Hola secundario, chau universidad

La propuesta oficial de reforma del secundario en Río Negro lame las propias heridas del sistema. Ante el evidente desgranamiento y escasez de egresados, el proyecto busca preservar al alumno en las aulas, a como dé lugar.

Frente a una realidad en la cual sólo 4 de cada 10 alumnos egresan en tiempo y forma y un 30% no promueve el primer año, el antídoto aparece como el recurso forzado de quien teme por su propia existencia.

En un contexto en el que la escuela ha pasado a ser una caja contenedora de importantes problemáticas sociales como la pobreza, la violencia o las adicciones, la necesidad de una reforma aparece imperiosa.

La fórmula planteada con mucho voluntarismo tiene elementos a favor como la asistencia obligatoria, la reducción del ciclo básico y la ampliación a tres años entre doce orientaciones a elección del alumno.

Mas es tanta la presión porque el estudiante no fugue del ámbito escolar que se repite en el tentador encanto de la no repitencia y la dación de infinitas oportunidades para la aprobación de las materias.

Sobre que el alumno ha perdido el hábito del estudio, siendo un hallazgo la lectura diaria y sistemática de antaño, hoy se premia al educando con un banco eterno, recuperatorios por doquier y con la obligación, por parte del docente, de emplear otras trayectorias para la comprensión de tales rezagados.

Así se desplaza una presunción en contra del docente. Si el alumno no aprendió no fue porque no estudió, sino porque se le explicó mal.

Estas medidas de emergencia ante la crisis educativa no estimulan la parte más visceral de la educación que es la actitud en los alumnos. ¿Cómo se motiva el ser mejor o la superación? ¿Qué diferencia habrá entre los que se esfuerzan y los que no lo hacen, si todos tienen garantizados su egreso con sólo permanecer?

Así se prepara para una irrealidad. Ni la sociedad ni la universidad respetan esos códigos.

Sin ir más lejos, la propia universidad pública en la región es una máquina de expulsar alumnos que intentan acceder a sus primeros escalones.

Es común observar facultades de universidades públicas regionales que requieren la aprobación de tres parciales y luego un final integral a quemarropa, con horarios que impiden trabajar, con ciertos docentes que exigen sin dictar el programa y adhesión a cuanto paro haya a disposición.

Se produce así un abismo imposible de sortear por alumnos que llegan con dificultades de redacción, de comprensión de textos y faltos de una cultura general mínima que les permita hacer pie ante una playa inhóspita e insalubre.

Ante semejante cuadro de situación, cada vez son más los padres que buscan solucionar tanta incoherencia y nula coordinación, a través de la educación privada. La única, aunque duela admitirlo, que asegura días de clase y cierto grado de exigencia.

Porque en definitiva la pretensión de todo padre, con sus más y sus menos y desde tiempos inmemoriales, es que su hijo estudie y pueda completar su formación, teniendo posibilidades de ampliar su horizonte a futuro.

Así como se vislumbra la educación secundaria en Río Negro, la posibilidad de avanzar en estudios superiores aparece como una quimera. Una cuestión que no surge como prioritaria ante la cruda coyuntura imperante.

La palabra calidad, tan cara a los países que abrazan a la educación como sinónimo de progreso, deberá aguardar a que algún día por estas tierras capee el temporal.

*Abogado, profesor nacional de Educación Física y docente universitario. angrimanmarcelo@gmail.com

Es tanta la presión porque el estudiante no fugue que se repite en el tentador encanto de la no repitencia y la dación de infinitas oportunidades para aprobar las materias.

¿Cómo se motiva el ser mejor o la superación? ¿Qué diferencia habrá entre los que se esfuerzan y los que no lo hacen, si todos tienen garantizados su egreso con sólo permanecer?

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Es tanta la presión porque el estudiante no fugue que se repite en el tentador encanto de la no repitencia y la dación de infinitas oportunidades para aprobar las materias.
¿Cómo se motiva el ser mejor o la superación? ¿Qué diferencia habrá entre los que se esfuerzan y los que no lo hacen, si todos tienen garantizados su egreso con sólo permanecer?

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