Otto, la cerveza y la inteligencia artificial

mirando al sur

Mientras en Baviera aún resonaban los festejos del Octoberfest, en otra parte del planeta, Otto cargaba cincuenta mil latas de cerveza desde la ciudad de Fort Collins hasta Colorado Springs, en Colorado (Estados Unidos). Escoltado por dos patrulleros, Otto no acertó a probar ni un solo mililitro de ese líquido dorado, milenario, tan milenario como el pan. A cargo del volante, Otto se convirtió en el primer camión sin conductor que se utilizó para una operación comercial.

Con su tráiler de dieciocho ejes, Otto está equipado con un gran despliegue de tecnologías: dos cámaras para la detección de carriles, dos sensores de radar frontales para identificar obstáculos y vehículos en el camino, un sensor LIDAR y un GPS, para mantener en todo momento su ubicación.

A diferencia de otros sistemas de conducción autónoma que se experimentan en el mercado, la tecnología de Otto permite que las personas abandonen el volante por completo. Pero en este primer viaje, la presencia del conductor fue necesaria para controlar la marcha del vehículo y para conducir dentro de la ciudad. Esta tecnología difiere de las otras que permiten desplazar camiones en “flotillas” de vehículos conectados entre sí en forma remota. Un sistema que debutó con éxito en Europa en abril, cuando los vehículos -de seis grandes fabricantes- transitaron a través de Suecia, Alemania, Bélgica y los Países Bajos.

El mundo del transporte por carretera está a punto de vivir una verdadera revolución. Es posible que la conducción de camiones sea la primera en automatizarse por completo en el campo de los proyectos de automóviles auto-conducidos. Y ha puesto en alerta a millones de trabajadores que ya se preguntan qué ocurrirá con sus empleos cuando esas tecnologías se generalicen.

La inteligencia artificial, el aumento de la capacidad computacional y el desarrollo de la “internet de las cosas” permiten automatizar tareas cognitivas y no rutinarias cada vez más complejas. Algo que, hasta hace pocos años, era impensable que pudiera realizarse a través de máquinas. El empleo es, sin duda, una de las variables más expuestas a esos cambios tecnológicos. ¿Pero serán sus efectos positivos o negativos?

El debate está al rojo vivo. Para muchos, la respuesta es que, si bien las nuevas tecnologías desplazarán a trabajadores y destruirán algunas industrias, también crearán otras que producirán tantos o más empleos que los que desaparecerán. Una suerte de “destrucción creativa” como lo describió el economista austríaco-estadounidense Joseph A. Schumpeter en los años 40.

La historia ha demostrado que, pese a dejar perdedores a corto plazo, el resultado del avance tecnológico ha sido una mejora para la productividad y el nivel de vida del conjunto de la población. Así sucedió con la imprenta, la excavadora, el tractor, el ordenador personal y tantas otras innovaciones del siglo pasado. Pero ahora, muchos piensan que será distinto. La velocidad, la amplitud y la profundidad de la innovación despertó la preocupación de que las nuevas industrias y los nuevos puestos de trabajo no aparecerán ni en la cantidad ni al ritmo necesarios para compensar las pérdidas de empleo y la reducción salarial.

Pero existen visiones más optimistas como la de Ruchir Sharma, jefe de estrategia de Morgan Stanley, quien adelanta en su libro “The Rise and Fall of Nations: Forces of Change in the The Post-Crisis World” (2016) que lo único que preservará a la economía mundial frente a la disminución de la tasa de crecimiento y de la fuerza laboral activa en la mayoría de los países del mundo, es la automatización y el desarrollo de la robótica.

Eso explicaría que, los países que tienen una alta tasa de envejecimiento de la población, apuntan a tener un elevado número de robots industriales. Por ejemplo -según el International Federation of Robotics- en Corea del Sur es de 531 robots por cada 10.000 trabajadores; en Japón, es de 305, y en Alemania, de 301. Los Estados Unidos se ubican en el octavo lugar con 176, y si bien en China las cifras muestran un promedio de 49, el país tiene el índice más alto de crecimiento de robots.

El viejo dilema ético planteado después de la Revolución Industrial, vuelve a repetirse en esta era con otras perspectivas y características. El desarrollo de la inteligencia artificial y la robótica, la digitalización y la internacionalización del mercado de trabajo, son los asuntos centrales que dominan el debate sobre el presente y el futuro del empleo en el mundo. Quizás, dentro de unos años, un “ejército” de Ottos nos dejará una caja de cerveza en la puerta de nuestra casa.

(*) Abogado y diplomático

A diferencia de otros sistemas de conducción autónoma que se experimentan en el mercado, la tecnología de Otto permite que las personas abandonen el volante por completo.

El mundo del transporte está a punto de vivir una verdadera revolución. Es posible que la conducción de camiones sea la primera en automatizarse por completo.

Datos

A diferencia de otros sistemas de conducción autónoma que se experimentan en el mercado, la tecnología de Otto permite que las personas abandonen el volante por completo.
El mundo del transporte está a punto de vivir una verdadera revolución. Es posible que la conducción de camiones sea la primera en automatizarse por completo.

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