El mes de los navales

Mayo tiene numerosos hitos en nuestra historia. Pero para mí es el mes de los navales. Permítanme, sin embargo, arrancar esta historia un mes de abril. Estamos en 1979. La dictadura militar lleva tres años en el poder. Imaginemos una mañana fría, a orillas del río Luján, en el Tigre, en la provincia de Buenos Aires. El dueño de los astilleros Mestrina está enojado. En el casco de una draga en construcción habían aparecido pintadas contra él y algunos capataces, y quejas por un aumento salarial del 10% que al anónimo grafitero le parecía una burla. La pintada la firmaba un genérico “Montos”, y estaba llena de faltas de ortografía para llamar a la “güelga”.

El patrón ha reunido a los operarios del turno de la mañana para hablarles. Frente a él, hombres serios patean el suelo para calentarse, se mezcla algo de olor a vino o ginebra con el de la ropa gruesa para que no queme la soldadura. El trabajo en los astilleros es para hombres duros, pero ahora no lo miran a los ojos, mientras que su aliento se condensa y les desdibuja las miradas. El dueño mezcla las amenazas con un tono paternal y les dice que se dejen de escribir macanas, porque si no iba a tener que llamar al Ejército.

A las pocas horas, las leyendas habían sido borradas por los mismos obreros.

El astillero aún funciona en Rincón de Milberg. Para poner las cosas en perspectiva, hasta 1976 a esa zona le decían “el barrio de los navales”, porque muchos obreros de esa rama vivían allí. Pero a partir del golpe, la rebautizaron como el “barrio de las viudas”.

Las palabras del dueño del astillero pueden parecer una reconvención campechana: iba a llamar al Ejército como quien amenaza con el cuco a chicos traviesos, que en este caso habían pintado una consigna hostil en un chapón. Pero evocaban un hecho concreto y terrible que seguramente muchos de los que lo escucharon esa mañana recordaban muy bien: los secuestros y asesinatos de delegados y obreros de la zona producidos desde 1975, pero sobre todo a partir del 24 de marzo de 1976.

Ese día el Ejército entró en los astilleros y detuvo a decenas de trabajadores, muchos de las cuales no volvieron a aparecer.

La amenaza, esa mañana, resonó en un astillero en el que decenas de testigos vieron un día cómo seis de sus delegados fueron cargados en camiones militares para no volver a aparecer. Cómo otros tenían que dejar sus empleos y sus casas ante la falta de trabajo o la amenaza cierta de morir.

La pintada y la firma apelaban también a la memoria de otros tiempos, seis años atrás. En mayo de 1973, trabajadores navales habían tomado el astillero Astarsa en protesta por la muerte en un accidente de trabajo de uno de sus compañeros. Pero desde ese entonces las cosas habían cambiado radicalmente, y para peor. Entre 1973 y el momento en el que la Triple A empezó a masacrar a los delegados y obreros combativos, en la zona de Tigre y San Fernando, al igual que en muchos otros lugares del país, se habían producido intensos procesos de movilización y radicalización de las bases obreras, que fueron reprimidos a sangre y fuego sobre todo a partir de 1975. Las ilusiones y la sensación de victoria extendida entre muchos de ellos habían sido intensas, como fueron intensos esos años. Como contrapartida, la represión creciente sembró el miedo y el derrotismo entre los sobrevivientes y los testigos de muertes y persecuciones.

Un camino de la esperanza al miedo regado con sangre. Esperanza (en la propia capacidad de lucha, en la revolución) y miedo (a la muerte, a los secuestros, a la pérdida de trabajo, a que los camiones verde oliva del Ejército reaparecieran una mañana) se alternaron en un breve e intenso lapso de tres años. En “Geometría de las pasiones”, Remo Bodei explica que “el miedo y la esperanza son las pasiones más violentas”. Organizan las acciones humanas, son fundantes de identidades y valores, y están asociadas a momentos decisivos, porque así fueron vividas, o porque de esa manera se recordaron después. Si pensamos que en ocasiones, como escribió Rodolfo Walsh, la historia la hacen personas comunes que realizan acciones extraordinarias, entenderemos la importancia de prestar atención a momentos como esos, y a preservarlos.

Hace mucho tiempo, comencé recordando el episodio de la pintada y el reto en una monografía en la que analizaba el impacto del miedo como disciplinador a escala local. Un típico trabajo académico en el que tomaba el caso de los obreros navales, a los que después de diez años de investigar con ellos y sobre ellos, sentía como mi familia y mis amigos, al punto de vivir su derrota y sus dolores como propios.

Tardé bastante tiempo en recuperar otro sentido posible para la anécdota: el tremendo valor que se necesitaba para una acción tan simple como escribir un nombre prohibido en la chapa de un barco en construcción. La enorme dignidad que se podía cifrar en esa misma palabra, a partir de la memoria compartida de los momentos felices, cargados de esperanza. Por estos días se cumplirá un nuevo aniversario de la toma de Astarsa, así como del secuestro de muchos de ellos, en mayo de 1976. Y de mayo a mayo, los recuerdo ahora, cuando vivimos aún en un país que entre otras cosas es consecuencia de su derrota y de sus muertes. Al recordar esa mañana, el gesto de la escritura sigue sin haber sido en vano.

Hasta 1976 a esa zona le decían “el barrio de los navales”, porque muchos obreros de esa rama vivían allí. Pero a partir del golpe, la rebautizaron como el “barrio de las viudas”.

En “Geometría de las pasiones”, Remo Bodei explica que “el miedo y la esperanza son las pasiones más violentas”. Están asociadas a momentos decisivos.

Datos

Hasta 1976 a esa zona le decían “el barrio de los navales”, porque muchos obreros de esa rama vivían allí. Pero a partir del golpe, la rebautizaron como el “barrio de las viudas”.
En “Geometría de las pasiones”, Remo Bodei explica que “el miedo y la esperanza son las pasiones más violentas”. Están asociadas a momentos decisivos.

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios