Ai Weiwei, un artista en el campo de batalla

El activista y artista chino inaugura hoy, en Buenos Aires, su primera exposición en Sudamérica. La muestra reúne fotos, videos, objetos y grandes instalaciones.

El artista y activista chino Ai Weiwei (Beijing, 1957), una de las figuras más célebres e influyentes del arte contemporáneo, inaugura hoy su primera exposición en la Argentina.

Justo antes de la exposición antológica que le dedica la Fundación Proa en el barrio porteño de La Boca –su primera muestra en Sudamérica–, el artista acostumbrado a la controversia, prohibido en su país y residente en Alemania, contó que ha trabajado con prácticamente todo lo que pudo tener entre sus manos: “Todo depende del lugar, el tiempo y la temática”.

Titulada “Inoculación”, la exposición curada por el brasileño Marcello Dantas reúne instalaciones monumentales, objetos, fotografías y videos de fuerte impacto político y simbólico, que brindan un amplio panorama de sus trabajos más icónicos y dan cuenta de su prolífica e intensa carrera, obras que se despliegan en la totalidad de Proa, lo que incluye la vereda, la librería y el café, además de las salas expositivas.

Hay mucha expectativa alrededor de la exposición que incluirá una treintena de obras y que sorprende ya desde la explanada de la Fundación con la instalación “Forever bicycles”, una montaña de 1.254 bicicletas de acero entrelazadas entre sí, que forman una estructura de nueve metros de alto por 16 de largo, un gigante que provoca un efecto de movimiento a quien la observa y que para el artista “es la celebración de una fantasía juvenil”.

Entre las obras más reconocidas que se verán en Proa destaca “Sunflower Seeds”, una instalación de quince toneladas de semillas de girasol con las que tapizó en 2010 la totalidad de la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres, cada una pintada a mano por miles de artesanos de la ciudad de Jingdezhen, o uno de sus más célebres autorretratos, “Dejando caer una urna de la Dinastía Han”, que primero fue fotografía pero que el artista presenta aquí recreada con piezas de Lego.

P- ¿Por qué decidió bautizar a la exposición “Inoculación”?

R- Me gusta la palabra. Inocular es inyectar algo para prevenir algo que luego puede ser peor; es utilizar algo peligroso para construir un tipo de sistema de defensa. Creo que el arte funciona, a menudo, de la misma manera.

P- Circulan muchas apreciaciones diferentes sobre el significado de “Forever bicycles”. ¿Qué significa esta obra para usted?

R- “Forever bicycles” es la celebración de una fantasía juvenil. Crecí durante la Revolución Cultural, en una sociedad con recursos y riqueza material limitados. Una bicicleta era un espectáculo muy raro en aquel momento entre los trabajadores de las aldeas rurales pobres, en el noroeste de China. La bicicleta llegó a simbolizar una suerte de libertad para un individuo, frente a aquellas circunstancias tan difíciles.

P- Ha trabajado en formatos heterogéneos, incluido instalaciones o arquitectura. ¿Cuál es el momento exacto en que decide cambiar el formato y pasar al universo del cine? ¿Considera que una película es una forma más efectiva de llegar al público que una obra de arte?

R- He trabajado con prácticamente todo lo que pude tener entre mis manos. Es como estar en una batalla: agarrás lo que sea que esté a mano o que vaya a ser lo más efectivo. Todo depende del lugar, el tiempo y la temática que voy a abordar. Realicé instalaciones, trabajos en galerías, escribí posteos en blogs, escribí ensayos, curé exhibiciones, realicé y participé en entrevistas, realicé investigaciones y películas. Todas estas acciones son paralelas entre sí. Hemos estado filmando desde 2003. Todos nuestros videos han sido compartidos en Internet. Es cierto que en el caso de “Human Flow” su lanzamiento en cine es un formato diferente. La película puede alcanzar a un público mucho más amplio y tener un impacto diferente en relación con la temática de los inmigrantes.

P- Hay una serie de temáticas recurrentes en su trabajo, como la censura o los inmigrantes. ¿El gran tema de todas sus obras es el devenir de la humanidad?

R- Sí, la capa más profunda de la mayoría de mis trabajos está relacionada con la humanidad. El trabajo puede lidiar con temas como los derechos humanos, la justicia o la libertad de expresión, pero siempre relaciono mi práctica estética con las condiciones morales y filosóficas. Son cosas que no se pueden separar.

P- ¿Qué impresión le causó su viaje por la Argentina, Chile y Brasil? Leí que dijo que para usted “Latinoamérica sigue siendo como la novela de García Márquez, ‘Cien años de soledad’. Es surrealismo fantástico”. ¿Podría ampliar este concepto?

R- Mis más tempranas impresiones de Sudamérica se basaron en la visita de mi padre a Chile en 1954. A principios de este año, traje a mi hijo a visitar la casa de Pablo Neruda en la playa. Mi padre lo consideraba un gran poeta y un íntimo amigo. Además, la literatura sudamericana ha tenido un fuerte impacto en China. También estoy fascinado por la cultura y la historia colonial de las naciones sudamericanas. He visitado México, Chile, la Argentina y Brasil, donde las personas tienen un sentido del tiempo y la naturaleza muy diferente al que tienen en las naciones europeas o en los Estados Unidos. Las tradiciones le dan un color y un gusto diferente a la vida.

P- Su relación con las redes sociales es muy activa. ¿Cree que es la democratización de la libertad de expresión?

R- Mi experiencia personal es bastante limitada y restringida teniendo en cuenta que estuve en China la mayor parte de los últimos 30 años. Internet se convirtió en la única fuente para recibir información y comunicarse con el así llamado “mundo real”. Yo aún creo que Internet brinda la posibilidad de un cambio, necesario durante este proceso de globalización. Pienso que Internet ayuda a transformar el poder de cada individuo cuando se trata de lidiar con las antiguas estructuras políticas.

“Inoculación” inaugura hoy a las 17 y permanecerá hasta el 25 de febrero del 2018 en Fundación PROA de La Boca, en Av. Pedro de Mendoza 1929, CABA.

Elogiado en el mundo, silenciado en China

Acostumbrado a impactar con sus creaciones, el artista y activista chino Ai Weiwei pasó fugazmente por Buenos Aires en agosto, justo antes de viajar a Chile primero y a Venecia después, para el estreno mundial de su filme “Human Flow”, un documental dedicado a la crisis de los inmigrantes.

Weiwei expuso en los museos más importantes del globo, fue declarado por la revista Art Review como la persona más poderosa del mundo del arte en una lista de cien personalidades y diseñó el Estadio Nacional de Pekín, bautizado “Nido de Pájaro”, uno de los escenarios centrales de los Juegos Olímpicos de 2008 de China.

“’Human flow’ está en la competencia oficial del Festival de Venecia. Una vez más, mi nombre ha sido omitido de todos los medios de comunicación chinos. Triste”, fue lo primero que posteó Weiwei, adicto a las redes sociales, en su cuenta de Instagram, a poco de la première mundial.

Ocurre que este artista denunció y criticó el accionar del gobierno de su país en numerosas oportunidades, al punto de que su nombre ha sido borrado –y no aparece como resultado– en cualquier buscador de internet chino. Incluso estuvo 81 días arrestado en su país, sin cargos oficiales, y acusado luego de evadir impuestos.

“He trabajado con prácticamente todo lo que pude tener entre mis manos. Es como estar en una batalla: agarrás lo que sea que esté a mano o que vaya a ser lo más efectivo”.

Ai Weiwei, sobre el modo en que da forma a su arte.

Un argentino le compró una obra hecha de LEGO

Una famosa obra del artista chino Ai Weiwei, “Dejando caer una urna de la Dinastía Han”, realizada en su totalidad con ladrillos LEGO, fue adquirida por un empresario y coleccionista argentino en 500.000 euros. La transacción –confirmada por la desarrolladora Related Group– coincide con la primera exposición del chino en Argentina. La pieza fue comprada por el fundador y CEO de Related Group, Jorge Pérez, empresario argentino y amante del arte, que reside en Miami, donde fundó el museo Pérez Art Museum Miami.

La obra es un tríptico de casi dos metros por dos, realizada enteramente con ladrillitos de LEGO, copiado de las fotografías en las que Weiwei se retrató en la casa de su madre en Beijing, en el momento exacto en que deja caer –y rompe– una urna ceremonial de dos mil años de antigüedad.

El artefacto no solo tiene un valor considerable (el artista pagó varios miles de dólares por él), sino que tiene un valor simbólico y cultural: la dinastía Han es considerada un momento decisivo en la civilización china.

Fue una de las primeras obras en que el artista y activista chino demostró su deseo de provocar controversia: entonces, los comerciantes de antigüedades se indignaron, llamando a la obra de Ai un acto de profanación.

Weiwei respondió diciendo “el general Mao solía decirnos que solo podemos construir un mundo nuevo si destruimos el anterior”.

Datos

“Inoculación” inaugura hoy a las 17 y permanecerá hasta el 25 de febrero del 2018 en Fundación PROA de La Boca, en Av. Pedro de Mendoza 1929, CABA.
“He trabajado con prácticamente todo lo que pude tener entre mis manos. Es como estar en una batalla: agarrás lo que sea que esté a mano o que vaya a ser lo más efectivo”.

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