liga. No. Se desnudó con el Ascenso.
¿Qué será del fútbol si ahora los millonarios pagan esas cláusulas que se habían impuesto para evitar la locura? Ahora se paga también la locura. A Neymar, es cierto, puede gustarle mucho el dinero al estilo Tevez. Pero él entendió que, con su amigo Messi eterno e indiscutido, tiene un techo en Barcelona. Y tiene todo el derecho de aspirar al Balón de Oro en otro proyecto. Messi, pese a que perderá a su socio ideal, lo comprendió mejor que nadie. El morbo casi hubiese deseado que se pelearan. No fue así. Y, lejos de decirle “traidor”, Messi despidió a Neymar de modo cálido y deseándole suerte. A la altura de su fútbol.

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