Jaque al desdén

Panorama nacional

Asistimos a una crisis en sistema de toma de decisiones del gobierno, un diseño que cobró forma definitiva tras la salida de Alfonso Prat Gay del equipo económico y que no cumplió ni siquiera tres meses de vigencia. Esa crisis no ha sido saldada y su desenlace es todavía incierto. Es el corazón mismo del gobierno el que ha sido jaqueado por el desapego y el desdén.

Un rápido repaso: el presidente Macri consagró ese sistema en diciembre pasado durante una multitudinaria reunión de gabinete ampliado en el CCK, diez días antes de los cambios en Hacienda y Finanzas, cuando caracterizó a su equipo de la Jefatura de Gabinete como sus ojos y su inteligencia. Marcos Peña, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui concentran la mayor cuota de poder en el gobierno e igual grado de responsabilidad, debajo de la del presidente. Hoy han quedado expuestos a un volumen equivalente de críticas. Peña es un dirigente que proviene de la fundación misma del PRO, se lo considera una pieza insustituible y es sin duda el hombre de mayor confianza de Macri. Quintana y Lopetegui son los nombres a los que se alude en la conocida (des)calificación de “gobierno de los CEO”: vienen de la cadena Farmacity y de línea aérea LAN, respectivamente y se reparten la tarea de coordinación de todos los ministerios. Los tres habitan el primer piso de la Casa Rosada y a Peña apenas lo separa un picaporte del despacho del presidente.

Por esas manos pasaron las dos iniciativas dejadas sin efecto por el presidente Macri en los últimos días: el controvertido acuerdo por la deuda del Correo Argentino SA con el Estado, empresa del grupo Macri, y el recorte en el aumento de las jubilaciones, resultado de una corrección en la base de cálculo de la llamada “movilidad jubilatoria”. Como fueron planteadas, ambas decisiones no solo golpearon en los niveles de credibilidad y sensibilidad social del gobierno, sino que además lo privaron de dar dos buenas noticias: el primer paso hacia la solución a un conflicto de intereses entre el Estado y la familia del presidente, que podría haber servido de caso testigo para el manejo transparente de ese vínculo ajado y oscuro, y el anuncio de un aumento a los jubilados por encima del índice de inflación, que equivale, aunque mínima, a una primera recomposición en el poder de compra para esos haberes. El caso del Correo remite a la corrupción, una endemia en la Argentina, y el de las jubilaciones, a la recuperación de los ingresos, capital para la reactivación de la economía. Es por cuestiones como éstas que Macri llegó al poder.

Al presidente le cabe la mitad de la responsabilidad en las dos iniciativas, reconocen fuentes de la primera línea del gobierno. Macri aprobó el acuerdo con la empresa de su familia, sobre el que se trabajó desde al menos la mitad del año pasado sin supervisión alguna de los organismos de control. Inaceptable para los estándares que se impuso el gobierno. Pero el presidente a la vez desconocía el recorte dispuesto en jubilaciones y asignaciones, una decisión que ignora nociones elementales del ejercicio de la política.

Surgido en el ministerio de Hacienda, el ajuste en las jubilaciones responde al programa de control de gasto que propuso el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne y que representa una tarea central en el abordaje del desequilibrio fiscal. Prometía un ahorro silencioso de casi 3.000 millones de pesos en las cuentas públicas. Nada podía estar más lejos de la discreción. El episodio muestra lo difícil que será para el gobierno reducir un déficit monumental, que ya no podrá seguir financiando con deuda sin generar nuevos desequilibrios. Será tema esta semana, entre los anuncios que se esperan de Dujovne.

El clima el vienes en la Casa Rosa era sombrío. En las oficinas de la Jefatura de Gabinete se debatían entre el desconcierto y el despecho. En privado, allí aún se defienden decisiones que derivaron incluso en el fuerte reproche del presidente. “En la Argentina se desconoce el interés compuesto… La sociedad asume que las cosas no tienen que cambiar”, se escuchó decir de manera descarnada, junto con una explicación convincente de por qué está mal hecha la fórmula para las jubilaciones. Dos días antes, en la sesión de Diputados, el ex titular de la Anses Diego Bossio celebró haber persistido en ese error, que mejoraba en proporciones mínimas el ingreso de los jubilados. Hay yerros que la política consiente. Hay otros que no.

La tendencia a volver atrás , más que ser considerada abusiva, debería seguir siendo atendida. El problema no parece estar en la rectificación, sino en la concepción de ciertas iniciativas.

El presidente apeló reiteradamente a la palabra “confianza” cuando decidió ponerse al frente de la tormenta. Por encima de la indignación de todos los sectores, de la sobreactuación y el cinismo, es ese atributo el que más ha sido afectado en su gestión.

Macri tendrá un alivio esta semana con su vista a España. No es un dato menor que se haya visto obligado a suspender su participación en timbreo programado para ayer por Cambiemos. Premeditadas o no, el presidente está recogiendo reiteradas muestras de hostilidad en sus apariciones públicas. De poco serviría un giro hacia el encierro.

Bossio celebró haber persistido en ese error, que mejoraba apenas el ingreso de los jubilados. Hay yerros que la política consiente. Y hay otros que no.

Macri ha confiado el tema que envuelve a su familia, a los negocios de su padre, a una propuesta de los jueces. La solución no llegará por esa vía.

Datos

Bossio celebró haber persistido en ese error, que mejoraba apenas el ingreso de los jubilados. Hay yerros que la política consiente. Y hay otros que no.
Macri ha confiado el tema que envuelve a su familia, a los negocios de su padre, a una propuesta de los jueces. La solución no llegará por esa vía.

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