Obama y Trump, y otros dúos

Mirando al sur

La relación que está tejiendo la prensa norteamericana entre el actual presidente Trump y el ex primer mandatario Obama, en particular su diario más reconocido, “The New York Times”, y el resto de los medios de comunicación del mundo, con llegada masiva y prestigio en sus respectivos países, es muy similar al juego de espejos opuestos que se construyó entre el fallecido Kennedy y el presidente Nixon en los 70, o el derrotado Carter y el triunfante Reagan en los 80.

En todos estos casos, los mencionados presidentes demócratas fueron considerados refinados, cultos, capaces y pacifistas; mientras que sus contrapartes republicanas recibieron críticas prácticamente unánimes de los mismos órganos de prensa, por ser brutos, incultos, incapaces y belicistas sin razón. Las perfomances y contextos de cada una de estas presidencias, miradas al amparo del paso del tiempo, podrían poner en duda muchas de las aseveraciones que en su momento se dilapidaron.

Mientras que Kennedy involucró a Estados Unidos en el conflicto de Vietnam como no lo había hecho ningún otro presidente anterior, tanto en cuanto a envío de tropas y armamento como en convicción ideológica, Nixon se abocó a retirar a Estados Unidos de Vietnam desde el primer día de su primer mandato, y logró firmar la paz con Vietnam del Norte antes de que su segundo mandato finalizara, anticipadamente, por las denuncias del Watergate. Kennedy mantuvo una agresiva política anticomunista, fue un decisivo “warrior” de la Guerra Fría, aisló aún más a China y apoyó explícitamente una invasión a Cuba, desde la costa norteamericana, protagonizada por exiliados cubanos, en el frustrado asalto de Bahía de los cochinos, en 1961. Estuvo a punto de llegar a la guerra atómica, un año más tarde y por la misma Cuba, contra la URSS de Krushov. Mientras que Nixon abrió las primeras relaciones entre China y USA desde 1949, y las más importantes y fructíferas de esas dos potencias mundiales. Garantizó la paz entre USA y la URSS como nunca antes se había conseguido desde el comienzo de la Guerra Fría en 1946, y sin renunciar a su convicción de defender a la democracia en el mundo. Su caída política por espiar a sus rivales políticos dentro de USA no eclipsa su legado internacional; mientras que Kennedy recurrió a artimañas iguales, o peores, que Nixon, dentro de la batalla política norteamericana, pero contó con el azar favorable y el silencio de los más prestigiosos medios de comunicación de su país y el mundo.

Carter pifió completamente su lectura del conflicto iraní, permitiendo el ascenso al poder del ayatollah Khomeini en 1979, que constituyó la República Islámica de Irán, el peor enemigo que enfrenta USA entre las naciones de la ONU; un país terrorista que no ha cejado de hostigar a USA desde la crisis de los rehenes en Teherán, hasta nuestros días, a las democracias occidentales, incluyendo los trágicos atentados en la Argentina, contra la Embajada de Israel en 1992 y contra la AMIA en 1994. La presidencia Carter fue un período de expansión de la opresión stalinista en todo el mundo. Reagan logró rescatar a los rehenes norteamericanos en manos de los fundamentalistas islámicos iraníes y, en ese terreno, no se le pueden contar más logros. Pero sí fue un protagonista prácticamente definitorio en la caída de la opresión soviética en el mundo, incluyendo la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS, aunque hayan sucedido poco después de finalizados sus mandatos.

La presidencia Obama pecó de acción e inacción para empeorar el estado del mundo en diversos continentes. En Latinoamérica, el eje proiraní conformado por Chávez en Venezuela, Morales en Bolivia, Correa en Ecuador y finalmente Fernández de Kirchner en Argentina se afianzó de un modo brutal durante la presidencia Obama, incluyendo la muerte del fiscal Nisman. No es que Obama haya colaborado activamente para generar ese populismo cómplice del islamo-fascismo, pero no generó ninguna estrategia política regional para desalentarlo. Respecto del fundamentalismo islámico por fuera de Latinoamérica, Obama ideológicamente lo apañó e hizo silencio. Ya destacamos el hecho de haber neutralizado en combate a Bin Laden, pero de esa acción destacable no se dedujo un discurso consistente y duradero.

Trump no admite sus errores, es verbalmente agresivo con sus adversarios, da golpes bajos verbales inadmisibles en un presidente. Pero ha denunciado al fundamentalismo islámico sin tapujos, y esa posición es más importante para defender la libertad hoy en el mundo, incluyendo el derecho a las conferencias de prensa, que toda la sofisticación disfuncional de Obama.

No quiero ni puedo rebatir muchas de las críticas que la prensa lanza contra el presidente Trump desde su asunción. Pero no tengo dudas de que esa acumulación de críticas es exagerada y no guarda una relación racional con las que hubiera merecido su antecesor en el cargo.

Kennedy mantuvo una agresiva política anticomunista, fue un decisivo “warrior” de la Guerra Fría, aisló aún más a China y apoyó explícitamente una invasión a Cuba.

Mientras, Nixon
abrió las primeras relaciones entre China
y Estados Unidos desde 1949, y las más importantes y fructíferas de esas dos potencias mundiales.

Datos

Kennedy mantuvo una agresiva política anticomunista, fue un decisivo “warrior” de la Guerra Fría, aisló aún más a China y apoyó explícitamente una invasión a Cuba.
Mientras, Nixon
abrió las primeras relaciones entre China
y Estados Unidos desde 1949, y las más importantes y fructíferas de esas dos potencias mundiales.

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