Las dimensiones de la pobreza

Mirando al sur

Un gráfico sobre la evolución de la pobreza incluido en el último informe de la consultora Invecq resulta tan elocuente como incompleto: se asemeja a un tobogán apenas ondulado en su tramo final, con su extremo más alto en el 58,5% del 2003 y el más bajo en el 28,6% del primer semestre de 2017, difundido la semana anterior por el Indec.

Si no fuera por un detalle muy importante, esa línea descendente podría servir para la actual campaña electoral. El gobierno de Mauricio Macri ya se ocupó de resaltar en estos días que la tasa de pobreza es poco más baja que cuando asumió a fin del 2015 (comparada con la medición de la UCA, ya que la del Indec era entonces absolutamente inverosímil).

Y Cristina Kirchner podría rescatar que durante la era K se había logrado reducirla desde aquel 58,5% poscrisis 2001/2002 hasta 27,3% a comienzos del 2013, aunque trepó a casi 30% al concluir sus dos mandatos.

Sin embargo, en uno y otro caso el rédito político sería escaso: 1 de cada 3 habitantes sigue viviendo hoy por debajo de la línea de pobreza, lo cual abarca a 11,3 millones de personas, de las cuales 2,6 millones (6,2%) son indigentes y no cubren sus necesidades alimentarias básicas.

El detalle que falta sería extender el eje horizontal del gráfico hasta 1974, para verificar
–créase o no– que en ese año el número de pobres equivalía a apenas el 4% de la población, sin mentiras estadísticas.

No sólo este indicador muestra la decadencia social sufrida a lo largo de las últimas cinco décadas. También en los diez años que van desde el 2006 hasta 2016/17 la Argentina fue el país donde menos se redujo la tasa de pobreza (30%), a diferencia de Bolivia, Colombia y Paraguay (entre 35 y 41%) y más aún de Perú, Chile y Uruguay que lograron bajarla a menos de la mitad, según la consultora LCG.

Para peor, la consultora Ecolatina revela que el PBI per cápita (la oferta total de bienes y servicios dividida por el número de habitantes) se multiplicó sólo 2,1 veces en el período 1950/2010, mientras que Brasil lo hizo 4,1, Chile 3,8 y Colombia 2,5 al igual que Perú. O sea, la torta a repartir creció menos que la población total.

En el mensaje del proyecto de Presupuesto Nacional para el 2018, el gobierno estima que, si la economía creciera sin pausa a un ritmo de 3,5% interanual, duplicar el PBI per cápita llevaría nada menos que 25 años.

Una primera lectura del último informe del Indec permite concluir que la baja de la pobreza –de ingresos– al nivel de 28,6% en el primer semestre (comparada con el 31,2% del mismo período del 2016) obedece al descenso de la inflación, ya que en rigor la medición se basa en el costo de las canastas básicas para cubrir las necesidades de hogares y personas en todo el país. No obstante, una interpretación lineal puede inducir a errores.

Por caso, entre los chicos de 0 a 14 años la pobreza afecta al 42,5% del total (con una baja de 4 puntos respecto de hace un año), mientras que entre los adultos mayores de 65 años se reduce al 6,4%.

Pero en los jóvenes de entre 15 y 29 años asciende a 34,6%, diez puntos más que entre las personas de 30 a 64 años (24,2%). Esta situación podría atribuirse al dispar alcance de programas de asistencia social como la “reparación histórica” para jubilados y la pensión universal para adultos sin aportes, la actualización del seguro de desempleo y asignaciones familiares (extendidas además a monotributistas) y una mayor cobertura de la Asignación Universal por Hijo, no obstante lo cual la indigencia entre menores de 14 años se elevó de 9,4 a 10,6%. Paralelamente, la distribución regional del Indec muestra varios aglomerados urbanos con tasas de pobreza superiores al 30% en el primer semestre del 2017. Es el caso de Santiago del Estero-La Banda (45%), Concordia (42%), Corrientes (40%), Viedma-Carmen de Patagones (34%) y partidos del Gran Buenos Aires (32,6%), a diferencia de Neuquén-Plottier (27,3%).

En el promedio nacional, los hogares pobres necesitan 15.500 pesos mensuales para adquirir la canasta básica total (CBT), pero cuentan con un ingreso familiar de 9.600 por mes y cubren apenas 62% (un punto menos que el año pasado). Más grave es la situación de los hogares indigentes que, con ingresos promedio de 3.600 pesos, cubren el 58% de la canasta básica alimentaria (6.190 pesos mensuales).

Pero aun así las estadísticas oficiales no incluyen las dimensiones estructurales de la pobreza (hábitat, educación, salud, agua potable y cloacas, acceso a servicios públicos, pavimentación, seguridad, etc.) que en muchas zonas superan el 50%.

Y, lamentablemente, transforman el eslogan de “pobreza cero” en un objetivo para dentro de muchos años.

Desde 2006 al 2016/17, Argentina redujo menos la tasa de pobreza (30%) que Bolivia, Colombia y Paraguay (entre 35 y 41%) y menos aún que Perú, Chile y Uruguay
(la bajaron a menos de la mitad).

Datos

Desde 2006 al 2016/17, Argentina redujo menos la tasa de pobreza (30%) que Bolivia, Colombia y Paraguay (entre 35 y 41%) y menos aún que Perú, Chile y Uruguay
(la bajaron a menos de la mitad).

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