Los medicamentos no funcionan en los pacientes que no los toman

Esta sentencia tiene un profundo significado en materia de asistencia médica. Tiene que ver con lo que se conoce como adherencia al tratamiento o adherencia terapéutica, que significa el cumplimiento, por parte del paciente, del acuerdo terapéutico al que ha llegado con el profesional que lo atiende.

Nadie duda que en los procesos agudos y crónicos se necesiten fármacos para su control y la prevención de problemas de salud más graves. Pero centrar todo el esfuerzo en el fármaco o método terapéutico solamente resulta insuficiente. Si el paciente no toma la medicación, o lo hace mal, el efecto deseado no se observa e incluso los resultados obtenidos pueden ser indeseados.

La falta de adherencia incluye dejar de tomar un determinado medicamento, tomar otro en su lugar, tomarlo a una dosis distinta a la prescripta, tomarlo con alimentos (cuando se debe tomar en ayunas), tomarlo por la noche (cuando se pautó por la mañana) o tomarlos con una técnica inadecuada (usar una pomada cuando se indicó ungüento; o jarabe cuando debía ser pastilla) o tomarlos por más o menos tiempo del prescripto.

La falta de adherencia involucra aspectos multifactoriales: el nivel socio económico, educativo, la deficiencia comunicacional con el profesional, el seguimiento profesional inadecuado, las dificultades en el acceso a la consulta, la medicina fragmentada, etc. Sus consecuencias son personales y sociales, como la progresión de la enfermedad, las complicaciones asociadas, el peor pronóstico, las resistencias a antimicrobianos, la mayor morbimortalidad, los mayores costos, etcétera.

Abordar este problema implica adoptar una actitud vigilante por parte del profesional y requiere de cambios profundos en la forma de comunicarse con el paciente; teniendo en cuenta sus características personales, dándole lugar en la toma de las decisiones terapéuticas, que deben ser compartidas, o simplificar -en la medida de lo posible- los tratamientos. Actualmente, una forma que ingresó a la práctica médica para favorecer la adherencia es practicar una medicina mínimamente disruptiva, que implica reconocer el esfuerzo del paciente por cumplir o completar un tratamiento y trabajar coordinadamente con él cuando no pueda o quiera soportarlo.

Entonces, se deberá saber levantar el pie del acelerador y saber dar un respiro a la actuación clínica. En pacientes a los que les cuesta la adherencia terapéutica, la fórmula “menos es mejor”. Esto ha demostrado ser más efectivo a la hora de tratar de cumplir con un objetivo clínico. Este objetivo deberá plantearse en forma conjunta con el paciente, compartiendo las decisiones para conseguir el tratamiento que mejor se ajusta a su forma de ser y vivir.

Para poner en práctica esto se deberá enseñar, no solo al profesional tratante, sino a todo el personal de salud, técnicas de comunicación efectiva, que tienen como objetivo llevar más allá la acción de prescribir un tratamiento. Se deberá enseñar cómo hacerlo, y asegurarse de la comprensión del paciente o cuidador para lograr la adherencia.

Es importante reconocer el cambio de modelo que se plantea a la forma de ejercer la medicina. Pasar de una medicina fracturada a una medicina integrada, en donde el paciente sea el centro de la atención y partícipe activo en la discusión de su tratamiento, para alcanzar la adherencia del mismo, y disminuir el peso que implica cumplir con los tratamientos indicados; en los que además intervienen varios y distintos especialistas, y que muchas veces resultan, para el paciente, una carga más pesada que la propia enfermedad.

Conclusión: controlar y mantener la adherencia a un tratamiento implica esfuerzo, conocimiento y empatía. Desde allí, se deberá saber cómo reconocer el peso de la sobrecarga que produce; conocer si el tratamiento se encuentra disponible en el lugar en donde se indica (de nada sirve indicar tratamientos que no se pueden aplicar por razones logísticas); corroborar que el paciente o su cuidador hayan entendido las instrucciones recibidas; corroborar que los haya cumplido antes de decidir un cambio o variante del mismo; escuchar qué piensa el paciente del plan terapéutico al que será sometido.

Se debe promover, además, la coordinación de la práctica clínica. La medicina cada día se convence más que se debe conseguir un líder de equipo terapéutico para poner orden a la “medicina fracturada” imperante.

La perspectiva del paciente debe ser prioritaria. Él es quien debe afrontar la carga del tratamiento y quien deberá afrontar los riesgos de las interacciones o efectos indeseables del mismo. Entonces, ha llegado el momento de escucharlo, y de construir con él su mejor opción terapéutica, teniendo en cuenta la adherencia al tratamiento.

(*) Médico especialista en Clínica Médica. Médico especialista en Psicología Clínica

En pacientes a los que les cuesta la adherencia terapéutica, la fórmula “menos es mejor”. Esto ha demostrado ser más efectivo a la hora de tratar de cumplir con un objetivo clínico.

La medicina cada día se convence

más que se debe conseguir un líder de equipo terapéutico para poner orden a la “medicina fracturada” imperante.

Datos

En pacientes a los que les cuesta la adherencia terapéutica, la fórmula “menos es mejor”. Esto ha demostrado ser más efectivo a la hora de tratar de cumplir con un objetivo clínico.
La medicina cada día se convence
más que se debe conseguir un líder de equipo terapéutico para poner orden a la “medicina fracturada” imperante.

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