Felices fiestas

Panorama

La gente va a notar la mejora a fin de año, apuesta, ahora sí, un hombre clave de la jefatura de gabinete. Sin advertirlo da por tierra con la profecía del incendio, aplicada invariablemente a todos los finales de año en un país con 15 millones de pobres, un tercio de su población. Felices fiestas: de pronto las expectativas del gobierno aumentaron y ya se hacen cálculos sobre la base de modelos matemáticos de probabilidades (es literal), acerca de las chances para octubre. “Es una elección binaria”, anticipa ese mismo hombre, venido de la empresa. Para Macri será entones esperanza o derrumbe.

También inadvertido pasó el pronóstico del presidente, el lunes, durante un panel organizado por el diario británico Financial Times en Wall Street, durante su accidentado viaje a Nueva York. “Vamos a ganar las elecciones”, dijo ante una consulta que contenía una cuota de suave veneno: los inversores aún dudan, no del éxito, sino de las posibilidades de continuidad del modelo aperturista como para venir a enterrar sin más su dinero en la Argentina. El éxito del foro económico organizado en el CCK con más de 1900 invitados de todo el mundo dejó anuncios de inversiones por u$s 8.290 millones, según difundió el viernes el ministerio de Hacienda. “… todo ayuda”, dicen en el gobierno y dan una medida de lo que representa esa cifra.

Sin demasiadas precisiones un hombre del equipo económico arriesga que la tasa de inversión aumentará el año próximo un 14%, lo que llevaría el registro a casi un 20% del PBI. El cálculo explica la proyección de crecimiento para 2017 incluida en el presupuesto que tratará esta semana el Congreso, estimada en 3,5 puntos. Un reciente informe de la consultora Abeceb indicó que la Argentina debería recibir inversiones equivalentes al 19% del PBI durante los próximos cinco años si su objetivo es lograr un crecimiento sostenido. Esa es la apuesta.

Habría sonado inverosímil en diciembre, pero en el gobierno han hecho del gasto público la principal herramienta para reactivar la economía. Keynesianos, como Kicillof. Defienden sin embargo la idea de que el gasto se redujo, incluso bajándoles impuestos al campo y a las mineras. Proyectan una reducción en los subsidios de 50.000 millones de pesos el año que viene (220.000 millones de pesos, contra 270.000 de este año), un punto menos del déficit. Y se los ve rabiosos ante las críticas surgidas de la ortodoxia económica, sobre todo de hombres de Fiel. “Si ajustáramos como dicen, no duramos ni 15 minutos. Como ellos con López Murphy”, dicen, por el breve y turbulento paso del economista durante el gobierno de la Alianza.

Si este discurso llegara a conmover a algunos gremios, hay una parte oculta. Está en la respuesta a los reclamos de las empresas sobre el elevado costo laboral en la Argentina. “Nosotros queremos recuperar el poder de compra del salario. Pero ustedes acuerdan aumentos que un país como la Argentina no puede afrontar”, los acusan desde el equipo económico. Un asesor calificado, que ha trabajado en la elaboración del congelado Plan de Gobierno, presenta la controversia con mayor crudeza: “No quiero ser como González Fraga –dice por el ex titular del banco Central que se atrevió a sugerirlo–. Pero el gobierno pretende subir la competitividad con salarios altos en dólares. Y todos saben que eso no es posible”.

La CGT unificada evitó ponerle fecha al paro nacional con el que viene haciendo regates desde que las centrales todavía eran tres. Es común escuchar que la unidad de los gremios es un trofeo frágil (más de un centenar le dieron la espalda a la nueva conducción) y que las dilaciones muestran las diferencias internas. Como sea, la decisión del Confederal de “agotar todas las instancias de diálogo” le abrió una puerta al gobierno. El gastronómico Luis Barrionuevo lo puso en estos términos, ayer: “Lo mejor para, el país sería no hacer el paro”. El jueves, la conducción de la CGT tiene en la agenda un encuentro con el ministro Prat Gay; difícilmente se resuelva la cosa sin pasar por una audiencia con el presidente.

Macri salió ayer por los barrios bonaerenses en una jornada de timbreos que incluyó a los radicales y demás socios de la coalición y también a Elisa Carrió, una figura autónoma. Lo que sugiere esa convivencia podría engañar. “Cambiemos no existe fuera del ámbito del Congreso”, dice una de las autoridades en Diputados, radical. Puede ser cierto, pero también que esta ha sido una semana difícil para el bloque: el gobierno lo enteró por los diarios de las conversaciones para relanzar las relaciones con el Reino Unido. La Comisión de Relaciones Exteriores de Diputados, convocada por Carrió, aprobó por unanimidad un proyecto de declaración que recuerda el “rol insoslayable” del Congreso en las decisiones vinculadas a la política exterior. Con Malvinas pasó igual que con el ajuste del gas: el Congreso miraba de afuera.

El tropiezo de Macri con Theresa May sobre la soberanía de Malvinas pareció un mal augurio para la reanudación de diálogo con los británicos. Acaso haya sido apenas el resultado de un encuentro de dos personas amables en un lugar amigable, pero con escasa experiencia ambas en el uso de las nomenclaturas tradicionales de la política exterior. Esto no disculpa al presidente y a los responsables de llevar adelante esa política.

“Si ajustáramos como dicen, no duramos ni 15 minutos. Como ellos con López Murphy”, se defienden de las críticas surgidas desde la ortodoxia económica.

Dos personas amables en un lugar amigable, pero ambas con escasa experiencia en el uso de las nomenclaturas tradicionales de la política exterior.

Datos

“Si ajustáramos como dicen, no duramos ni 15 minutos. Como ellos con López Murphy”, se defienden de las críticas surgidas desde la ortodoxia económica.
Dos personas amables en un lugar amigable, pero ambas con escasa experiencia en el uso de las nomenclaturas tradicionales de la política exterior.

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