Lo que no se espera

Mirando al sur

Levante la mano el que pensó que estaría listo para acompañar, escuchar, contener, a sus hijos adolescentes y enfrentar cada nueva situación con la tranquilidad y madurez que hace falta. Y ahora levante la mano el que fue sorprendido de pronto y sin defensas, el que no supo qué hacer, cómo reaccionar, qué decir frente a un hecho o comportamiento inesperado. Frente a ese chico o chica que nos pone en situación de esto no me está pasando a mí.

Madres y padres de adolescentes cuentan en esta columna un suceso de la vida de sus hijos que los movilizó, los shockeó. Y compartir esas experiencias nos hace sentir más acompañados en esta difícil tarea de ser padres. O, por lo menos, un poco menos solos.

A. (madre): lo que me tomó por sorpresa y mal es que mi hijo dejara el secundario. Allí comenzaron meses de probar todas las alternativas: premios, castigos, incentivos, dialogozón. No hubo forma, mi casa se convirtió en una batalla campal, hasta que mi esposo y yo entendimos que su “adolecer” le estaba costando demasiado y decidimos acompañar desde otro lugar. Le dimos el permiso para dejar la escuela, le ofrecimos tomarse unos meses para pensar qué hacer y le aconsejamos continuar luego en una escuela nocturna o empezar a hacer cursos de lo que se le cantara. Desde el momento en que le dimos ese pequeño “tomar riendas de su vida” la relación entre nosotros cambió muchísimo, para bien. Mi consejo es que a veces hay que romper con los “estereotipos sociales” y acompañarlos en su camino, a su paso.

R. (madre): lo que no esperaba era que mi hija de 14, en una discusión, me corriera con que subiría a la red una foto de su zona íntima. No lo hizo, pero yo tuve que encontrar el modo de apaciguarme y recordar que ellos son así de explosivos. Entonces, dejar nuestra explosión de padres para darles la calma que necesitan.

O. (padre): lo que más me descolocó fue que mi hija de casi 17 se puso de novia con un chico de 20. A la fecha no lo pude superar. Amenacé con denunciarlo a él porque considero que es una relación ilegal ya que mi hija es menor, pero sé muy bien que si hay amor entre ellos estoy muerto. Todos me tratan como el hombre de Neandertal porque no acepto que ahora las cosas son así, pero siento que ella está quemando etapas con un chico mayor.

P. (madre): ella siempre fue tan dulce y obediente que cuando me desafió descubrí una persona nueva, y me desagradó. Eso fue lo peor que viví. De pronto todo lo que yo hacía o pensaba a sus ojos estaba mal. Me dolió sentirme juzgada. Además ella se puso de novia con un chico que conoció por internet, que no conocía personalmente, y yo casi me muero del susto. Mi consejo es no actuar como lo hice porque se rompió la comunicación entre nosotras y me costó un par de años volver a crear un puente entre las dos.

L. (madre): cuando mi hija tuvo su primer período menstrual, tomé todos los recaudos para que no fuera una madre adolescente, y me sentí tranquila por darle las herramientas para que disfrutara de su sexualidad con responsabilidad. Pero a los pocos meses mi niña estaba embarazada. Sentí que me estaba pasando a mí otra vez, ya que yo también fui una madre adolescente y lo padecí. Lo viví como terrible, estaba enojada. Pero hoy mi hija es una madre espectacular de dos niños y la admiro. Cuando los adolescentes toman una decisión no hay vuelta atrás, hay una necesidad de experimentar en carne propia.

G. (madre): un día mi hija encontró mi diario personal y lo leyó. Así se enteró de que su padre, de quien estoy separada, es homosexual. En ese mismo diario ella me dejó una carta en la que decía que todo iba a estar bien, que yo era maravillosa y que contaba con su apoyo. Pero también decía que ya no quería hablar con su papá. Nunca imaginé que iba a tener que lidiar con eso. No supe qué hacer, la sexualidad de mi ex es algo que no había podido asimilar y mucho menos hablarlo con ella, pero él siempre ha sido un padre amoroso y eso le transmití a mi hija. Funcionó, porque además de que mi hija le sigue hablando, comenzó a defender con orgullo la bandera arcoíris. Mi consejo sirve sobre lo que sentí cuando ella invadió mi privacidad: no hay que responder en el momento de enojo, hay que esperar que todo eso pase para dar el sermón.

Es posible que en cada hogar donde hay adolescentes exista una historia similar. Porque de eso se trata crecer: enfrentar lo inesperado, adquirir herramientas para transitar nuevos caminos. Que traen dolor y angustia, sí, pero también aprendizaje y cambios.

Y va mi consejo, muy parecido al de otros padres que contaron su historia aquí: cuando las papas queman, dar media vuelta e irse silbando bajito. Seguir caminando hasta encontrar cierta paz mental. Y vaya que he caminado.

De eso se trata crecer: enfrentar lo inesperado, adquirir herramientas para transitar nuevos caminos. Que traen dolor y angustia, sí, pero también aprendizaje y cambios.

Datos

De eso se trata crecer: enfrentar lo inesperado, adquirir herramientas para transitar nuevos caminos. Que traen dolor y angustia, sí, pero también aprendizaje y cambios.

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios