Murió el Dr. Eulogio Frites, gestor de la ley Indígena de Río Negro

darío soto (*)

El 24 de julio falleció en Buenos Aires, lejos de su Varas natal, paraje antiguo de la provincia de Jujuy, el Dr. Eulogio Frites, autor de la ley nacional de Asuntos Indígenas (23302/85) impulsada por el senador Fernando de la Rúa, quien había sido profesor de Derecho Procesal de Eulogio en la Universidad de Buenos Aires. De ascendencia kolla, abogado, doctor en Derecho Penal, especialista y consultor internacional en Derecho Consuetudinario (derecho de los pueblos originarios), fundador de la AIRA (Asociación Indígena de la República Argentina), cofundador del Consejo Mundial de Pueblos Indios CMPI (Toronto, Canadá, 1975), comprometió su vida y su profesión al servicio de los derechos de los pueblos originarios de Argentina y América. En 1986, convocado por el entonces gobernador Dr. Osvaldo Álvarez Guerrero, recaló en Río Negro y asumió la Dirección Provincial de Asuntos Indígenas. Desde ese lugar encauzaría el debate por la cuestión Mapuche en el seno del Consejo Asesor Indígena (CAI) –entonces todavía no reconocido oficialmente– para luego de prolongadas jornadas, durante meses de duro y complicado trabajo, redactar la ley 2287 de “Tratamiento integral de la situación jurídica, económica y social, individual y colectiva de la población indígena”, sancionada el 15/12/88 y promulgada el 22/12/88. No fueron fáciles aquellos días para el abogado kolla curtido en numerosas batallas pero en principio desorientado en un terreno desconocido y hostil. La voluntad de Álvarez Guerrero era regularizar la cuestión dominial de los territorios que ocupaban las comunidades mapuches en la meseta de la provincia, cuya problemática conocía en profundidad por haber sido defensor de los pequeños productores indígenas por los permanentes atropellos y corrimientos de alambres que padecían. Apenas asumió la gobernación dio instrucciones precisas al área de Acción Social en el sentido de regularizar esta situación, pero la nevada del 84 aceleraría los tiempos de la historia. El “demonio blanco” que se abatió durante meses sobre la Línea Sur mermó la hacienda de los pequeños productores mapuches de la región, desnudando una situación de precariedad imposible de soslayar, generando un espontáneo y virulento reclamo de las comunidades en reclamo de asistencia y por una ley indígena provincial que contemplara sus derechos territoriales. En ese marco surgió el Consejo Asesor Indígena, de cuya conducción, originalmente, no participaba ningún indígena y que en principio se ocupó de soliviantar a la de por sí ya “embroncada” comunidad mapuche. Ése fue el escenario en el que irrumpió el Dr. Frites, piloto de tormentas que se enfrentó casi en soledad a los integrantes del CAI y decenas de dirigentes de las comunidades y pequeños productores mapuches. En jornadas que se prolongaban por más de diez y a veces hasta doce horas de discusión, no exentas de agresión verbal y comprensible desconfianza –hasta entonces los gobiernos habían actuado casi siempre en su contra–, se fue construyendo la nueva norma. Cuando el texto estuvo listo y debía ser aprobado por las comunidades, se realizó la gran asamblea en la parroquia Nuestra Señora de la Santa Cruz, en Ingeniero Jacobacci. Esa mañana, desayunando y antes de partir, reflexionó con dolor: “Este día no va a ser fácil, no hay parto sin sufrimiento, seguramente voy a tener que enfrentarme con algunos hermanos. La cosa se complica cuando mete la cola el hermano blanco” (léase CAI). Y fue así nomás, sobre la medianoche de esa dura jornada, Eulogio atrincherado tras un escritorio atestado de papeles con correcciones y sobrecorrecciones (no existía la computadora) se irguió y pidió la palabra: “Hermanos, podemos pasarnos días y noches mejorando lo que ya hemos hecho, pero lo que necesitamos es una ley posible, algo que abra la puerta a las reivindicaciones por las que luchamos por años. Podemos redactar una ley ideal, pero si no se aplica de nada sirve. A muchos de ustedes los esperan sus viejos, y lo digo por la edad, allá en el campo, llévenles la buena noticia: sus hijos ganaron una batalla. Tendrán muchas más, no será fácil tampoco lo que viene, pero esta noche es de ustedes, mañana amanece un nuevo día” (1). Sin duda, Río Negro le debe en gran parte al Dr. Frites su ley Indígena. Antes de su paso por Río Negro, ya había estado en la Patagonia. En 1972 fue uno de los gestores, junto a Dionicio Duarte (guaraní) y Elena Cayuqueo (mapuche), entre otros, del Primer Parlamento Indígena que deliberó en Neuquén y en el que presentó un proyecto de ley que una década más tarde se convertiría en la ley Nº 23302 “Sobre política indígena y apoyo a las Comunidades Aborígenes”. En 1989, presidió el X Congreso Indigenista Interamericano en San Martín de los Andes, en el marco de los 500 años del desembarco español en América. En 1994 se produjo la reforma constitucional, donde Eulogio participó activamente en la redacción del artículo 75 inciso 17, que reconoce los derechos de los pueblos indígenas. En el año 1999 fundó junto a otros abogados indígenas la Comisión de Juristas Indígenas, que luego presidiría. Publicó su libro “Orígenes”, sobre los derechos de los pueblos indígenas de la Argentina El 16 de julio de este año, apenas una semana antes de su muerte, se le realizó un reconocimiento y homenaje en el Congreso nacional que fue considerado extemporáneo, oportunista e hipócrita por diversas organizaciones, teniendo en cuenta la realidad del comportamiento de la actual administración con la causa indígena. Se fue un grande. Nilo Cayuqueo, uno de sus tantos compañeros de lucha dijo en su partida: “Te extrañaremos, hermano Eulogio, por tu amistad, por todas tus enseñanzas, ejemplo de conducta, compañerismo y por ser consecuente y luchar toda tu vida por nuestros derechos ancestrales. Eulogio, vivirás en la memoria de todos quienes te conocimos y de las próximas generaciones a quienes se les enseñará quién era ‘El Kolla’, Dr. Eulogio Frites”. (1) La cita es textual, de archivo personal. (*) Periodista. Indígena kolla


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