Símbolo del republicanismo

Por Oscar Smoljan

La fecha, 28 de junio de 1966, merecería tener un lugar en la “Historia Universal de la Infamia” que inmortalizara Jorge Luis Borges. Ese día tuvo lugar uno de los tantos golpes de Estado cívico-militares que durante medio siglo interrumpieron los procesos constitucionales en la Argentina trayendo la miseria, la represión y el atraso para nuestro pueblo.

Sin la estridencia castrense ni la sangre que caracterizarían a otras insurrecciones militares, pero con un contundente apoyo empresario, sindical y de una parte de la prensa, la llamada “Revolución Argentina” vino a cercenar uno de los procesos democráticos más transparentes, progresistas y honestos del que se tenga memoria en nuestra historia y terminó con el gobierno de un presidente que se convirtió, tras su destitución, en un símbolo republicano de honradez y austeridad.

El gobierno de Illia, que llegó a durar tan sólo dos años y ocho meses, tuvo su impronta personal, sencilla y campechana, en una Argentina convulsionada cuya sociedad no pudo, no supo y no quiso comprender su mensaje.

Sus políticas, puestas en marcha sin estridencias, sin discursos agresivos ni consignas confrontativas, apuntaron directamente al corazón de los grandes problemas argentinos y las medidas llevadas a cabo por su administración, de ocurrir hoy, serían absolutamente revolucionarias.

Empezando por la anulación de los contratos petroleros con las grandes compañías hidrocarburíferas. La anulación de esos contratos permitió la explotación de los recursos estratégicos por parte del Estado nacional.

Los números del gobierno de Arturo Illia suenan inauditos en nuestra Argentina presente: 24% del presupuesto nacional dedicado a Educación, un crecimiento del Producto Bruto Interno y del Producto Externo Industrial del 19% en 1964.

Bajó la desocupación, la deuda externa se redujo y se sancionó la ley del Salario Mínimo Vital y Móvil y la llamada ley de Medicamentos, iniciativa de su ministro de Salud, el salteño Arturo Oñativia. Dicha norma disponía una política de precios y de control sobre los medicamentos y las recetas. Asimismo fijaba límites para los gastos de publicidad y para los pagos al exterior en concepto de regalías y de compra de insumos.

En esos años, la cultura y el arte tuvieron un explosivo desarrollo. En ese breve período de gobierno de casi tres años aparecieron el Instituto Di Tella, el teatro experimental, la música de Ástor Piazzolla, el “boom” del folclore y vio la luz el primer rock nacional.

Y si bien llegó al poder con la proscripción del peronismo, Illia fue levantando ese cepo habilitando al justicialismo para los comicios legislativos de 1965, en una política que buscaba volver a integrar al movimiento proscripto nuevamente a la vida política nacional.

El clima de absoluta libertad que se vivió durante la presidencia de este médico rural, nacido en Pergamino pero con su corazón en Cruz del Eje, transformó la Argentina y dejó una huella que todavía continúa.

Su ejemplo de vida, marcado por la decencia y una profunda devoción republicana, debería alumbrar nuestro camino en este tiempo de incertidumbre y decadencia moral.

* Presidente, UCR Neuquén

Su ejemplo, marcado por la decencia y una profunda devoción republicana, debería alumbrar nuestro camino en este tiempo de incertidumbre.

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