Inundaciones: ¿qué nos pasa a los argentinos?

Tenemos 10 millones de hectáreas bajo el agua de las cuales 8 son de las provincias de Buenos Aires y La Pampa, las mejores tierras del país para la agricultura y la ganadería. Las pérdidas son multimillonarias, tanto por cosechas perdidas como por campos que no se pueden sembrar; las cabezas de ganado muertas suman miles, los daños a los campos y propiedades rurales son incalculables; toda la actividad económica de la zona está en crisis.

Pero este desastre con alcances dramáticos para toda la población afectada se limita solamente a ellos, el resto del país continúa prestando más atención a lo que aconteció en el Caribe y Florida, EE. UU., a los disparatados reclamos de los mapuches, a las desvergonzadas actitudes y declaraciones de mediáticos desconocidos, a si Argentina clasifica para el mundial o no, y así hasta el infinito.

No tenemos noción de la magnitud del desastre en que nos encontramos y sus consecuencias para toda la economía del país en su conjunto. Diez millones de hectáreas equivalen a 100.000 kilómetros cuadrados, para comprender el alcance físico de las inundaciones. Tengamos en cuenta que Holanda tiene 41.526 kilómetros cuadrados, Bélgica 30.528, Eslovenia 0.273 y Luxemburgo 2.590, y si sumamos la superficie de los cuatro países nos da un total de 94.917 kilómetros cuadrados, es decir no alcanzan a cubrir lo que nosotros tenemos inundado, ya que todavía le faltarían 5.000 kilómetros cuadrados.

Paralelamente a esto, las autoridades tanto nacionales como provinciales del tema no hablan, sólo hay silencio y aparente indiferencia.

Los argentinos olvidamos que es una nación y como ésta conformado un Estado. Somos solamente grupos aislados de individuos que sólo defendemos intereses personales, sectoriales o partidarios, dejamos de ser una sociedad organizada, perdimos la noción de patria. En razón de ello estamos expuestos a las peores calamidades, no creamos que los países tienen sus fronteras eternas, las mismas son más flexibles, endebles y temporales de lo que pensamos, sólo necesitamos observar cómo a lo largo de la historia se fueron conformando, transformando y desapareciendo los diferentes países, el mejor ejemplo es Europa. Cuidado que los débiles en la vida siempre pierden o desaparecen.

Tenemos abandonados a su suerte a millones de compatriotas, las obras hídricas que hace más de 150 años Florentino Ameghino ya había ideado y propuesto duermen el sueño de los justos, y si algo se hace es parcial, tan parcial que resulta ser nada más que un paliativo. No es que nos falten las soluciones, no es que no sepamos cómo hacerlas, no es que no sepamos cómo financiarlas, es sólo indolencia, indiferencia, desidia, pereza, torpeza y corrupción de sectores que por intereses políticos y/o económicos bloquean cualquier solución.

Cuando nos declaramos independientes lo hicimos desde Tucumán. Cuando San Martín decidió dar la libertad a los pueblos del Sud América lo hizo desde Mendoza. Cuando se produjeron las grandes transformaciones sociales y educativas se originaron en el interior. Pues bien, hace décadas que transitamos el camino de la decadencia, la disolución y el enfrentamiento. Es hora de que desde el interior comiencen nuevamente a soplar los vientos de la grandeza que en el pasado cubrieron al país.

*Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales (Iader)

Las obras hídricas que hace más de 150 años Florentino Ameghino ya había ideado y propuesto duermen el sueño de los justos, y si algo se hace es parcial, sólo son paliativos.

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Las obras hídricas que hace más de 150 años Florentino Ameghino ya había ideado y propuesto duermen el sueño de los justos, y si algo se hace es parcial, sólo son paliativos.

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