Trump y el nuevo mundo

Mirando al sur

Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. (Abraham Lincoln )

La irrupción del fenómeno Donald Trump nos muestra una enseñanza trascendental: los grandes medios de comunicación y los medianos y pequeños que recolectan la información de las agencias de noticias a menudo de propiedad de los grupos económicos dueños de todos ellos no ha logrado, esta vez, “lavar la cabeza” de los electores en los EE. UU., aunque sí de sus propios lectores en el mundo.

El sistema de globalización de Occidente ha destruido la economía real de los países que lo impulsan y empobrecido a la absoluta mayoría de la población, en tanto la concentración del ingreso ha sido feroz. Aquel apotegma liberal –el cual tristemente hoy se “reescucha” bastante en la Argentina en un nuevo “lavado de cabeza”– del esfuerzo, el derrame y los premios que otorga el mercado ha muerto.

Trump es un emergente de esta realidad, de la desesperación y el endeudamiento de los hogares de los EE. UU., de la falta de perspectivas de ascenso social, de los empleos de mala calidad y poco remunerados, del cierre de miles de fabricas en los últimos 20 años y de la profunda deslegitimación de un sistema político elitista y antidemocrático, dado el modo indirecto en la elección de los representantes del votante en todas sus etapas.

El poder estatal profundo, una parte del gobierno real “que no se ve”, ha impulsado fuertemente la victoria de Trump preocupado por la pérdida de hegemonía mundial de los EE. UU. y su deterioro interno. Parece enfrentarse así a otro sector de poder real que ha venido conduciendo el país del norte, el sector financiero, que se ha mantenido luego de la crisis del 2008 a través de subsidios de dinero al 0% de parte del banco central privado de los Estados Unidos (la Reserva Federal). Este sector reinvierte todo lo recibido (dólares carentes de respaldo alguno) en inflar los mercados de bonos, acciones y demás activos. Pero su realidad es de quebranto, dado que sus activos declarados sin valor resultan en algunos casos 100 o 200 veces menor que sus pasivos. El plan de Trump aborda grandes obras de infraestructura, recorte de impuesto a las Ganancias a las corporaciones para que relocalicen en el país fábricas que llevaron a México y Asia, reduce el impuesto por repatriación de fondos en el exterior y también a los contribuyentes generales. El cálculo del costo fiscal de estas reducciones supera los 9 billones de dólares (fuente: Centro de Política Tributaria del Brookings Institution) en diez años, es decir casi 1 billón de dólares adicional de déficit anual. Este centro de estudios informa también en su página web que casi el 60% de esos recortes beneficiarán al 1% más rico de la población; el 0,1 % más rico recibirá por recortes de impuestos nada menos que 1,5 millones de dólares al año. Es evidente que este proceso deberá ser financiado con más deuda pública, aumentando la tasa de interés y el valor del dólar para que los inversionistas financien este proceso de enriquecimiento al 1% de la población, con más deuda de los EE. UU., y por cierto más deuda de los países que tienen sus compromisos en la moneda norteamericana, más cara a partir de ahora.

Trump anunció que se retira de los proyectos de tratados globales de libre comercio y en especial del TPP –Transpacífico– para recuperar empleo, justamente cuando la Argentina había decidido debilitar el Mercosur y acceder a ese tratado. Está claro que el proteccionismo extremo debilita al comercio mundial y ahora los EE. UU. parecen inmersos en una crisis existencial fruto del marasmo social y político que atraviesa. Otro mundo podría esperarlos, uno de comercio e integración, donde no deberían arrasar países enteros y asesinar directa e indirectamente a cientos de miles de personas cada año. La cooperación donde todos ganan a través del desarrollo del programa “nueva ruta de la seda” impulsada por China, Rusia, la India y dos docenas de países más, ampliamente explicada hace pocos días en la Cumbre Asia Pacífico (APEC) celebrada en Perú hace pocos días. Este nuevo mundo pretende el fortalecimiento de la inversión productiva, el desarrollo de las relaciones económicas y comerciales, la cooperación económica científica y tecnológica. El contraste del paradigma “comunidad occidental de valores” que pregonara Obama oculta un silencio ensordecedor sobre los ataques con drones a poblaciones civiles de varios países, los cambios de régimen contra gobiernos legítimos con la ayuda de grupos terroristas, la vigilancia total y políticas de austeridad que empobrecen aun al pueblo de los EE. UU.

Es imprescindible que Trump advierta un nuevo mundo multipolar que intenta desarrollarse y en algunos casos defenderse de una agresión y provocación sistemática de los dueños de la globalización (y no me refiero precisamente a los ciudadanos de los Estados Unidos o Inglaterra).

El futuro de la humanidad sólo puede residir en un paradigma que sirva a los intereses del hombre y no de una elite de un pocos miles, que respete el derecho internacional y la posibilidad de desarrollar el potencial creativo de cada ser humano.

*Abogado y docente de la UNC

Trump es un emergente de la desesperación y el endeudamiento de los hogares de los EE. UU., del cierre de miles de fábricas.

El sector financiero se ha mantenido luego de la crisis del 2008 a través de subsidios de dinero al 0% por parte de la Reserva Federal.

Datos

Trump es un emergente de la desesperación y el endeudamiento de los hogares de los EE. UU., del cierre de miles de fábricas.
El sector financiero se ha mantenido luego de la crisis del 2008 a través de subsidios de dinero al 0% por parte de la Reserva Federal.

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