Mirando al sur

No sólo los casi 1.000 empresarios que participaron en Mar del Plata del 53º Coloquio Anual de IDEA le brindaron al gobierno de Mauricio Macri el espaldarazo de exhibir en una encuesta las mejores expectativas económicas de los últimos 20 años, con 86% de respuestas optimistas para el 2018. También sellaron, a pocos días de las elecciones del próximo domingo, una suerte de alianza en apoyo a las reformas que propone la Casa Rosada para transformar el perfil institucional de la Argentina.

Antes de analizar lo mucho que se escuchó en el encuentro, conviene recordar que IDEA es atípica dentro de las entidades empresariales del país.

No es gremial, ni sectorial; agrupa a compañías de distintas actividades y tamaños; se ocupa de la capacitación gerencial y, por estatuto, renueva su presidencia cada dos años como máximo. De ahí que sus directivos enfaticen en que defienden valores antes que intereses; que, por otro lado, serían muy difíciles de conciliar entre empresas industriales, agropecuarias, energéticas, comerciales, financieras y de servicios. Esta diversidad hace que el Coloquio Anual sea una gran vidriera económica y política, de la que nunca quisieron participar directamente Néstor ni Cristina Kirchner, aunque no se privaron de ponerle bolilla negra y hasta perseguir a algunos de sus oradores.

Por caso, al actual titular de YPF, Miguel Gutiérrez, quien confirmó públicamente ahora haber sido desplazado de la presidencia de Telefónica de Argentina en el 2004 a instancias de NK, disgustado por su exposición en el coloquio de aquel año. No fue el único caso.

El título elegido para esta nueva edición –“Transformándonos”– constituyó una definición en sí misma. Sobre todo, porque al ser acompañado simbólicamente por el cambio de la imagen visual de IDEA (con un signo < a la manera de megáfono) expresó la intención de la entidad de convertirse ahora en una “voz activa” del empresariado, además del punto de encuentro y debate que viene ofreciendo desde hace más de medio siglo. Probablemente se trató de una sutil autocrítica, reforzada por su actual presidente, Javier Goñi, cuando en el arranque del encuentro sostuvo que “debemos participar activamente, no quedarnos callados cuando algo no está bien y hacer oír nuestra voz”.

Mucho menos sutil fue el periodista Jorge Lanata, invitado a conducir una sesión interactiva con los participantes. “Nos hicieron falta los empresarios durante el kirchnerismo y no estuvieron. No puedo creer que gente que tenga tanta plata sea tan cobarde”, les echó en cara. Aunque por el estilo de Lanata la acusación era previsible, no faltaron los que se ofendieron. Principalmente, a quienes les cuesta diferenciar los roles de las empresas y de los dirigentes.

Sin embargo, más allá de los titulares periodísticos que generó este destape, el dato saliente es otro: hace muchos años –por lo menos veinte– que en un coloquio de IDEA no se percibía un clima de optimismo tan marcado con un gobierno. Macri jugó esta vez de local en Mar del Plata. Mucho más que en el 2016, cuando en su discurso les reprochó no sin ironía a los empresarios falta de fe en su triunfo electoral y el cambio de rumbo económico.

Ahora se prestó a un diálogo informal con los directivos de IDEA, le quitó connotaciones negativas al “círculo rojo” y se retiró aplaudido de pie. Dos noches antes la gobernadora María Eugenia Vidal había repetido la misma performance, cuando habló de la pobreza en el conurbano bonaerense y de la lucha contra las mafias, que juzgó más sencillo que resolver el primer problema.

La cuestión de la pobreza ocupó un lugar preponderante en muchos paneles, al igual que la necesidad de una reforma educativa que facilite el acceso de los más jóvenes a los empleos del siglo XXI, que aún nadie acierta a definir en medio del vertiginoso avance tecnológico. “Hay que pedir que se cambie el sistema educativo para que los chicos no sigan perdiendo tiempo. Tenemos una alta deserción”, disparó Mario Pergolini al coordinar un panel de emprendedores que transformaron sus vidas y trabajos. Otro dato fue que el sector público y el privado sintonizaron el mismo canal a la hora de vislumbrar el futuro. Todos los expositores coincidieron en que la Argentina necesita un cambio cultural, pero que va a llevar tiempo ver resultados.

La frutilla del postre estuvo en la coincidencia entre políticos no kirchneristas (Pichetto, Monzó, Negri, Bossio, Camaño) para debatir reformas después de las elecciones con un criterio constructivo.

Monzó pronosticó el fin de la polarización. Pichetto abogó para que la Argentina salga del sistema en el que las minorías dominan la calle y sume diálogo con empresarios y trabajadores. Y Camaño que es imposible construir un país si no hay acuerdos para salir de las prácticas pendulares. Un preludio alentador para después de las elecciones del domingo.

El sector público y el privado sintonizaron respecto del futuro. Coincidieron en que la Argentina necesita un cambio cultural, pero que va a llevar tiempo ver resultados.

Datos

El sector público y el privado sintonizaron respecto del futuro. Coincidieron en que la Argentina necesita un cambio cultural, pero que va a llevar tiempo ver resultados.

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