200 años de arte argentino en una exposición inédita

“Congreso de Tucumán”, la gran muestra itinerante que celebra el Bicentenario de la Independencia, ya puede visitarse en el MNBA de Neuquén. Horas antes de su inauguración, el viernes pasado “Río Negro” se reunió con Andrés Duprat y Jorge Gutiérrez, sus curadores

P- ¿Cómo fue empezar con semejante proyecto?

Andrés Duprat- Américo Castilla, secretario de Patrimonio del Ministerio de Cultura de Nación nos convocó con la idea de una exposición alusiva al Bicentenario de la Independencia con las obras del Museo Nacional de Bellas Artes y con artistas contemporáneos. Esa fue un poco la premisa. Después, había que seleccionar entre 13.000 obras (risas).

Jorge Gutiérrez- Para empezar nos propusimos algunas estrategias. Una de ellas fue romper con la idea de cronología porque ahí sí es más difícil dejar afuera piezas y artistas.

AD- Otra cosa que hicimos fue tomar los catálogos de las muestras anteriores dedicadas al Centenario de la Independencia o del Sesquicentenario, 1916, 1960, o las del Bicentenario de Mayo como referencia . Eran todas cronológicas e incluían sólo el gran arte. No habían grabados ni dibujos. Todas se hicieron en Buenos Aires. Nosotros queríamos hacer otra cosa, una muestra contemporánea y que tenga la impertinencia de la multivisión y contemporaneidad de estos tiempos: entender el pasado como parte del presente. No hagamos escuelas ni movimientos, mejor pongamos en diálogo a los artistas. De hecho, en la entrada, las primeras obras ya están dialogando entre sí. Tenés a Cándido López con su obra de 1897, “Asalto de la Primera Columna Brasileña…”, y al lado la de Walter Tura, del 2016, que retrata la misma escena pero con soldaditos de plástico. El paisaje es el mismo, pero están hechas con materiales y estéticas muy diferentes, una es del siglo XIX y la otra, del año pasado. Ese es el diálogo que proponemos en esta muestra.

Otra premisa para hacer esta exposición fue la multidisciplinariedad: podía haber video, pintura, grabado, fotos. También esto es una actitud contemporánea, no hay grandes artes y artes más modestos.

JG- Y es así como surge la posibilidad o necesidad de pensar las grandes preocupaciones de los artistas en estos doscientos años. Ahí es donde surgen los cuatro ejes que atraviesan la muestra y le dan sentido.

AD- Buscando un sustituto a la idea de cronología nos pusimos a pensar con Jorge cuáles eran las preocupaciones constantes que atravesaron los doscientos años de arte y los sintetizamos en esos cuatro núcleos que también van de la mano con la idea de emancipación porque estamos conmemorando la Independencia.

P- Repasemos esos cuatro conceptos.

AD- Uno es “Paisaje y territorio”, es una constante en la historia del arte argentino, incluso en la contemporaneidad.

JG- Incluir el concepto de territorio nos ampliaba ese panorama de cosa intervenida, más política.

AD- No hay ningún paisaje natural neutro, todos están de alguna manera intervenidos con algo, una construcción, una situación.

El otro concepto de la muestra es “Visiones sobre la subjetividad”, con el foco puesto en el individuo como célula mínima de la sociedad; “Los cambios sociales”, basado en un núcleo de arte político que en Argentina es muy importante, y “Vanguardia y abstracción” porque hay una tradición de arte concreto y abstracto en Argentina muy importante y nos parecía necesario que una muestra de esta envergadura diera cuenta de eso.

P- ¿Cómo lograron poner en diálogo artistas tan distantes en tiempo y en estética?

AD- Una respuesta posible es con impertinencia, algo a lo que muchos curadores no se animan. Porque además no hay que olvidarse de que hablamos de arte, no estamos armando el relato de una nación. Entonces lo que faltaba aquí era cierta impertinencia, poner a un artista de 40 años a la par de Cándido López. ¿Y por qué no?

P- La primera impertinencia quizás haya sido romper con lo cronológico en una muestra cuyo nombre remite a un tiempo: 200 años.

AD- Exactamente, y ponerlas en diálogo nos permite llegar a la esencia de cada una de las obras y de lo que quiso expresar cada autor allí, ¿no? Las saca de su contexto y abre el juego. Digo, que hayan sido hechas en determinada fecha termina siendo un dato relativo cuando al lado hay otra de otro tiempo pero que aún así comparten determinadas características. La impertinencia de ponerlas en diálogo te permite ir a la esencia de las cosas.

P- ¿Cómo ordenaron el trabajo de selección, de a un módulo por vez, todo junto?

AD- Todo junto (risas).

JG- Una cosa que tuvimos en cuenta fue la itinerancia de la muestra. Tenía que tener un tamaño trasladable si se quiere.

AD- No hay que olvidar a los contemporáneos de las provincias que también son parte de la muestra, porque las obras del museo llegan hasta una generación de artistas de 50 años como muy jóvenes. Y esto también es impertinente: trabajar con artistas contemporáneos de las provincias puestos a dialogar con artistas consagrados, digámoslo así.

P- ¿Cómo llegaron a cada artista de las provincias?

JG- Estamos todo el tiempo buscando, viendo y conociendo artistas contemporáneos, es parte de nuestro trabajo habitual. Acudíamos a gente que trabaja en las provincias y que está cerca del arte que se está haciendo en cada una de ellas.

AD- No hicimos una convocatoria y tampoco teníamos ganas de invitar artistas para hacer una selección porque se parece mucho a ciertos programas de televisión.

P- Un reality de arte…

AD- ¡Claro! (risas). Bueno, eso no queríamos. Hicimos un trabajo de inteligencia en el buen sentido, intercambiábamos información entre nosotros sobre lo que veíamos y nos parecía interesante. Recién cuando estábamos seguros nos contactábamos con el artista, porque sabemos de la importancia de esta muestra. No queríamos eso de “Bueno, mandame algo y después vemos”.

JG- También los artistas contemporáneos que invitamos tiene un cuerpo de obras importante, ninguno empezó anteayer a hacer arte.

AD- Por ejemplo Sebastián Díaz Morales, artista de Chubut que expone aquí un video muy interesante sobre las protestas en su provincia, va a estar, no en el envío argentino, sino en la selección internacional de la Bienal de Venecia de este año. Nosotros antes de esto ya lo habíamos seleccionado para esta muestra.

P- ¿Qué quedó afuera?

JG- Uf, ¡muchísimo! (risas).

AD- Nosotros teníamos la base de datos del MNBA, pero hay obras que no pueden estar más de dos años circulando por una cuestión de conservación. Nosotros hacíamos una preselección, pero después venían del museo y nos bochaban obras porque no podían salir de ahí. Queríamos obras importantes, el Berni que elegimos mide 2,40 metros. Yo podría haber ocupado el casillero Berni con un grabado y listo, pero no. La idea de itinerancia va ligada a la de obras importantes que siempre están en Buenos Aires y casi nunca en las provincias. Habíamos elegido otro Berni, pero nos lo bocharon porque no podía salir de gira (risas).

JG- La envergadura de la muestra también estaba dada por los museos por los cuales iba a pasar, tenía que tener un tamaño acorde a esos museos , y que sea posible de ser trasladada. De todos modos es una muestra generosa.

P- Es una muestra que le abre las puertas al público que habitualmente no asiste a este tipo de espacios, es una muestra amigable para con el público, ¿no?

JG- Viene batiendo récords de visitantes en todos los museos donde estuvo (Mar del Plata, Rosario y Tucumán) y eso está buenísimo porque habla de que la muestra es permeable a una gran cantidad de público.

AD– El diálogo también rompe con cierto conservadurismo. Muchos sostienen: “Berni, Spilimbergo… Esos son artistas, pero no me vengan con lo nuevo”. Dispuestos de manera dialógica, cuánto de trabajo y de interesante se revela en cada uno de estos artistas con lenguajes, si querés no aceptados. Por ejemplo, la versión contemporánea del “David” hecha por un artista joven como Diego Figueroa, una obra que remite al David clásico pero en la forma de un chico marginado de estos tiempos, hecho con cinta de embalar, en pantalón corto de fútbol y una bolsa de naranjas en una de sus manos.

JG- Es una propuesta dinámica para el público. No se trata de ver una obra tras otra, enciclopedista, sino de interactuar con las obras y ser parte de ese diálogo que se da entre ellas. En verdad, todo está pensado para la experiencia del público.

AD- También buscamos romper con la supremacía de la herramienta intelectual. Es importante saber detalles sobre la obra de arte, su técnica, contexto, pero no es decisivo. Sirve, sí, ayuda a mirar, pero la hiperracionalización te hace olvidar que estás ante una manifestación que es un lenguaje en sí mismo que no es necesario traducir a fechas, datos. Queremos recuperar la instancia de vivir una experiencia estética.

JG- Esa es precisamente la contemporaneidad de nuestra propuesta: porner en contemporaneidad esta experiencia artística de doscientos años. Poner el arte en una discusión más contemporánea, no relacionar estéticas en particular sino con la necesidad real y posible de que el espectador genere esa experiencia sensible con el arte.

de Prilidiano Pueyrredón, la más antigua de la muestra.

“La impertinencia de poner en diálogo obras contemporáneas y de otro tiempo te permite ir a la esencia de las cosas”,

explica Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes.

La muestra recorre dos siglos de arte argentino a través de obras de la colección del MNBA, varias de ellas exhibidas por primera vez fuera de la institución.

Datos

“La impertinencia de poner en diálogo obras contemporáneas y de otro tiempo te permite ir a la esencia de las cosas”,
La muestra recorre dos siglos de arte argentino a través de obras de la colección del MNBA, varias de ellas exhibidas por primera vez fuera de la institución.

Temas

Arte

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios