Christopher Nolan juega con el tiempo

Dunkerque”, el nuevo filme de Christopher Nolan que se estrenó ayer en la región, narra el rescate de 400.000 soldados en las costas francesas en la Segunda Guerra Mundial, asediados por los nazis, en una película que se aleja de los estereotipos bélicos para adentrarse en la desesperación de los sobrevivientes.

Sin combates cuerpo a cuerpo y con la decisión narrativa de no mostrar el rostro de los alemanes, Nohlan se encargó de crear una historia en la que la guerra está latente como un fantasma que se posa sobre la existencia de millares de seres humanos, despojados de nacionalismos y con la mente puesta en continuar con vida.

Nolan une tres momentos con sus respectivos protagonistas: los que tardan una semana en huir de la playa; las 24 horas de navegación de una de las embarcaciones civiles voluntarias de rescate; los 60 minutos de tres aviones Spitfire que, justamente, brindarán apoyo desde el aire a los improvisados rescatistas.

Con un presupuesto estimado en 150 millones de dólares, Nolan no escatimó en algo que lo caracteriza desde su irrupción en los primeros planos del cine: la imagen se retrata en 70 milímetros (con cámaras IMAX), lo cual le da un color y una nitidez difícil de ver en las superproducciones actuales, cuya amplia mayoría elige la tecnología digital.

El director británico consigue que el público ingrese a las historias que muestra gracias a varios puntos: por momentos es una película muda, donde la música y los sonidos toman la posta; también está la falta de un protagónico, al punto de llegar casi a ser un filme coral; también está la ausencia de heroísmo, excepto en el personaje que lo requiere.

También se diferenció en que para escribir el guión, se inspiró en el cine mudo y acudió al asesoramiento del historiador Joshua Levine, quien calificó a la batalla de 1940 en esa ciudad francesas como “increíblemente importante” para el desenlace de la Segunda Guerra Mundial.

El director también leyó varios libros de historia, investigó y se reunió con sobrevivientes para filmar en los lugares originales (a excepción de algunas escenas de mar, rodadas en un lago artificial de los Países Bajos) con el menor uso posible de efectos especiales.

Un veterano de aquella guerra, el británico Ken Sturdy, aseguró luego de ver la cinta que “fue como volver a estar allí”, a la vez que saludó la falta de diálogos porque “la historia se cuenta de forma visual y es muy real”.

Las escenas de playa de “Dunkerque” fueron filmadas en la misma época en la que sucedió el rescate, pero a diferencia de aquel hito, cuando el buen clima predominó, hubo tormentas, lo cual dificultó la producción y hasta puso en riesgo la integridad del equipo.

Las complicaciones climáticas y de espacio (tanto los aviones como los barcos eran demasiado pequeños para las cámaras de 25 kilos) obligaron a reutilizar un soporte de 8 metros con mira telescópica de “El Caballero de la noche asciende” en el caso de las embarcaciones y a adaptar el equipamiento con lentes hechos a medida para los cazas.

Aquí, también, Nolan se decidió por elegir algunas de las naves originales del rescate de Dunkerque, como los Spitfire y el buque de guerra que desde 1991 es utilizado como museo en Nantes, aunque en el caso de los alemanes Messerschmitts se debió recurrir a aeronaves españolas.

El elenco fluctúa entre caras conocidas como Tom Hardy, Mark Rylance y Cillian Murphy y noveles como Fion Whitehead (la cara del afiche), Damien Bonnard y Anerurin Barnard, lo cual en vez de ser un punto flojo, el desconcierto apuntala aún más el relato al no perderse el foco en lo bélico.

Ficha técnica