El relato de “Francoland”

En medio de la crisis abierta por el desafío independentista en la región de Cataluña, un programa de la cadena británica BBC preguntó a los espectadores si España se estaba comportando “como un Estado fascista” tras el ingreso en prisión de ocho ex miembros del gobierno catalán destituido por Madrid.

Esa imagen, la de una España “opresora” y heredera de la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), ha sido proyectada por el independentismo catalán en su estrategia para visibilizar el proceso separatista en el exterior. Y ha tenido efecto.

El político socialista y ex primer ministro de Bélgica Elio di Rupo dijo tras la intervención de la autonomía catalana por parte de Madrid, a final de octubre, que el jefe del Gobierno español, Mariano Rajoy, se había comportado “como un franquista autoritario”. En septiembre, el politólogo estadounidense Noam Chomsky aseguraba en una carta firmada junto con otros académicos que “el nivel de represión política en Cataluña” era “de un carácter severo y arbitrario que no se experimentaba desde los días de la dictadura franquista”.

Las imágenes de policías golpeando a votantes en el referéndum de independencia ilegal celebrado el 1 de octubre en Cataluña, la destitución posterior del “Govern” de Carles Puigdemont y el envío de varios ex consejeros independentistas a prisión agitaron todavía más un debate que se abría después de 40 años de democracia en el país.

“La democracia española no ha sido capaz de disipar los estereotipos de siglos”, lamentaba el escritor español Antonio Muñoz Molina en una columna de opinión titulada “En Francoland” y publicada en el diario “El País”. Rajoy ha sido criticado por algunos gestos considerados autoritarias. Pero de ahí a tildar de franquista al Estado español por su actuación en Cataluña hay un buen trecho, denuncian algunas voces.

Una de ellas, la del escritor catalán Eduardo Mendoza, Premio Cervantes en 2016. “Comparar la situación presente con el franquismo es una aberración histórica que a veces llega a extremos inadmisibles”, asegura el literato. “La figura de Franco y su dictadura se sacan en procesión para justificar actuaciones o invalidar las del contrario”, señala.

Los corresponsales extranjeros en España coinciden al destacar que la estrategia comunicativa durante el “procès” por parte del gabinete de Puigdemont superó con creces a la de Rajoy. Durante meses, el líder independentista catalán ofreció entrevistas en medios de todo el mundo (sigue haciéndolo ahora desde Bruselas) mientras que el acceso a Rajoy para hablar de este tema era mucho más limitado.

El independentismo organizó, además, grandes y vistosos actos en las calles durante el último lustro. Mientas, en Madrid, solo silencio. Poco a poco, esa imagen de España como Estado represor de las libertades fue calando en algunos sectores fuera de España, aunque las autoridades europeas y los líderes de todo el mundo se mantuvieron siempre al lado de Madrid.

“Que para explicar la crisis catalana se recurra a Francisco Franco, un dictador muerto hace 42 años, resulta sorprendente”, expresa el historiador Javier Moreno Luzón. “En España, se diga lo que se diga, no existe un régimen autoritario sino una democracia liberal, con forma de monarquía parlamentaria, en la que se garantizan los derechos y libertades individuales, hay separación de poderes”, añade. (DPA)


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