Queda mucho por aprender

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“Nos encontramos en este campo de juego –comenzó leyendo Guillermo Farré, capitán de Belgrano– para honrar la vida”. Se escucharon silbidos. Siguió Farré: “estamos muy tristes por lo ocurrido en este estadio que ha sembrado de odio y muerte en un espacio construido para el deporte y el amor a la vida, por eso voy a pedirles que hagamos un esfuerzo extraordinario para impulsar una nueva etapa histórica en cada familia y en cada institución vinculada con el fútbol y el compromiso en la educación de los valores del deporte”.
El silencio, respetuoso, sí dominó en cambio cuando le tocó hablar al capitán de Talleres, Pablo Guiñazú. “Conocemos esos valores: amistad, tolerancia, paciencia , justicia , prudencia fortaleza, confianza, fe, esperanza, compañerismo…”. El contraste, a sólo cinco días de la tragedia, confirmó lo mucho que queda por trabajar. El Mario Kempes, escenario del crimen de Emanuel Balbo, volvió a recibir fútbol el miércoles por la noche, con el partido de Talleres contra Independiente. Al gesto de los dos capitanes, se unió el de Independiente. “Todos somos responsable”, comenzó Nicolás Tagliafico, y cerró afirmando que “la familia Balbo es la familia de todos”.
Hubo silbidos inclusive en el minuto de silencio. Algunos partieron desde la propia tribuna Willington, desde la cual Emanuel fue arrojado el sábado por hinchas de Belgrano, “acusado” de ser hincha de Talleres por una venganza de una reyerta de tiempo atrás. La mancha de sangre fue limpiada apenas dos horas antes del partido. El show debe seguir.
Uno acusó, escribió Pablo Alabarces en su Facebook, y el resto lo hicieron “centenares de hinchas ‘honestos y pacíficos’, que se limitan a acompañar el descenso de Emanuel hacia la salida donde, incluso, se tira más que lo que es tirado, desesperado por huir de una muerte segura a manos de tantos hinchas que entienden como justa su muerte, por haber violado el territorio ajeno… No hay salvajes ni animales ni bestias: hay una lógica donde la muerte del otro es el justo castigo, aunque ni siquiera sea culpable de aquello de lo que se le acusa”. Si el fútbol sigue aferrado al atajo de creer que el problema principal son los líderes barras querrá decir que aprendió poco.
El asesinato de Balbo revela algo más profundo y complejo. Y no a todos les gusta ver qué devuelve ese espejo.

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